Me llega un comentario escrito por estudiantes de Medicina al hilo de las Jornadas organizadas por la Plataforma No Gracias en Pontevedra los días 22 y 23 de noviembre, para invitar a la reflexión. Se aceptan todo tipo de críticas y sugerencias:
La producción y difusión de información científica es un proceso complejo, costoso y en el cual entran en juego numerosos factores e intereses; puesto que, por una parte, la propia evidencia científica posee un coste y, por otra, los resultados de la misma tienen una influencia directa sobre la percepción que profesionales sanitarios, políticos y pacientes tendrán sobre un determinado producto sanitario.
Las consecuencias que puedan tener estas circunstancias sobre los resultados de la evidencia son difíciles de demostrar en todos los casos. Aunque la tendencia es a sobrevalorar el efecto de muchas de las intervenciones médicas.
Por ejemplo, se puso de manifiesto que los ensayos clínicos financiados por la industria poseen un 85% de posibilidades de ofrecer un resultado a favor del producto a estudio en comparación con el 50% de los que no poseían este tipo de financiación, aunque es complicado establecer cuáles son las causas que determinan esta predisposición.
Son muchas las estrategias que pueden explicar estos fenómenos, la mayoría de ellas encubiertas y, en muchos casos, imposibles de constatar.
En primer lugar, cabe destacar uno de los grandes problemas de salud pública que ha supuesto la notable entrada de intereses económicos en el contexto de la práctica clínica: el sobrediagnóstico, el cual; sobre todo en las enfermedades crónicas, avanza lenta, pero inexorablemente. La tendencia es clara, aumentar el número de pacientes que necesitan una intervención sanitaria, especialmente farmacológica. Un ejemplo se sitúa en Estados Unidos (EE.UU.), donde en el periodo de 1990 a 2004 la población diagnosticada con hipercolesterolemia aumentó de 13 a 40 millones debido a los cambios en los criterios de diagnóstico. Ocho de los nueve médicos que elaboraron estas recomendaciones estaban en nómina de las compañías que producían los fármacos que se recomendaban como pauta terapéutica.
Otro de los procedimientos que dan lugar a una información científica sesgada se basa en la manipulación de los estudios experimentales para obtener resultados que beneficien a la intervención que se quiere justificar. Diferentes métodos posibilitan estas acciones, entre los que se encuentran: la comparación de una terapia frente a otra que se sabe que es inferior (por ser un fármaco a dosis bajas, a dosis demasiado altas, etc), el estudio en un ensayo de múltiples variables y la selección de aquéllas que son favorables o la realización de un análisis con diferentes grupos del conjunto de participantes y la posterior publicación de los que permitan conclusiones favorables para la intervención a estudio.
Por último, también es destacable el efecto que tiene sobre la publicación y divulgación de la evidencia el hecho de que la misma aporte datos a favor o en contra de un fármaco, tecnología sanitaria u otro tipo de intervención. El sesgo de publicación y de difusión es muy frecuente y puede originarse de muchas maneras y bajo diferentes contextos. Como muestra de las consecuencias que pueden tener, son llamativos los casos de los antidepresivos paroxetina y reboxetina, los cuales, tras analizar tanto los estudios publicados como los no publicados, muestran una eficacia similar al placebo.
Las discrepancias en la interpretación y análisis de los datos son comprensibles, puesto que los factores que intervienen en estos procesos no están en absoluto aclarados y las posibles soluciones son complicadas y afectan a numerosos elementos de la producción e interpretación de la información científica. Aunque una conclusión está clara: es primordial realizar un esfuerzo a favor de la transparencia. En juego se encuentra la credibilidad y confianza en la comunidad científica y sanitaria.
Por mi parte, sólo añadir que es triste (por escribirlo de manera fina) que se utilice algo tan sensato como la llamada evidencia científica para hacer marketing de productos sanitarios.