El disco De Cuba, música eterna, de Guido López-Gavilán y su orquesta de cámara Música Eterna, deviene joya imprescindible para adentrase en el repertorio tradicional y trovadoresco criollo
Suelen seducir por sus textos y tienen a su cuenta toda una popularidad entrañable, anclada en un punto tangencial de la sonoridad de la nación. Son canciones escogidas al gusto de una orquesta y tocadas desde la finura de la tradición.
Las han perpetuado como eternas y ahora forman parte de un disco que las muestra en su esencia instrumental. De Cuba, música eterna (EGREM, 2010), de Guido López-Gavilán, y su orquesta de cámara Música Eterna, deviene joya imprescindible para quienes desean adentrase en el repertorio tradicional y trovadoresco criollo; una alquimia prodigiosa, como diría en sus palabras al volumen el escritor y etnólogo Miguel Barnet.
Sindo Garay recorre el CD con dos de sus obras inmortales: Perla marina y Mujer bayamesa (La bayamesa), esta última con un arreglo inmejorable. De Ignacio Piñeiro se escoge una dupla sonera sin igual: Échale salsita y Suavecito. Para ilustrar la genialidad de Benny Moré se muestra Qué bueno baila usted (Castellanos), y para dejarnos extasiados con la cadencia melódica del chachachá, La engañadora de Enrique Jorrín.
La melodía de cuatro grandes bardos y tres entregas valiosas cautivan: Longina, de Manuel Corona; Veinte años, de María Teresa Vera y Guillermina Aramburu; y Pensamiento, de Rafael, «Teofilito», Gómez —único de los cortes donde se interpreta el texto de la canción y que en esta ocasión lo hace con una sensibilidad mayúscula la fallecida pianista Teresita Junco.
De dos de los continuadores de ese legado también aparecen composiciones: Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, con sus clásicos De qué callada manera y Te amaré, respectivamente.
Canciones con «mucho filin» nos llegan desde la autoría de dos grandes de ese movimiento musical: César Portillo de la Luz y José Antonio Méndez. Del King una raigal: La gloria eres tú, y de Portillo de la Luz otra grande, Noche cubana.
Para Guido López-Gavilán lo primero que posee este disco es mucho sentimiento: «Amor por la música, por nuestro país, por la familia, los amigos y la orquesta. Durante toda mi vida profesional he tratado de vincular lo que más me llega de la música genuinamente cubana con los géneros a los que me dedico: la música de cámara, la de concierto y la coral».
El autor de Camerata en guaguancó confesó que uno de los primeros arreglos que hizo fue el de La Bayamesa, «una de las canciones más bellas que se han compuesto en este país».
Al escuchar el fonograma se percibe la intención de tocar los números como si se estuvieran cantando. Apunta López-Gavilán que tanto ha primado ese criterio que «en Castellanos tratamos de reproducir un poco lo que hacía la orquesta de Benny Moré con el trombón, claro que uno no lo puede hacer idénticamente, pero sí lo más fielmente posible al tema original. Para esto contamos con la inestimable colaboración de los López-Nussa, con Ruy y su hijo Ruy Adrián, quienes se integraron a la manera de una orquesta de música de cámara».
Otros artistas invitados figuran en la nómina de De Cuba, música eterna, como lo son el violinista Ilmar López-Gavilán, y su hermano Aldo (pianista), así como la madre de ambos, Teresita Junco.
Entre los grandes valores del disco se encuentra el de llevar a formato de cámara partituras esenciales del pentagrama nacional. Música Eterna, agrupación integrada por noveles artistas y con más de tres lustros en los escenarios, tiene como elemento notable: el de fungir como puente que estrecha la enseñanza académica recibida por sus integrantes con la práctica.
Integrada por estudiantes y egresados del ISA, la Escuela Nacional de Arte y los conservatorios de la capital, la orquesta ha tenido una experiencia singular al grabar este álbum.
Su director explica que se trató de «vincular a estos jóvenes al trabajo fonográfico como parte de su proceso formador, y al mismo tiempo mantener esa vitalidad que solo los más nuevos son capaces de dar: el acercarse por primera vez a algo».
Con un concierto único, el domingo pasado en la capitalina Casa del Alba Cultural, Música Eterna estrenó su nueva entrega discográfica. Una propuesta que, como ha calificado Miguel Barnet, deviene regalo musical lleno de cubanía y buen gusto.
Por: Yelanys Hernández Fusté / [email protected]
Tomado de Juventud Rebelde