Hamburguesas, pizzas, tacos, pollo frito, aros de cebolla, sándwiches, kebabs… Se te hace la boca agua, ¿verdad? La comida rápida está, por lo general, buenísima, sí, pero es que además, está muy presente en nuestro día a día. La vemos anunciada en la televisión, en las revistas y en Internet, la vemos caminar por la calle en manos de la gente, la olemos al pasar cerca de sus establecimientos. Y siempre, siempre, apetece por mucho que sepamos que no es buena para nuestro organismo.
Efectos de la comida rápida en tu organismo
En 2015, un grupo de investigadores irlandeses y estadounidenses llevaron a cabo una investigación que relacionó directamente la cantidad de comida rápida que se compraba con el índice de masa corporal de las poblaciones. Así se demostró la primera certeza sobre la comida rápida: nos ayuda a engordar de forma poco saludable, grasa mediante.
Pero no es solo el aumentar de peso lo que debería preocuparnos. El consumo de comida rápida puede causar estragos como estos:
Fatiga, debilidad y desgana
La fast food, como ultraprocesada que es, carece de nutrientes como proteínas o vitaminas esenciales para el correcto funcionamiento del organismo.
Aunque después de comerte un buen kebab o una pizza te sientas satisfecho y lleno, será solo un espejismo. La comida rápida no aporta energía, por lo que al poco tiempo después de comer te sentirás agotado.
Reducción de la testosterona
Un estudio publicado en septiembre de 2019 ha demostrado que comer alimentos hipercalóricos puede reducir temporalmente la testosterona en pacientes obesos. Según dicho estudio, el descenso de los niveles de testosterona durarían hasta cuatro horas tras la ingesta de la hamburguesa, la pizza o el kebab de turno.
Trastornos en el sistema digestivo
Este tipo de comida está repleta de grasas que dificultan la digestión. Por eso, si el consumo es frecuente, la comida rápida puede provocar a medio y largo plazo problemas digestivos graves como colon irritable o reflujo gastroesofágico.
Problemas cardiovasculares
Las grasas saturadas y grasas trans presentes en pizzas, hamburguesas, tacos y demás “maravillas” son las culpables de aumentos drásticos en los niveles de triglicéridos y LDL (colesterol malo).
La consecuencia directa de este problema es la formación de ateromas en las arterias que impiden el flujo normal de la sangre.
Fallos hepáticos
¿Sabías que el consumo continuado de comida rápida provoca en el hígado unos efectos similares a los de el alcoholismo?
De nuevo, las grasas trans son las culpables.
Riesgo de hipertensión
Este tipo de comida, en especial las patatas fritas y similares, tienen un alto contenido en sal. El alto nivel de sodio de estos platos pone en un serio aprieto al equilibrio sodio-potasio de nuestro organismo, llegando a poner en riesgo nuestra tensión.
Trastornos renales
El alto contenido en toxinas de estas comidas hace que el trabajo de los riñones se multiplique cada vez que nos damos el gusto de visitar un restaurante de comida rápida..
¿Por qué la comida rápida es tan popular?
Si antes no eras consciente, ahora ya conoces muchos de los problemas que puede acarrearte la comida rápida. Pero, ¿serías capaz de dejarla para siempre?
Probablemente no, según una investigación realizada por la Universidad de Míchigan y el New York Obesity Research. Y es que los resultados de este estudio mostraron que este tipo de alimentos podrían llegar a ser tan adictivos como el tabaco o la cocaína.
Estos son algunos de los motivos que hacen de la comida rápida un recurso tan popular en nuestro día a día:
El bolsillo lo agradece
Si salimos a caminar por una gran ciudad y tenemos un presupuesto ajustado, seguramente prefiramos entrar en cualquier hamburguesería con menú completo por poco más de 6€ que poner un pie en cualquier restaurante más saludable si el cubierto nos sale a 20€ mínimo.
Sabores simples y efectivos
Sal, grasa y azúcar. Tres ingredientes claves que combinados hacen magia en nuestras papilas gustativas.
Las mezclas de azúcar y grasa forman texturas muy estudiadas que encantan a los consumidores.
Falta de tiempo
El ritmo de vida que llevamos actualmente en el que el trabajo nos ocupa (incluyendo desplazamientos) entre 9 y 12 horas diarias y en el que la conciliación personal y familiar cada vez se hace más difícil, la comida rápida resulta una opción de lo más tentadora.
Cuando llegamos a casa de trabajar y estamos cansados pero todavía nos queda atender a los niños, preparar comidas y realizar alguna tarea que otra de la casa, la tentación de pedir comida rápida casi siempre se materializa en la cena de esa misma noche.
Un buen trabajo de marketing
Las empresas de comida rápida tienen una amplia experiencia en el mundo de la publicidad. No en vano, en poco más de medio siglo han conseguido hacerse con un enorme sector del mercado y con la fidelidad de una porción aún mayor de los consumidores.
Desde que las primeras marcas internacionales de comida rápida nacieran allá por 1954, su publicidad y forma de comunicarse con el consumidor ha cambiado mucho.
Burger King, finales de los 50De los publireportajes y las inocentes ilustraciones como esta de abajo, al marketing agresivo y fuertemente segmentado que conocemos hoy, cuyo objetivo principal son los niños, los jóvenes y las minorías.
Burger King, 1961Gracias a este tipo de campañas, tu hijo, que apenas sabe pronunciar correctamente “pizza” o “hamburguesa”, sabe que su comida preferida es la hamburguesa doble de queso.
Cuando tu hijo de 5 o 6 años te pide por activa y por pasiva ir a este o aquel restaurante de comida rápida, en realidad no lo hace por el delicioso sabor de las patatas fritas o las hamburguesas. Sin embargo, el niño quiere comer comida rápida y no sabe por qué.
Quien sí lo saben son los departamentos de marketing de estas empresas, que con su imagen de marca atractiva, el ambiente de diversión y colorido diseño de sus restaurantes, sumado a los famosos regalos que entregan con el menú infantil, se aseguran que el público infantil y adolescente no quiera comer en otro sitio.
Algunas verdades incómodas sobre la comida rápida
¡Oiga! ¡Hay arena en mi hamburguesa!
“Claro”, sería lo que te respondería el camarero de turno si interrumpieras sus tareas con semejante obviedad.
Y es que el aditivo E551, está presente en la mayoría de hamburguesas de comida rápida del mercado. Este aditivo no es otra cosa que dióxido de silicio, un componente común a todas las rocas que es responsable de estirar la fecha de caducidad de las burgers así como de conservar su apariencia por más tiempo.
Por si te lo preguntas, el E551 también está presente en la pasta de dientes o el hormigón.
Patatas especiales
Las patatas que cortas con mimo en casa para después freír y salar nunca jamás sabrán como las que podrías comer en cualquier restaurante de comida rápida.
Y es que años de investigaciones y selección han sido necesarios hasta llegar a las variedades especiales que plagan las freidoras de las hamburgueserías.
Estas patatas especiales contienen una proporción de agua menor y otra mucho mayor de almidón. Además, el tamaño de estas patatas es considerablemente mayor.
La comida rápida no es buena para ti
Y lo sabes. Así que nuestra recomendación es que poco a poco, te vayas deshaciendo de ella.
Haz deporte, come sano y tu cuerpo, tu salud y las personas que te rodean te lo agradecerán
La entrada Esto es lo que la comida rápida hace en tu organismo (y así es cómo lo hace) se publicó primero en Men Wellness.