Escrito por el Arqueologo Jesus Martin
Cuando llevamos a cabo cualquier intervencion arqueologica es bastante común, sobre todo en excavaciones y prospecciones, recuperar material arqueológico. Por eso hemos pensado hacer una pequeña guia de los pasos que nosotros llevamos a cabo para realizar un estudio de material arqueológico desde que encontramos el material en campo hasta que lo entregamos en el museo.
Durante la excavación arqueológica
Nosotros siempre excavamos siguiendo la metodología de Harris (para quien no sepa de qué estamos hablando, puede ver este artículo), diferenciando Unidades Estratigráficas. Una vez empezamos a excavar una unidad estratigráfica previamente identificada, definida y documentada (fichas, planos y fotos), el material arqueológico que vamos recuperando lo separamos entre cerámica (tanto selecta como no), huesos de animales, metal, vidrio, etc.
Para separar el material en campo utilizamos bolsas de plástico de diferentes tamaños donde incluimos una etiqueta de acetato (normalmente de color verde) sobre la que escribimos todos los datos que nos permitan identificar la procedencia y naturaleza del material en el laboratorio.(Yacimiento, U.E. Fecha, Tipo de Material). Para ello utilizamos un indeleble de color negro.
Etiquetado
Aunque nosotros utilizamos este método, a lo largo de nuestros años de experiencia, hemos visto de todo y algunas soluciones son mejores que otras. Desde los palillos depresores hasta los papeles escritos con bolígrafo bic y metidos en una bolsita de plástico.
Todo es válido si, cuando procedamos a estudiar el material, podemos identificar los datos que incluimos en esta etiqueta y por supuesto, ésta no daña el material arqueológico en ningún caso.
Muchos también marcan con bolígrafo indeleble las bolsas de plástico por fuera, con el número de U.E. y algún otro dato que se pueda considerar relevante.
Restauracion in situ
La verdad es que en todos nuestros años de experiencia, pocas veces, por desgracia, se tiene a un profesional restaurador en campo. Lo cual en muchas ocasiones es muy útil, sobre todo para que todo el material arqueológico llegue en perfectas condiciones a las siguientes fases.
Tener un restaurador en campo facilita mucho el proceso de conservación de los diferentes tipos de materiales ya que ellos nos pueden aconsejar cuál es la mejor manera de almacenarlos y transportarlos hasta nuestro lugar de estudio (laboratorio)
En el laboratorio de arqueología
Aquí es donde nuestro trabajo es menos visible para el “gran público” pero es la parte mas importante, tanto por el tiempo que le dedicamos, como porque es en ella cuando tendremos todos los elementos “encima de la mesa” y, gracias a ello, podremos extraer conclusiones de interés científico.
La limpieza del material. Hablemos de la cerámica
Pero todavía no tenemos todos los elementos que necesitamos para la elaboración de unas conclusiones. Aun nos falta limpiar, siglar e inventariar el material arqueológico que hemos recuperado en campo.
Para ello utilizamos diferentes métodos y dependerá del tipo de material que estemos limpiando. Me centraré en la cerámica al tratarse del elemento más abundante que nos aparece en las excavaciones arqueológicas.
Nosotros, en líneas generales (siempre hay excepciones) introducimos las piezas en agua y cepillamos con cuidado tanto sus bordes como sus cuerpos. El cepillo será más o menos grueso en función de la cantidad de tierra/concrecciones que tengan las piezas y también dependiendo del estado de conservación de las mismas. Generalmente con cepillos de dientes y de uñas es más que suficiente.
Una vez limpio el material cerámico se extiende para secarse de manera natural sobre papel de periodico. Intentaremos ponerlo cerca de una fuente de calor (no directo) y, si las condiciones metereológicas lo permiten, en el exterior.
Separando el material: selecto o no selecto
El material cerámico selecto es aquel que nos puede aportar algún dato tanto de su forma como de su cronología. Generalmente son: bordes, bases, elementos de sujección (asas, mamelones, etc), carenas, fragmentos con decoración, etc.
El resto de material, leáse galbos, serán tratados como no selectos. Es prudente y aconsejable, una vez hecha esta distinción entre selecto y no selecto, y con el material de una misma unidad estratigráfica, ver si hay fragmentos que peguen con otros y que puedan ayudarnos a ver mejor las formas.
El siglado
La última fase antes de ponernos con el inventario y estudio propiamente dicho del material arqueológico, es el siglado del material arqueológico.
¿Como siglar?
Lo más básico, y que nosotros siempre hemos utilizado, es la laca de uñas y los bolígrafos indelebles. ¿Por qué la laca de uñas? Porque es un método reversible. Si nos equivocamos o se quiere retirar esa sigla, se puede hacer facilmente frotando con un algodón impregnado de acetona.
Elegir el lugar de la pieza en el que debemos situar la sigla es simple o complejo según el tipo de pieza que estemos siglando en cada momento. Es mejor utilizar el sentido común en muchos casos pero se debe seguir las siguientes pautas: que sea lo menos visible posible (el tamaño si importa) y que se localice en una parte de la pieza que si orientamos correctamente no se vea. También debe situarse lo más cerca de la zona de rotura, no la vamos a poner junto al borde (en el caso de que este fragmento lo sea)o en el centro de la pieza.
Ahora bien, evidentemente si, por ejemplo, contamos con un fragmento de plato con decoración al interior y al exterior, intentaremos situar la sigla fuera de la decoración.
Hay mucha casuística. Cada pieza es un mundo y por eso es aconsejable utilizar el sentido común a la hora de siglar.
¿Qué siglar?
Esta pregunta que “a priori” parece de fácil respuesta ha sido la causante de calentadas discusiones entre colegas (no, nunca hemos llegado a las manos
)En general, o por lo menos según nuestra experiencia, se sigla todo el material selecto (cada fragmento con una sola sigla) y el material no selecto, lo contamos y damos una sola sigla a todos los fragmentos.
Este método no lo hemos inventado nosotros, es lo que nos piden por ejemplo en el Museo Arqueológico Regional de Madrid o en el Museo de Santa Cruz de Toledo.
Pero es cierto, y queremos reflejarlo aquí también, que en otros lugares se siglan todos y cada uno de los fragmentos que se han recuperado de un yacimiento arqueológico.
¿Cuál es el método más correcto? Todo irá en función del lugar de España en el que estemos excavando y del museo en el que tengamos que depositar dicho material (lo mejor es preguntar antes de empezar a siglar un conjunto de materiales).
Del dibujo de piezas arqueológicas (cerámica) ya os hemos hablado antes así que no voy a extenderme en ese respecto.
El resto del proceso: bases de datos, consulta de bibliografía, estadística, conclusiones, etc, os hablaré en otro artículo que este ya me ha quedado bastante largo.
Y vosotros ¿cómo realizáis el estudio del material arqueológico?