Todas las personas que han pasado por esta situación experimentan al menos alguna o todas estas etapas. Estos sentimientos deben ser superados para poder aceptar la pérdida en su totalidad.
Shock y negación. Se experimenta una especie de bloqueo emocional, y gran dificultad para aceptar lo sucedido.
Resentimiento. Contra los demás y también contra uno mismo. La persona afectada está contrariada y enfadada por la muerte del ser a quien tanto quería. También son frecuentes los sentimientos de culpa.
Búsqueda. La persona experimenta una fuerte nostalgia de lo perdido y desea recuperarlo por encima de todo. De algún modo sigue esperando su regreso. Es habitual tener sueños o alucinaciones con la persona fallecida.
Depresión y culpa. El resentimiento desaparece y la persona afectada queda vacía, es posible que pierda el interés por la vida o que sienta que nada vale la pena. Se siente responsable en alguna medida de la muerte del ser querido, y eso contribuye al ánimo deprimido.
Aceptación. La persona debe aceptar y superar esta etapa con el fin de volver a la vida normal. Se aprende a aceptar la pérdida poco a poco y es frecuente rememorar a la persona fallecida.
La persona que ha perdido a un ser querido necesita alguien que esté a su lado, simplemente dispuesto a escuchar. Muchas veces no es necesario actuar y responder de forma activa, basta con estar “ahí”.
La duración de las etapas de duelo es variable en cada persona, pero dentro de los límites aceptables el período suele ser de uno a dos años.
Cuando el duelo se prolonga en el tiempo
Si esperimenta alguno de estos síntomas, es posible que necesite ayuda profesional:
- Angustia excesiva.
- No se supera ninguna fase del duelo.
- Sentimientos exagerados de culpa.
- Incapacidad de mantener las actividades diarias.
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