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Estudio sobre Vampiros: Mitos, realidad y base científica

Publicado el 06 febrero 2023 por Atanatosweb

VAMPIROS

El siguiente tratado tiene como única misión, ofrecer al lector una visión, mas real de la acostumbrada, de lo que han sido y son los vampiros. En un intento de arreglar los improperios y falsas ideas de lo que en verdad y digo en verdad son los vampiros.

El articulo lo escribí hace 15 años para el fancine Dunwich

Los inicios

Desde los albores de la historia, el vampiro ha cohabitado entre nosotros, se ha paseado entre nosotros con diferentes nombre. Así, hacia el siglo III a.C, encontramos en Asia a Ch´ing-Shih, monstruo que se alimentaba de la sangre de los difuntos. En Japón a los jikininki, devorador de muertos recientes. En Oceanía a los berbalang, criaturas voladoras que se alimentaban de la sangre de los muertos. Las langusuir malayas, khu egipcios, empusae y lamiae griegos o su versión romana llamada striges y como no el mismísimo Jesucristo que nos ofrece su sangre cada liturgia como modo de perdón.

Los mitos entorno al vampiro.

A lo largo de muchos siglos han sido presentadas a la sociedad escritos y, como no,películas ofreciéndonos su peculiar imagen de un vampiro que rara vez a escapado de unas pinceladas de la propia cosecha del propio autor. A continuación expongo un fragmento de un estudio sobre vampirología.

Al abrir la tumba de un vampiro se le descubre con las carnes tiernas y sonrosadas, la piel no ha perdido su humedad y de cada uno de los orificios del rostro (nariz, oídos, boca) se puede contemplar como aun resbala un hilillo de sangre, que mancha la mortaja. Otras veces esta misma mortaja aparece roída por el propio vampiro. Las uñas se han desprendido y en su lugar han crecido otras nuevas, si bien otras versiones hablan de unas uñas de proporciones desmesuraras y grotescas. Pero lo que nunca ha faltado en ningún testimonio, es eso olor tan característico que unos lo identifican como el hedor de la putrefacción.

En cuanto a los colmillos tan populares, la primera documentación que tenemos es de tipo literario: Carmilla; no obstante en la obra de Joseph Sheridan Le Fanu, la condesa Carmilla no muerte a su amada en la yugular si no en el pecho. Si embargo existe una explicación lógica a estos caninos, es una consecuencia hereditaria, ya que el vampiro es el último avatar del hombre lobo y de él conserva los caninos. La nocturnidad del vampiro es otro tema totalmente mitificado por la literatura y no defendido por los primeros estudiosos, al igual que su supuesto aspecto extremadamente flaco y encorvado, con orejas puntiagudas como los murciélagos.

En cuanto a los muertos susceptibles de convertirse en vampiros encontramos a los que no recibían la Extrema Unción, excomulgados, los suicidas, los abortos de padres ilegítimos, las personas a las que sus padres maldecían en vida y los perjurios y en general aquel no era enterrado en lugar sagrado. El Diablo interviene directamente en casos como cuando una bruja copula con él: sus hijos nacerán vampiros . Y hay de aquel que poco después de fumar o beber vino durante la cuaresma, caiga fulminado y naturalmente, la víctima de un vampiro se convertirá en vampiro. El vampiro regresa de la muerte en cuerpo y alma, pues el ánima diabólica vuelve a poseer la materia y crea un cadáver repulsivo o un artificioso y refinado cuerpo de atractivo seductor, según la concepción sea folclórica o literaria.

Los demoníacos hematófagos ven en la noche, pero sobre todo pueden transformar su aspecto físico, agigantándolo o empequeñeciéndolo o también convertirse en aquellos mismos animales que pueden dominar con su mirada hipnóptica: el murciélago, araña, la rata, el mochuelo, el zorro y el lobo (peculiar detalle, ya que siendo descendiente de un hombre-lobo, esto significa que domina a su propio padre), igualmente puede vaporizarse o convertirse en simples motas de polvo sólo visibles a la luz de la luna.

