Preconcurso
Los concursos de arquitectura son insostenibles: muchos equipos invierten mucho trabajo y dinero en ellos y sólo uno es recompensado (en el mejor de los casos); y poco eficaces: la elección final de una de las propuestas presentadas hace que se pierda gran cantidad y calidad de trabajo del resto de participantes. Cuando el pasado año la Fundación CIEDES convocó un concurso de Ideas para la integración urbana del río Guadalmedina (y su cuenca fluvial), pensamos que podríamos plantear algo diferente. Pasar de la competición a la colaboración y hacer que el concurso fuese útil más allá de la elección final del jurado. Por ello abogamos por un proceso decomposición abierto, horizontal —no jerárquico por parte de los políticos o los técnicos—, pedagógico —para la ciudadanía y para los propios especialistas—, con aportación de información en tiempo real, transparente, dilatado en el tiempo, reversible y, por supuesto, y por todo ello, desarrollado con una verdadera participación pública de los habitantes del territorio afectado.
Concurso En primer lugar, el «proyecto» entendido de manera convencional deviene dinámico, se convierte en un proceso en el que lo principal es la manera en que se hacen las cosas y se crean relaciones y estrategias. El fin no es lo importante. Se trabaja con incertidumbres y se ensaya, se inventa. Por ello no se pretende entregar una propuesta de intervención en el río, que sería un proyecto cerrado, clásico; sino mostrar la máxima potencia del territorio[1], dejando un documento abierto que permita escribir, en un futuro proceso participativo junto a la ciudadanía, lo que podría ser la integración del Guadalmedina en Málaga. La participación de los ciudadanos nos parecía inseparable del planteamiento abierto del concurso. Se planteó incluso, su implicación en el propio proceso de elaboración de la propuesta; algo que se consiguió sólo en las primeras etapas de toma de datos. La propuesta para el concurso comprende, pues, al ciudadano como centro del futuro proceso de integración urbana del río Guadalmedina y se crean múltiples estrategias y dispositivos para la gestión del mismo: talleres, charlas, creación de un observatorio territorial del Guadalmedina, etc. El equipo que elabora la propuesta también deviene dinámico y, a diario, se reconstruye y se transforma. Al final, han participado con diferente grado de implicación 50 personas: profesionales de diversas disciplinas, alumnos de la ETSAG y colaboradores de Paisaje Transversal y Rizoma Fundación. Los aspectos que consideramos fundamentales para la construcción y el desarrollo del equipo son:
- Integración de los técnicos con el territorio. El técnico tiene que dejar de pensar sólo como tal para implicarse en el territorio, para pensar desde él e integrar en su discurso su propia ciudadanía.
- Trabajo transdisciplinar que permite cuestionar las situaciones desde distintos puntos de vista, a veces incluso opuestos, y elaborar soluciones o propuestas más reales, que partan de una mejor comprensión del funcionamiento y la complejidad del territorio.
- Prácticas de autonomía[2]. No existe jerarquía, se trabaja de manera horizontal y el equipo se construye en torno a la libertad de cada uno de sus individuos. Como en la conformación de un «ecosistema climácico» , el grupo ha permitido a cada individualidad —o sea, singularidad— , adquirir la mayor potencia de ser, compuesta con lo colectivo, y convertirse en una nueva singularidad. El individuo se deshace y se vuelve a crear en la colectividad.
