Revista Cultura y Ocio

Estimado Señor Editor:

Publicado el 22 noviembre 2014 por Tomas
De: Tomás Rivera, bloguero con diez minutos libres.
Para: Sr. Editor de una editorial pequeña y un tanto oscura, con una trayectoria corta y difícilmente rastreable, y de la que tampoco es que haya demasiada información en Internet
Asunto: Re: Posibilidad de publicación de su novela
Muy Señor mío:
Espero que no le importe que responda a su correo en forma de carta abierta.
En primer lugar, deseo agradecerle sinceramente su oferta para la publicación de la novela que estoy escribiendo, así como que me incluyese en la lista de correo masivo con la que habrá hecho la misma oferta a otros tantos miles de escritores aficionados. 
Tengo la absoluta certeza de que sus intenciones son honestas, y de que su editorial se encargaría de que el resultado final de mi novela fuese excelente, así como de hacerle una adecuada promoción que la pusiera en conocimiento del gran público. 
Asimismo, me hallo convencido de que, como usted afirma, su editorial está buscando nuevos autores que publicar, y de que su trato hacia mí como tal autor sería justo, ecuánime, respetuoso, de mutua confianza y con una política clara y transparente en cuanto a regalías, liquidación de derechos, control sobre mi obra y protección de la propiedad intelectual. 
De igual modo, estoy seguro de que sus tarifas para una edición en papel, modalidad que me ofrece además de la digital, y que yo debería sufragar, son ajustados y competitivos, posiblemente mejores que los de otras editoriales similares.

Estimado Señor Editor:

Estoy tomándole el gusto a esto de colgar 'selfies'. ¿Problemas de autoestima?
Por cierto, el próximo será con batamanta (si es que todavía las venden)


Así todo, me veo en la obligación de rechazar su generosa oferta, y me gustaría explicarle el porqué:
En primer lugar, NO soy escritor, ni deseo serlo. Sé que todos hemos soñado, en algún momento, con ver nuestra novela a la venta en las librerías. Con nuestro nombre en letras de molde sobre una preciosa edición de lujo, de esas en cartoné, con sobrecubierta satinada y portada en cuatricromía. Con entrevistas y reportajes en los suplementos culturales de las grandes cabeceras de la prensa (El Ideal Gallego no cuenta). Con presentaciones en Ferias del Libro varias, con una larga cola de lectores ante nosotros, deseosos de que firmemos su ejemplar e intercambiemos con ellos unas palabras amables y, quien sabe, incluso nos interesemos por ese libro que han escrito (sin poder prometerles nada, por supuesto). 
Esos tiempos ya pasaron, si es que alguna vez existieron. Para mí, escribir es una afición, una labor diletante, una actividad de ocio. Un "hobby", si me permite el anglicismo innecesario. A algunas personas les gusta el modelismo, el ballet, el tiro con arco, la fotografía o la recreación de batallas históricas. Mi afición (una de ellas, tengo más) es la más antigua del mundo, y no me refiero al sexo, o a romperse la crisma mutuamente con el vecino de la tribu de al lado. Mi afición es contar historias. Me divierte, me entretiene, me distrae y me hace olvidar los asuntos cotidianos. Concurre que me expreso mucho mejor (o eso creo) por escrito que oralmente, por eso perpetro cuentos y novelas. De lo contrario, andaría por los bares, de cuentacuentos. O de monologuista, que lo otro está demodé

Estimado Señor Editor:

Ya si eso mañana


Pero, como el resto de mis aficiones (dormir, por ejemplo), la realizo sin esperar obtener beneficio económico a cambio. Soy educador de profesión y telefonista de ocupación. Pero, ¿escritor? eso no. No tengo ni el talento, ni la creatividad, ni la imaginación, ni la constancia, ni la capacidad de dedicación, ni la perseverancia, ni la resistencia a la frustración que se necesitan para ser escritor. 
En segundo lugar, sé de manera fehaciente que usted no ha leído mi novela. Si se refiere a "Nómada", habría notado que la publico por entregas, y en la actualidad tiene apenas veinticuatro páginas. Si, por el contrario, se refiere a "Cuentos de San Andrés", se habría dado cuenta de que es un ejercicio de estilo, una historia escrita "a la manera de", cosida a retales y trocitos de otras novelas, que me inspiraron y que se encuentran entre mis dilectas. Y usted, como editor con olfato para los productos con salida en el mercado, sabe que el boom iberoamericano está, por desgracia, muerto y sepultado, y que un libro a caballo entre el costumbrismo y el realismo mágico está condenado al fracaso más estrepitoso ¡Si hasta Isabel Allende se ha pasado a la novela negra! Por ello, me choca que me diga que mi una obra (ya sea una u otra) le ha fascinado y la ve usted con la suficiente calidad como para ser publicada por su editorial.
Ya que estamos, le habrá llamado la atención la falta de rumbo que tengo como escritor, ¿no? La carencia de criterio estilístico, quiero decir. Yo, como editor, no me fiaría de un autor, aficionado o no, que con treinta y siete años aún no sabe a dónde quiere ir.

Estimado Señor Editor:

Como ejemplo de estar descentrado, me voy a poner a contar algo que no tenga nada
que  ver con el tema,  como que me encanta Steve McQueen. Elegancia, estilo, encanto, 
el glamour de los coches, las motos, las chaquetas de cuero... lo tenía todo, el condenado.


Por otra parte, soy consciente de mis muchas carencias y mis no menos limitaciones como escritor aficionado. Comentarios del estilo "habría que pulir algún detalle""tal personaje no transmite nada, deberías cambiarlo", o "la voz narrativa tiene autoridad, aunque la historia es insulsa" harían que su correo tuviese un punto extra de credibilidad. Suenan a cosas de esas que le dicen los editores a los escritores en las películas, cuando los llaman a media mañana y los despiertan, con una resaca horrible, para preguntarles que para cuándo estará listo el libro. 
En tercer lugar, no entra en mis planes costear mi propia edición. Soy un total ignorante en el mundillo literario y, aunque soy consciente de que una editorial tiene muchos gastos, y la publicación es una industria de mucho riesgo, me he documentado algo sobre el tema, y me quedo con una frase que leí no recuerdo dónde: "Si tienes que pagar, no te están editando". 
Quizás algo como "no podemos pagarte al principio, hasta que recuperemos la inversión" o "somos una editorial pequeña, pero si confías en nosotros creceremos juntos" sonase mejor que "te haremos un buen precio para tu edición". Hablo según mi criterio, no soy experto en mercadotecnia (¿le he dicho ya que trabajo de telefonista?)

Estimado Señor Editor:

Reunión de gente que publica en Wattpad, en un día de poca afluencia


Y por último, aunque como ya dije no dudo ni un momento de su proyecto ni de su honorabilidad (¡faltaría más!), me ha chocado que me diga usted que "están buscando con urgencia nuevos autores que publicar". Entiéndame, otra cosa no habrá hoy día, pero autores aficionados y noveles en busca de una oportunidad tiene usted a punta pala. Miles, literalmente. No exagero, hoy todo el mundo escribe. Dese un paseo por Amazon, Lulu, Smashwords, Bubok o cualquier plataforma similar de publicación online y verá lo que le digo. Entre en Wattpad y dedíquele cinco minutos: eso es la selva. Es como si yo dijese que estoy buscando con denuedo nuevas facturas que pagar, nuevos anuncios en la televisión, nuevas compañías de telecomunicaciones que me llamen a la hora de la siesta para venderme su ADSL, o nuevos fanáticos religiosos que me aborden por la calle para preguntarme si conozco a Jesús (por cierto, sí, lo conozco y me parece un tío caralludo).
Vamos, que lo normal, a día de hoy, es que cualquier editorial tenga montañas de originales apiladas, de otros tantos aspirantes a escritores, y no disponga ni de personal ni de tiempo material para leerlos todos, ni tan solo para responder a sus remitentes con un correo cortés de "lo sentimos, ahora mismo su obra no encaja en nuestra línea editorial, pero la conservamos por si en un futuro..."