Se sirve también de los muertos a través de ejercicio de la necromancia. Domina ciertos elementos climáticos como la tempestad; pero en pequeña medida. Tiene la fuerza de 20 hombres pero también tiene debilidades: la falta de sangre significa un estado de inanición, una rama de rosal silvestre puesta sobre su tumba le impide salir de ella, y el detalle de no poder entrar en ningún sitio si antes no ha sido invitado, solo lo solventa con su capacidad hipnóptica. El día no es en si mismo mortal para el vampiro, pero le reduce sus poderes o incluso desaparecen pero la escena del vampiro aniquilado por el rayo de luz es totalmente cinefila y ajena al mito original.

No proyectar ninguna sombra ni reflejarse en los espejos (se supone que, al estar muerto su alma carece no tiene eco visual), si ser debilidades, pueden ser pruebas irrefutables para su identificación. Pese a su potestad no puede cruzar el agua.

Además del rosal, el ajo y los elementos sagrados (cruz, hostia consagrada, agua bendita), estos lo indisponen pero no le matan. La estaca, de diverso material –álamo, espino– según las zonas, debía clavarse en el pecho del vampiro para atravesar su corazón y liberar su alma poseída. En Rumania se aseguraba que si el estacamiento no se producía de un sólo golpe, el vampiro podía revivir. Al recibir el golpe de estaca, el vampiro solía proferir un grito ensordecedor de agonía -como signo de pesar y liberación al mismo tiempo- y abundante sangre salía de su boca y su pecho hasta que el cadáver se convertía en polvo. Si por el contrario, el cuerpo no se consumía, se le debía decapitar -generalmente con una pala de enterrador- e incinerar el resto del cuerpo para esparcir las cenizas al viento, arrojarlas a un río, o enterrarlas en un cruce de caminos para que el mal jamás encontrara el camino de vuelta a la villa.

El vampiro en nuestra sociedad.

Dictionnaire Infernal, Jacques Albin Simon Collin de Plancy

Dictionnaire Infernal, Jacques Albin Simon Collin de Plancy

En el siglo XIX, los recuentos acerca de cadáveres hallados incorruptos fuera de sus tumbas comenzaron a extenderse por toda Europa. Así, en 1818 es su obra Dictionnaire Infernal, Jacques Albin Simon Collin de Plancy recoge un informe realizado en 1031 por el obispo de Cathors, en el que se citaba el caso de un caballero que había sido excomulgado y cuyo cadáver fue encontrado sin corromper fuera de su sepultura, transcurrido un tiempo después de su muerte.

En el siglo XII prodigaron las obras escritas en latín acerca de cadáveres que salían de sus tumbas para dar muerte a los vivos. Como De Nugis Curialium escrita en 1182 por Walter Map y la obra Historia Rerum Anglicarum de 1196 de monje agustino Willian Newburgh. Aún sin acunar el término «vampiro», en ambas obras se les denomina como «cadáver sanguisugus» que en latín quiere decir «cadáver chupador de sangre«.

Las alusiones a los no muertos continuaron de forma esporádica durante le época renacentista. Pero fue en el siglo XIV, cuando los casos de vampiros dejaron de ser recuentos aislados y se convirtieron en un mal endémico que asoló las regiones de Europa del Este, especialmente Prusia, Silesia y Bohemia. Las oleadas de recuentos acerca de vampiros coincidieron con las plagas de peste bubónica. Por temor a contagio, los lugareños enterraban a los enfermos sin cerciorarse de que estaban realmente muertos, por lo cual no es extraño que cuando se exhumaban los cadáveres días después, para comprobar que los cuerpos seguían intactos y descubrir así al vampiro, se encontraban a los difuntos flotando en sangre y con sus uñas manchadas de esta.

