Tengo un amigo que es un fanático de Amélie Nothomb. Nunca ha asimilado demasiado bien que yo tenga serias dudas sobre la calidad de esta escritora y pensó que la mejor solución era regalarme otro libro suyo (aunque para armar mi opinión ya hubiera leído otros tres títulos). Así que en estos últimos días que he pasado en la nieve hice los deberes de Estupor y temblores.
Cuando mi amigo me pregunte, le diré que esa ironía desgarradora me hizo sonreir en más de una ocasión y que la historia da para hablar durante toooda una noche. Le haré feliz, sin duda. Pero me pensaré si decirle que me ha gustado menos que ciertas partes de los libros de Nothomb que tanto he criticado. Al menos, en los anteriores casi únicamente me fallaba el final. Me lo tomaré como un acto de supervivencia. No vaya a ser que intente remediarlo regalándome un nuevo libro de Amélie. La verdad es que tiene una amiga que no tiene remedio...