Estimado Señor Editor:

Este disco existe. Y es bueno. 


Así todo, lo que más me place de su correo son, sin duda, las llamadas a la prudencia y la cautela. Que, en caso de confiar en su oferta, no me haga ilusiones, ni tenga unas expectativas demasiado altas, me aconseja. Lo cual le agradezco hasta el infinito, pues de nuevo queda fuera de toda duda su profesionalidad, y cuando desfilemos ante una multitud exultante y las masas me aclamen como nueva figura referente de la Ciencia-Ficción, heredero de Heinlein y Asimov, casi puedo imaginarle a usted, sosteniendo el Premio Hugo sobre mi cabeza y susurrándome una y otra vez al oído: "Memento mori. Memento mori".
Ilusiones, la verdad, no me hacía ya, pero no crea que no eché mis cuentas y no le di vueltas a su oferta. Que los gallegos arrastramos fama secular de desconfiados. Porque si su editorial me cobra por la edición (entiendo que a mayor tiraje, menor precio por ejemplar), la ganancia de usted no reside en vender mis libros, si no en imprimirlos. O lo que es lo mismo, usted me vende a mí mis libros para que yo, a su vez, se los venda a terceros con un margen de beneficio.

Estimado Señor Editor:

Los de Barnes and Noble, que son unos hachas, se han inventado este chisme.
Tu libro autoeditado, en autoservicio y en unos minutos. Le han llamado Espresso,
porque son unos cachondos. Dicen que los libros salen algo pegajosos. [fuente]


Esto me hizo dudar, no voy a engañarle, ahora que ya nos hemos tomado confianza. Porque si a usted le entra el dinero por adelantado, y su ganancia está asegurada y es una cantidad fija, que no depende del número de ejemplares vendidos, yo podría pensar que usted no pondría todo su empeño en promocionar, publicitar, distribuir y vender mi novela. "Gaiteiro pagado, nunca ben toca", decimos en mi tierra. Y claro, en vez de en triunfal desfile, me imaginaba yo en mi habitación, sentado sobre un montón de cajas de cartón, llenas con flamantes ejemplares de mi novela, que yo tendría que promocionar, publicitar y vender por mi cuenta. Con lo cual terminaría vendiéndole la edición, en su mayor parte, a amigos y familiares. Como la lotería de Navidad con recargo para la excursión de fin de curso.
Compréndame: se escuchan historias tan sobrecogedoras sobre editoriales en las que el autor debe costear la edición, que a uno le entra algo de miedo. Textos sin corregir, tal como los entregó el escritor, con faltas de ortografía y errores gramaticales y sintácticos. Erratas de imprenta. Portadas clónicas, diseñadas tirando de banco de imágenes. Editoriales que, una vez entregado el producto, ni saben, ni contestan, ni responden a los correos, y todo lo hablado sobre promoción y demás se pierde como lágrimas en la lluvia. Eso, para mí (que, recuerde, no tengo ni idea del mundillo literario), no es una editorial: es una imprenta.

Estimado Señor Editor:

Por si acaso, estuve buscando utilidad a los libros por si tengo que bancármelos [fuente]


Para concluir, desearía que no entienda mi respuesta como una negativa destemplada ni como un portazo en las narices. Comprenda que, en el fondo, mi novela la leen cuatro amigos. Tengo datos que avalan mis palabras: me consta que cuatro amigos míos leen la novela que estoy escribiendo, porque me lo han dicho ellos. Y, de la misma manera que no deseo cobrar por escribirla, tampoco es mi intención que mis cuatro amigos (que, por cierto, ya desempeñan, con cariño y buena fe, labores de editor, corrigiendo esto y aquello, llamando mi atención sobre los fallos y haciéndome notar los aciertos. Lo que a mí me gusta llamar "el lápiz rojo") tengan que pagar por leerla. Me cuesta un montón cobrarle a los amigos. 
Por eso no podría tener un bar (Y créame, como todos los españoles, en algún momento de mi vida he pensado en montar uno). La cosa está muy malita, y prefiero que más gente lea mi novela de manera libre y gratuita, a que menos gente la lea pagando. Como dije más arriba, hago esto por afición, y las regalías de veinte o treinta ejemplares no me van a cambiar la vida.