La fiebre vampirica fue en aumento, en el siglo XV, apareció el Malleus Maleficarum, tatrado acerca de los espectros. Esta obra fue prohibida en 1486 por orden expresa del Papa Inocencio VIII, condena que llevaba implícita el expreso reconocimiento por parte de la Iglesia de la existencia de los muertos vivientes. Un siglo después, en Alemania, la Reforma Protestante también declaró el vampirismo como fenómeno auténtico.

A finales del siglo XVI y comienzo del XVII, en los últimos estertores del Renacentismo, las supersticiones vampíricas, pasaron a infectar las lejanas y pobres zonas del este europeo: Silesia, Bohemia, Polonia, Hungría, Moldavia, Rusia. Todas estas supersticiones hicieron que el vampirismo, aunque aún no se le conocía con tal nombre, se convirtiera en una psicosis que derivo en la persecución obcecada de los supuestos engendros del mal. Estas cazas de vampiros se dieron en años conflictivos, principalmente en Istria 1672, en el este de Prusia 1710 y 1721, Hungría 1725-1730, en la Serbia austríaca 1725-1732, otra vez en Prusia, 1750, Silesia 1755, Valaquia 1756 y en Rusia 1772.

Las oleadas vampíricas, coinciden con la propagación de plagas que devastaron todas aquellas zonas en cuestión de días y legaron a su paso un escenario dantesco y apocalíptico: los cadáveres de familias enteras aparecían de un ida a otro desparramados por los cultivos, como sorprendidos por algún demonio de noche.

Es por ello, que el Vampiro se convirtió enseguida en una metáfora. Durante años se llevó a cabo una indiscriminada actividad de exhumación y quema de cadáveres.

Dentro del siglo XVIII se llegaron a emprender campañas de investigación ordenadas por gobiernos, tales como el austríaco. Figuras consagradas como Voltaire (1694-1778), que condenaba la superstición como el mas pútrido de los males, no pudo mantenerse apartado del temor generalizado que gobernaba a gran parte de la sociedad europea.

En un intento de explicar las supersticiones mediante la razón, proliferan los tratados y disertaciones científicas acerca de los vampiros. Uno de los mas importantes fue la Dissertatio Historica-philosophica de Masticatione Mortuotum, escrito por Phillip Rohr en 1679. Rohr afirmo que los supuestos muertos vivientes eran criaturas poseídas por el demonio. Por supuesto tal explicación no soluciono el problema. La mismísima Iglesia se pronuncio en contra, fue el monje Benedictino Dom Clamet (1672-1757) en su obra Traité sur les Revenants en Corps. les Excommuniés, les Oupires ou Vampires, broucolaques de Hongrie, de Moravie, etc (Tratado acerca de los aparecidos en cuerpo, los excomulgados, vampiros, Vrykilakas de Hungría, Moravia, etc).

A pesar del rechazo de las altas esferas, la figura del vampiro no tardó en cautivar la mentalidad de los europeos y, gracias a los diferentes tratados y estudios científicos en los que se databan características de dichos engendros, la aureola del vampirismo pronto se convirtió en tema de sabiduría popular, creándose así un serie de rasgos folclóricos asociados al monstruo, que poco tiempo después influirían en la concepción del Vampiro literario.

El vampiro en la literatura.

joseph sheridan le fanu carmilla

joseph sheridan le fanu carmilla

La mentalidad escepticista originada por la Revolución Industrial, y la aparición de una sociedad que deja de creer en engendros diabólicos, en entidades de las tinieblas.

Hubo que esperar la Romanticismo en concreto a la primera generación de escritores románticos, surgida en Alemania para resucitar la leyenda del vampiro. En composiciones poéticas tales como «Der Vampyr» 1748 de Heinrich August Ossenfelder, Leonore de Gottfried August Bürger 1773 o Die Braut von Corinth (La Novia de Corintio) de Johan Wolfgang von Goethe 1797. En estos escritores un amante, mujer u hombre, vuelve de la tumba en busca de su amada/o, acogiendola/o en su frío regazo.

