Gimnasia propuso, tuvo la pelota y creo situaciones. Fuimos mucho más en el desarrollo del partido. Estudiantes no propuso, esperó a que nos equivocáramos y nosotros nos equivocamos dos veces. Nada más eso hizo Estudiantes, que tiene jugadores de gran categoría, distintos a los nuestros que fallaron frente al arquero rival”"
Estudiantes tiró pelotazos cruzados de cuarenta y cinco metros, hizo el gol y ganó el partido. Hay que resistir y ser fuertes sobre todo cuando el rival no te gana, sino que le regalás el partido”
Cappa es un gran entrenador, con verdadera vocación para transmitirle su idea madre a los jugadores, al menos para quien escribe. La intención de querer proponer siempre es admirable, más allá de que a veces no cuente con las piezas para hacerlo, lo que muchas veces produce que sus equipos queden desequilibrados y expuestos en defensa. Después, hay cuestiones que lo hacen autodestruirse, como despreciar al rival cuando pierde, bastardear otros estilos de juego que no sea el que él pregona, minimizar el trabajo llevado a cabo por el otro equipo y maximizar algunos detalles para intentar pintar como injusta sus derrotas. Eso hizo tras la derrota en su primer clásico platense.
Gimnasia propuso, cierto. Tuvo la pelota, cierto. También creo situaciones, aunque no tan nítidas o mediante un torbellino de fútbol, como vio Cappa. El Lobo manejó la posesión, pero sin llegar a intimidar demasiado a Orión, con Neira como principal arma, pero sin sin sorpresa. Tuvo la intención, pero no fue un equipo que lastimara con claridad por tener la pelota. En especial cuando la apuesta de Estudiantes fue justamente esperar para golpear ante el descuido rival.
El libreto principal de Berizzo quedó guardado en un cajón. Desde que llegó el nuevo entrenador, mostró a los cuatro vientos que su idea era reproducir el plan Bielsa y ser siempre un protagonista desde una ofensiva extrema. Esa fórmula generó algunos resultados positivos y negativos, pero con una imagen borroneada de aquel cuadro campeón de Sabella, que no brillaba pero aplicaba con maestría sus ideas para controlar a sus rivales y, tarde o temprano, golpearlos.
En las antípodas del cráneo bielsista del que tanto inflaba el pecho Berizzo, Estudiantes aguardó con paciencia mientras Gimnasia tenía la inciativa, no se impacientó, explotó el oportunismo y las individualidades de Enzo Pérez y Gata Fernández, y sacó chapa del oficio de campeón. Ni rastro del vértigo o lluvia de ataques con el sello del Loco, aunque sí presión para forzar el error. Una fórmula simple y válida, por más que Cappa la haya reducido a muy poco.
La llave para abrir el partido la tuvo Desábato. Cappa explicó ese primer gol como un pelotazo de 50 metros, con el cual el rival sabía que la defensa mal parada de Gimnasia iba a equivocarse. Fue así, con la diferencia de que no fue un pelotazo ordinario. Lo que hizo Desábato fue levantar la cabeza y ponerle la pelota a la Gata con un pase perfecto para romper a Gimnasia. Si en vez de Desábato, el nombre era Riquelme, seguramente no se trataría de un simple pelotazo. El Lobo perdió aún más claridad y se ahogó en más nervios. Así lo reflejó la mano inocente de Masuero adentro del área, que terminó con el 2-0 y factura final de Enzo Pérez.
Pese a la derrota, Gimnasia sale de la zona de descenso directo para pasar a Promoción, impulsado por la caída de Olimpo, que vuelve a hundirse allí. Ahora, ¿qué pasará con Estudiantes? ¿Berizzo habrá decidido cambiar su plan de juego por esta versión más parecida a la de Sabella con la que sus jugadores se sienten más cómodos y a la que están acostumbrados, o habrá sido solamente para este choque vital y porque no tenía a Verón disponible? No será un paso atrás si cambia, después de todo, él no es Bielsa y tiene que darle su impronta a su propio libro de entrenador.