Otro elemento esencial del planteamiento del concurso ha sido el uso de las redes sociales —blogs de PaisajeTransversal y Rizoma Fundación, Citywiki, Facebook, Twitter, etc.— para transparentar el proceso y divulgarlo. Pero no como manera de hacer publicidad —de los individuos o colectivos— sino como forma de implicar al mayor número de personas posible y permitir el trabajo en red con quienes no han podido estar físicamente presentes. Esta idea de trabajo 2.0 y transparencia, ha permitido además hacer del concurso una oportunidad pedagógica para ciudadanos y especialistas, un lugar común de reflexión en torno al río Guadalmedina. El uso de internet como herramienta de colaboración, se hace imprescindible en este tipo de procesos, abriéndolos más allá del ámbito local para hacerlos más heterogéneos, complejos y reales. Hoy día podemos seguir cualquier acontecimiento, y participar en él, en directo —canales de streaming, Skype, Facebook, Twitter, etc.— o en diferido —blogs, correos electrónicos, etc.—. De esta forma, el espacio digital y el espacio físico se apoyan mutuamente, se enriquecen mutuamente, creando un lugar de trabajo híbrido. Este proceso abierto exige, a su vez, que la información pueda ser leída y entendida por personas de diferentes entornos, en su mayoría no acostumbradas a interpretar nuestros códigos. Por ello es indispensable una nueva forma de representación que permita que cualquiera pueda entendernos, para que el proceso sea realmente abierto, inclusivo y transparente y pueda ser seguido y apropiado por aquéllos que quieran participar. Se hace necesario, por consiguiente, un lenguaje sencillo, que pueda ser reelaborado por ellos mismos para devolvernos información; un lenguaje con el que realmente se pueda establecer un diálogo. Posconcurso (conclusiones provisionales) La elaboración de la propuesta para el concurso Guadalmedina ha sido un laboratorio de experimentación colaborativa. Las cosas pueden hacerse de otra manera. La colaboración necesita un mayor esfuerzo inicial —siempre es más complicado establecer consensos entre diferentes individualidades que trabajar bajo la dirección de una o varias personas—, pero ofrece una mayor recompensa: esta experiencia ha producido más realidad que cualquier otra propuesta presentada y, sea cual sea el resultado, el proceso es público, es conocimiento a disposición de cualquiera y podrá servir para alimentar otros procesos. Muestra de esta transcendencia a la esfera real son las 3 denuncias enviadas a CIEDES de otros concursantes que se enteraban por las redes sociales del trabajo que íbamos llevando a cabo y nos consideraban fuera de las bases por ello. Referencias
Como no podía ser de otra manera, este artículo es colectivo y se ha construido mediante aportaciones sucesivas de la gran mayoría del equipo. Para la mejor comprensión de la complejidad del proceso y sus diferentes implicaciones, os dejamos los enlaces a las diferentes plataformas donde se ha ido publicando la evolución del trabajo: http://citywiki.ugr.es/wiki/Rizoma_Fundación/guadalmedina http://rizomafundacion.wordpress.com/
http://www.paisajetransversal.org/search/label/Guadalmedina
Ana Vida Pozuelo es arquitecta y miembro de Rizoma Fundación Artículo originalmente publicado en el número 6 La Revista La Ciudad Viva «Nuevos procesos participativos» (junio de 2012).
Créditos de las imágenes: Imagen 1: El río Guadalmedina con su nombre escrito con letras humanas (fuente: Rizoma Fundación). Imagen 2: Diagrama de colaboradores del concurso del río Guadalmedina (fuente: Ana Vida Pozuelo). Imagen 3: Esfera de trabajo física. Estudio de José María Romero en Málaga (fuente: Rizoma Fundación). -----------------------------------------------
[1] Entendemos el territorio como la unión del medio natural y la población que lo habita (humana y no humana). Su máxima potencia sería, como en el clímax de un ecosistema, su máxima autonomía y biodiversidad con el mínimo gasto energético del conjunto. Planteamos dos estrategias para la obtención de la máxima autonomía del territorio: en primer lugar, se establecen aquéllas que son relativas al medio y la población no humana; en segundo lugar, se elaboran otros dispositivos y tácticas para desarrollar la máxima autonomía de la población humana.
[2] «Una práctica de autonomía es aquella que produce más libertad y más potencia de ser en el individuo y/o en la colectividad que se implica en la práctica» José María Romero (Prácticas de autonomía y libertad).