En su contexto literario, el vampiro dejó de ser aquella bestia sedienta de sangre descrita por Dom Calmet y pasó a tomar connotaciones humanas, cierto atractivo seductor, capaz incluso de personificar sentimientos tales como el amor.

Lord Byron inspirará la concepción del vampiro literario en prosa, seductor aristócrata y sin escrúpulos que modeló John Polidori en su obra El Vampiro de 1819.

En la segunda generación de escritores románticos, el vampiro cautiva la conciencia de los literatos ingleses. Samuel Taylor Coleridge y Robert Southey escribieron los primeros poemas del género vampírico en lengua inglesa. Cleridge compuso su renombrado «Christabel«, Southey fue el primero en materializar la figura tradicional del vampiro en «Thalaba el Destructor«.

Destacable es, sin duda, la sombría composición vampírica «The Giaour» escrita por Lord Byron en 1831, en la que presenta al vampiro como ente perdido, sin patria, condenado al sufrimiento y a traer pesar a sus más allegados.

En el siglo XIX, el vampiro entra en los dominios de la prosa. En estos escritos el vampiro entra en sociedad y, fraguándose a partir de la figura del villano gótico, del diablo refinado que ya se había adelantado Milton, se creará un ente humano, seductor y aristócrata, alejado de la concepción bestial de las supersticiones, si bien en él subyace una personalidad animal, sin escrúpulos, ya que necesita de la sangre de los vivos para sobrevivir.

Una de las primeras obras de vampiros en prosa es No Despertéis a los Muertos escrita a principios del siglo XIX y atribuida al romántico alemán Johan Ludwig Tieck.

A pesar de la magnifica ambientación de este relato, la conseguida caracterización, no solo del vampiro sino de la escalofriante relación psicológica y física con su presa, muy en la onda de Berenice (1833) o Ligeia (1838) de Edgar Allan Poe, la primera gran obra en prosa de vampiros, en la que se traza el arquetipo vampírico de Lord Ruthven, que será copiado por las subsiguientes generaciones, no se escribirá hasta 1819. En este año, John Polidori, escribe El Vampiro, relato que cuenta las andanzas de Lord Ruthven, un pérfido aristrocata seductor, personaje claramente deliniado sobre el modelo de Lord Byron, romántico de carácter libérrimo, pasional, movido sólo por la sensación y el sentimiento corruptor por naturaleza.

La malignidad de Ruthven transcendió el reino de la literatura y llego a los dominios visual de la escena. Así, el francés Charles Nodier (autor de tratado-recopilatorio Infernaliana) realizo de primera adaptación teatral de la obra de Polidori en 1820.

El arquetipo vampírico creado por John Polidori tuvo una difusión social notable y sus constantes inspiraron a James Malcolm Rymer al escribir Varney el Vampiro, o, El Festín de Sangre (1845).

Tras Varney, el siglo XIX progresa sin mayores logros dentro del genero vampírico y todos los relatos que aparecen recurren a los clichés ya creados en las obras citadas.

Sin embargo, en 1872, un irlandés, Joshep Sheridan Le Fanu, escribe la que, para muchos, es la mejor obra literaria de vampiros: Carmilla, una novela rica en ambientación gótica y sobresaltos, que presenta como protagonistas a dos mujeres:

Carmilla, el vampiro femenino o lamía (La Condesa Miracalla Karnstein, claramente inspirada en la «Condesa Sangrienta», Elisabeth Bathory) y Laura su víctima. Es precisamente esta quien narra la historia. A través de su visión se exponen los hechos en un filtro sentimental tierno y delicado.

La relación entre Carnilla y Laura es puro amor, y puede ser considerada , por lo tanto un vínculo lésbico donde el ataque del vampiro es más pasional que cruel.

