Revista Arte
La verdadera madre nunca está libre Honoré de Balzac
Del vocablo latino anteparare, que en primera instancia tiene más que ver con un objeto de defensa y protección, el Amparo, es un acto de resguardo, de cuidado y beneficio, que puede encajar en esa idea de la maternidad - también tiene que ver con parir y emparentar- , como lo vemos en la ópera prima del director paisa Simón Mesa, porque Amparo en este caso, no sólo es el nombre de la protagonista sino de su accionar. El director nacido en Medellín ya había mostrado con sus cortometrajes (Leidi y Madre), un acercamiento no sólo a la figura femenina sino un retrato de la marginalidad, entendidas, como el espejo de una sociedad y país, en la que una mujer recorre sus calles y pasajes, para salvar del ejercito a su hijo; en los años 90, como describe la película, fueron comunes las "batidas" o la retención por parte del ejercito a jóvenes, que parecían no tener un futuro.
Mesa junto a su director de fotografía y productor Juan Sarmiento, toman la Medellín de los años noventa, y le dan un look, en el que el fuera de campo y los colores fríos, son el background sobre el que se sostiene la historia de esta mujer soltera, amenazada no sólo por dicha ciudad sino por los hombres, y una sociedad, imbuida en sus propios intereses. Es decir, es una película realista - temáticamente- pero empaquetada en un impostado look europeo-, que al igual que la protagonista o el personaje, es tan ambiguo como complejo de entender en sus razones, y porque no, en esta odisea de lo común.
Violencia desenfocada
Este primer largo de Mesa, peca en su narrativa, principalmente en su tramo final, pero así mismo, su punto más fuerte está en el distanciamiento y aspereza del cómo se narra, apoyada por un gran trabajo de fotografía, y esa focalización en el personaje principal, en el que se nubla el fondo, haciendo más angustioso, y evidentemente más solido la primeridad en este caso de Amparo (Sandra Melisa Torres), quien es la que cobija la trama de la obra; igualmente, entendemos las influencias de Mesa, que en algunos casos se hacen demasiado notorios, y que sin restarle a su obra, si chocan con ciertas estructuras, propias de un cine en construcción; eso si, la parte final, en la que el hijo de Amparo, como un fantasma de ternura, se "cobija" entre la brevedad de la luz y su madre, es tal vez, una de las escena más bonitas del cine colombiano reciente. Zoom in: Presentada en un par de festivales como Nuevo Director
Montaje Paralelo: Elena (2011) - Hermanos Dardenne -Madres