Estimado Señor Editor:

Se lo dije. Por cierto, podéis comprar la taza con este diseño aquí.


No le entretengo más. Su tiempo, como editor y profesional, es precioso, y ya le he hecho perder mucho. Quedo a su disposición si puedo serle de utilidad en algo, por ejemplo si desea que reseñe, en este mismo blog, la novela de alguno de los autores que está usted buscando con apremio para publicar. Eso sí, también hago esto por afición, así que carezco de tarifas, asequibles o no, que presentarle para tal fin, y por la misma causa no puedo ofrecerle resultados profesionales.
Atentamente,
Tomás Rivera, el de KindleGarten. 

Estimado Señor Editor:

Si queréis buenos consejos sobre escritura, en "Mientras escribo",
de este señor, tenéis todo lo que hay que saber. TODO.


Nota: Me consta que existen excelentes empresas de auto-edición, como Círculo Rojo, CreateSpace,  Tagus de Casa del Libro, la citada Lulu o la gallega Redelibros, por citar solo cinco. Que ofrecen diferente servicios, en función de lo que estés dispuesto a invertir (desde la simple impresión, y ahí tu responsabilidad si el texto tiene fallos, haberlo revisado en casa) hasta revisión ortográfica, gramatical y sintáctica, corrección de estilo, maquetación, portada, ilustraciones, publicidad, distribución, notas de prensa, página web, presencia en redes sociales, plataforma de venta, gestión de derechos de autor... Que tienen unas tarifas claras, y visibles desde el primer momento. Que son serias y profesionales, que ofrecen un servicio de calidad, y que responden una vez te han entregado el producto. Pero también sé que dichas empresas no vienen a ti, porque no lo necesitan, si no que eres tú quien acudes a ellos. Y si hacen publicidad, NUNCA se venderán como una editorial clásica, al contrario, por delante irá que son un servicio de pago.
Esta carta abierta va referida a ciertas editoriales, cuyo nombre no diré, por discreción y para que no me lluevan los burofaxes, que se mueven en una tierra de nadie intermedia entre lo que sería una empresa de autoedición y una editorial de toda la vida, pero que no terminan de ser ni una cosa ni la otra; y que contactan vía correo electrónico con escritores aficionados, como yo, apuntando un interés demasiado exagerado en la obra de uno, y ofreciendo la publicación de la misma, con unas condiciones que no quedan nada claras, que a mi juicio juegan con la ilusión (y, por qué no decirlo, la ingenuidad) de la gente, y que al menos a mí me suenan al viejo timo del tocomocho (para los amigos de Iberoamérica, "el cuento del tío"). 
Porque todo el mundo merece el beneficio de la duda, pero por desgracia muchas personas se encontrarán, como dije por ahí arriba, sentadas sobre una montaña de cajas llenas de libros, mejor o peor impresos, y con que de las promesas de promoción y distribución no queda ni el recuerdo. Para eso, yo me habría ido desde el primer momento a una empresa de autoedición, decisión valiente y loable, y al menos no me sentiría como un primo al que acaban de levantarle la cartera. 
Por mi parte, y por desgracia, ya tengo el culo pelado de estas cosas, pero pienso en lo que podría haberme ocurrido si recibo esta oferta con veinte añitos. Mi consejo es, ante cualquier duda, no dejarse engatusar por cantos de sirena, aplicar la duda metódica cartesiana, buscar referencias de la editorial en cuestión, contrastar opiniones con quienes han recibido la misma oferta, o han publicado ya con la mentada editorial; e informarse y asesorarse bien antes de firmar nada (y de adelantar un céntimo), que para eso, por suerte, está Internet. Nos leemos!

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