A finales de siglo, en la Inglaterra victoriana, de genera la obra maestra del género vampírico, Drácula (1897) de Bram Stoker, fruto de la recopilación de infinidad de aspectos folclóricos y la embebecida admiración por parte del autor hacia toda la generación literaria de su siglo.

Stoker basó la ambientación de su novela en tradiciones vampíricas propias de Transilvania, sobre las cuales se versó en una lectura minuciosa de La Tierra más allá de los Bosques (1988), una guía sobre aspectos folclóricos y culturales de dicha zona escrita por Emily Gerad.

Su vampiro, convertido en el vampiro por excelencia a partir de su obra, está inspirado en un personaje histórico, Vlad Tepes (1421-76), príncipe de Wallachia, un antiguo reino que, al igual que Transilvania, ahora forma parte de Rumania. El Drácula real o mejor aún Draculea, es vástago de otro Dracul, que debe su sobrenombre a la instauración de la orden del dragón 1n 1418 por el emperador Segismundo de Luxemburgo, cuya finalidad es la lucha contra el imperio turco. Su lema era: ¡oh, cuán compasivo, justo y piadoso es Dios!, su emblema es un Dragón con la cola enrollada al cuello, formado todo él un círculo. Conocido con el apelativo de Drácula (que significa diablo o dragón), los suyos lo consideraban como un guerrero de valor excelso, por su defensa a ultranza de sus tierras en contra de la invasión de los Turcos, mientras que para sus enemigos era un temible gobernador que solía someter a sus prisioneros de guerra a espantosas torturas entre las que destacaba el empalamiento. Vlad Tepes como es bien conocido, se caracterizo en sus combates por desplegar una extrema crueldad, rayana en algo más que los simplemente humano, sus bosques de empalados, que se cuentan por decenas de miles y demás atrocidades.

Drácula es un vampiro convencional en muchas de sus características. Stoker consiguió en el un perfecto equilibrio entre la tradición folclorica, un muerto viviente que vaga sediento de sangre con instintos de bestia y el refinado vampiro byroniano, un noble que reina en los parajes de Transilvania, poseedor de riquezas y un inmenso castillo, u aristócrata que, por capricho y afán de poder, se traslada a Inglaterra, llevado por su deseo de reinar.

En el arquetipo de Stoker encontramos además otros aspectos tradicionales que están ausentes en las obras de Polidori, Rymer y Le Fanu.

  • Drácula no se refleja en los espejos, pues se supone que, al estar muerto, su alma no tiene eco visual.
  • El ajo le repele.
  • Como anticristo, inversión de los valores cristianos, rehuye cualquier símbolo de dicha religión, especialmente la cruz.

Como rasgos originales, creados por el propia Stoker, destaca el hecho de que, al desplazarse a Inglaterra, el vampiro transporta su ataúd, debiendo éste estar lleno de tierra de su lar nativo para poder sobrevivir. Además, antes de Drácula el vampiro solía morder en cualquier zona del cuerpo (Carmilla, por ejemplo, liba sangre del pecho de sus víctimas), pero a partir de Drácula, se institucionaliza la mordedura del vampiro en el cuello. En este sentido cabe destacar que Drácula no es el primer vampiro con colmillos pues, como ya se ha dicho, Rymer ya había asociado tal parafernalia al vampiro en su obra Varney the Vampyre, o, The Feast of Blood y Carmilla también poseía dos incisivos agudos y punzantes.

Bram Stoker muere en 1912, malas lenguas afirman que ya moribundo repetía sin cesar «Strigoiu… strigoiu…», «El vampiro… el vampiro…».

Ciencia Vs Vampiros.

El vampirismo se extendió como la peste… causando numerosas muertes y perturbando todo el país. Los hechos son históricos: la gente moría como corderos podridos; y la causa de su muerte, según creían, era la que se ha dicho. ¿Debemos suponer entonces que morían asustados de vivir, como mueren los hombres cuyo perdón se proclama cuando sus cuellos están ya cortados, es decir, de la creencia de que iban a morir? Bien, si esto fuera todo, también sería digno de examinar.

