Cada vez se está incrementando más el número de parejas que acuden a terapia por causa de un problema de infertilidad. A pesar de los grandes avances en técnicas de reproducción asistida como la fecundación in vitro, la donación de óvulos o la inseminación asistida, aún se observa un elevado número de casos de esterilidad de origen desconocido.
Cuando la pareja después de un año de tener relaciones sexuales sin anticonceptivos consigue una gestación pero no llega a término se denomina infertilidad. Por el contrario cuando la pareja no ha conseguido nunca el embarazo se llama esterilidad.
Los aspectos físicos y fisiológicos interactúan con los psicológicos, emocionales y cognitivos, por tanto el tratamiento psicológico puede ayudar de forma indirecta a conseguir la deseada concepción.
Las parejas van atravesando varias etapas emocionales que van desde la negación del problema, pasando por cólera y enfado, negociación y búsqueda activa de soluciones, depresión, incremento de ansiedad y tensión, miedos asociados a la falta de hijos, sentimientos de pérdida hasta llegar a la aceptación de la realidad, centrándose en el presente y planificando el futuro.
La labor del psicólogo consiste en ayudar a la pareja a reacomodar toda la situación de infertilidad y permitir que sea un acontecimiento que facilite el crecimiento de la pareja y de cada uno de los miembros en particular también. Se aplican diferentes técnicas de relajación para la reducción de la tensión emocional del proceso de diagnóstico de infertilidad, se dan diferentes pautas para momentos puntuales del tratamiento de infertilidad, y se facilita la comunicación de la pareja, así como diversos modos de manejar la presión socio-familiar, aumentando la calidad de vida y bienestar psicofísico.