Disfrutando del “documental” de National Geographic en vivo y en directo
Javier Rico
Lo dijo Martín, un alumno del grupo de cuarto de primaria del colegio Nuestra Señora de la Almudena con el que realizamos recientemente una ruta ornitológica por El Retiro. “Pero si esto es como estuviéramos viendo un vídeo de National Geographic”, soltó mientras divisaban por el telescopio las evoluciones sobre un tronco de un pito real. Unos pasos más adelante ya no hizo falta el telescopio. Otro ejemplar de este pájaro carpintero se mostró confiado a escasos cuatro metros de nosotros y la pantalla de televisión pasó a ser de infinitas pulgadas, ampliando la escena al picoteo en el suelo de palomas torcaces y estorninos negros.
Nos une una especial y cariñosa relación con el colegio público Nuestra Señora de la Almudena. Fueron los primeros que confiaron en Aver Aves y eso conllevó que la primera salida, allá por el doce del doce del doce (12 de diciembre de 2012), la hiciéramos por El Retiro con alumnas y alumnos de este centro. Luego han repetido en alguna ocasión más, como el pasado 4 de marzo, cuando volvimos a adentrarnos en un apasionante safari urbano por este gran parque del centro de Madrid.
No nos cansamos de repetir que el entusiasmo y la avidez por aprender cosas nuevas por parte de los chavales, fuera del ambiente convencional y a menudo condicionado de las aulas, ayuda a que nuestras rutas sean un éxito. Y en esta tarea no solo colaboran las aves, sino también las plantas, porque encontrar un laurel y un tejo y hablarles de ellos asociándolos a la gastronomía y la medicina, respectivamente, permite ganarse continuamente su atención. Si encima ven el vídeo del pito real de National Geographic, enciende y prosigamos.
Escenario inmejorable para una de nuestras paradas llenas de historias y curiosidades
El entusiasmo a veces de desborda de tal manera que hasta los confiados petirrojos ponen patas en polvorosa ante la sinuosa serpiente multicolor formada por veinte escolares que se desplaza en busca de la mejor posición para observarlos. Pero, claro, es que la mayoría nunca ha visto un petirrojo ni en pintura, y observarle tan cantarín e inquieto entre los arbustos supone una nueva experiencia que no se quieren perder.
En orden y en fila para no perder a la gaviota sombría
Lo mismo ocurrió con la solitaria gaviota sombría que acompañaba a las parejas de ánades azulones en el estanque. Nadie se quería perder, fuera con prismáticos o con telescopios, a esa ave marina que posiblemente hayan percibido en sus paseos por El Retiro, pero que nunca se han parado a observar con detenimiento. Esta vez no se sumó otra especie de querencias marinas que suele recalar en el estanque mayor, el cormorán grande, pero con la gaviota fue suficiente para identificarla y aprender por qué está aquí , en lugar de volar de puerto en puerto por la costa.
Lógicamente, hubo tiempo para observar y hablar sobre mirlos, carboneros, cotorras, urracas y verdecillos. Incluso oímos al primo del pito real, el pico picapinos, que andaba tamborileando en algún tronco algo apartado, fuera de nuestro foco.
Pasarela de ánades azulones mostrando la moda invierno-verano a los escolares
La guinda final la puso una ardilla, que de mamíferos también está hecho El Retiro. Costó despegar a la chavalería del telescopio, por el que contemplaban un primerísimo plano de un ejemplar que subió raudo y veloz por un pino piñonero cuando vio aparecer, en este caso, a un reptil: la serpiente multicolor y multiilusionada. Costó despegarles, porque estaban viendo otro vídeo de National Geographic.
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