Pero es que aún hay más.

Dr. Hermert Mayo (1847).

A la luz del recién pero fecundo paradigma científico, el vampirismo no era más que el fruto de la imaginación desbordada por los terribles acontecimientos y plagas y de las superstición, alentada muchas veces por el propio cristianismo, con su creencias en el alma, el diablo y la vida eterna.

vampiros en europa

Vampiros en europa

Las explicaciones que ofrece el científico actual no difiere en exceso de las que sugirieron en su momento 1. Plagas de gran mortandad como la peste o la rabia. La existencia de cuerpos sin vida, pero que bajo ciertas condiciones de contexto (minerales, humedad) pueden conservarse incorruptos largo tiempo 2. Todos estos factores se han presentado como responsables de tan fantástica leyenda.

A principios de 1992 el doctor Juan Gómez Alonso, jefe del servicio de Neurología del Hospital Xeral de Vigo leyó una tesis doctoral titulada Rabia y vampirismo en la Europa de los siglos XVII y XVIII. El trabajo analizaba los resultados de diez años de investigaciones, y de las que puede inferirse que la leyenda del vampirismo, desde la perspectiva de la medicina, podría sustentarse en tres fenómenos.

Zoonosis: -Enfermedad de origen animal como la rabia-; trastornos en el sistema límbico -el área del cerebro que regula la función sexual y otras funciones instintivas (eros/thanatos)-; y por último otros que se sustentarían en fenómenos naturales.

Rabia: Es la enfermedad que mejor podría explicar las características del vampiro: presentación en forma humana o animal (perro, lobo, murciélago3); agresividad (tendencia a morder, a chupar sangre, a matar); transmisión de padecimiento mediante mordedura, hipersexualidad4, rechazo a diversos estímulos como la luz, el agua, lo olores intensos5, espejos porque a los rabiosos todo ello les produce espasmos dramáticos de la musculatura facial que hacen enseñar los dientes y retorcerse; predominio en hombres; alteración del ritmo vigilia-sueño y un cadáver atípico, bien conservado, repleto de sangre fluida, con cabello y uñas crecidas. En la segunda fase de la descomposición los gases que se generan, hinchan el abdomen y los genitales, a semejanza de las descripciones legendarias, e incluso se desplaza la sangre llegando a brotar, por lo que se explicarían los cadáveres hallados ensangrentados.

La comparación de fechas entre epidemias de rabia revela la aparición de ciclos de cincuenta a setenta años, lo que también ha dado a pensar a algunos autores piensan que se trate de la superposición de varias enfermedades que presentan ritmos de períodos similares como es el caso de gripe tóxicas encefalitis agudas. Esta última provoca estados de catalepsia, en los que las funciones vitales alcanzan los umbrales mínimos.

Hematodixia. Son los llamados vampiros vivos. Es decir aquellas personas que siendo perfectamente normales en su apariencia externa, precisan del consumo de sangre para poder sobrevivir. La hematodixia no figura como patología alguna. Lo más similar que se ha descrito es la llamada anemia perniciosa. El enfermo no puede absorber la vitamina B12 debido a carencias en la sangre.

1 El trabajo más famoso en este sentido es del doctor Gerard Van Swieten, Rapport

médical sur les vampires (Van Swieten 1755)

2 En el cementerio del Este en Barcelona, este fenómeno es muy corriente.

Efectivamente, debido a la cercanía con el mar, el contenido de sal en suspensión en

el ambiente favorece la conservación de los cadáveres. Pero su preservación depende

de si reposan en nichos paralelos o perpendiculares al mar.

3 Animales cuya mordedura transmite la rabia.

4 Según el autor se han descrito en enfermos de rabia erecciones de hasta 24 horas y

que un hombre afectado pudiera copular hasta 30 veces en un día.

5 Como los de las flores de ajos, y de rosas silvestre


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