
Narrados ya los avatares de aquel fiasco de barco llamado Vasa, que acabara en el fondo del océano nada más zarpar, me adentro ahora en el precioso museo nórdico, un castillo inmenso de estilo renacentista y de sólida piedra con unos bonitos penachos puntiagudos de color negro que rasgan el cielo.
Se me antoja, ahora que lo miro con detenimiento, una mansión victoriana, una gran casona del siglo XIX, acaso propiedad de una aristocrática familia inglesa de abolengo.
Es un museo de lo más interesante, y las visitas guiadas en inglés, cada media hora, son una buena opción para enterarse un poco de qué vamos viendo en cada sala. Me he quedado estupefacto, nada más acceder al interior, ante la inconmensurable efigie del rey sueco Gustavo Vasa, allá por los años 1523-60. La escultura, año 1925, es de Carl Milles. Se trata de una mole inmensa que muestra sentado en su trono al orondo monarca, luciendo sus ropajes una suerte de colores vívidos. Ahora viene el estupor de la mano del mobiliario policromado del siglo XVIII, así como relojes de época. Todo diáfano y hermoso, una galería porticada muy nítida deja atrás las dimensiones titánicas del rey Vasa. El museo, fundado por Arthur Hazelius en 1873, es una delicia para admirar sin prisas.




Me gusta mucho la sala que recoge aspectos de la vida ancestral de los samis. Casas, vestimentas, costumbres, todo queda cerca del visitante tras las vitrinas y despliegues informativos. Son fantásticos los hogareños interiores de las casas de muñecas, diseñadasen Holanda y Alemania. Alguna de estas maquetas tiene más de tres siglos.
En cuanto a los Samis, son un pueblo antiquísimo que tiene su origen en Finlandia. Los primeros vestigios de vida en aquel país de bosques y lagos se remontan a 10.500 años.
Los primigenios pobladores eran trashumantes y vestían con las pieles de los animales que cazaban. Más les valía si querían sobrevivir a las durísimas condiciones del entorno.

LOS PUENTES DE ESTOCOLMO
Me he embarcado en un bote turístico para admirar la belleza de Estocolmo bajo los puentes del lago Mälaren. Mis ojos navegan un momento ante la fachada del museo
dramático que fundara Gustavo III y donde actuasen celebridades suecas como Max Von Sydow o la bellísima Greta Garbo. Un recorrido imprescindible para ver la ciudad desde otro prisma diferente.




