Se llamaba Finales el primer corte que Eloísa Solaas presentó en el 21º Festival Internacional de Documentales de Santiago, y que en ese marco resultó ganador del premio a la Mejor Película Latinoamericana en Desarrollo. Dos años después, la versión acabada de aquel trabajo participa de la competencia argentina de largometrajes del 21º BAFICI, bajo el nombre Las facultades.
Uno y otro título adelantan el tema de esta obra cuya realización arrancó a principios de 2015 con la búsqueda de estudiantes universitarios dispuestos a protagonizar ante cámara situaciones de estudio y de examen oral determinante para la aprobación de alguna materia. Los alumnos seleccionados cursaban Medicina, Derecho, Imagen y Diseño, Economía, Agronomía, Arquitectura, Filosofía, Física, Música en establecimientos públicos. Entre ellos, uno empezó a hacerlo mientras cumplía condena en una cárcel de la Provincia de Buenos Aires, y –elección que llama la atención– otra es la actriz y directora de Familia sumergida, María Alché.
Solaas ubica cámara y micrófono en la posición justa para capturar gestos y tonos de voz de los alumnos en las distintas instancias que conforman el proceso de evaluación: preparación de la materia, presentación del examen, espera del resultado o nota. Por la perspectiva elegida, los docentes aparecen en un segundo plano y en general intervienen poco.
Además de conductas típicas en el alumnado, la realizadora captura algo en principio intangible: la apropiación de conocimiento cuando eso ocurre, el empoderamiento que esta asimilación provoca, la satisfacción de saberse nutrido y enriquecido. Acaso el material filmado en la cárcel (el diálogo entre dos estudiantes y el final que rinde uno de ellos) es el más ilustrativo en este sentido liberador. Y no parece casual que la realizadora acompañe a este muchacho cuando abandona la prisión y lo muestre asistiendo a una clase de Economía en el aula de una facultad.