Revista Ciencia
Por fin se han abierto. Son diminutas, blancas, sus pétalos se vuelan con una simple brisa, y sus hojas apenas abarcan la yema de un dedo. La planta con flores más minúscula de nuestros campos es quizá la más llena de significado para un naturalista: la primavera biológica ya está aquí, ya no hay vuelta atrás. Las demás plantas pueden adelantarse o atrasarse en su floración, el tiempo puede venir seco o lluvioso, soleado o nublado, pero, a partir de ahora, una planta tras otra florecerá, una especie de insecto distinta reaparecerá cada pocos días, y las aves africanas regresarán. Otro año más, la vida ha triunfado silenciosamente sobre todas las adversidades, ha superado los días abrasadores del verano, las noches de hielo del invierno, el vendabal y la lluvia. Estas pequeñas rosetas de hojas han sobrevivido al embate de todos estos elementos infinitamente más fuertes que ellas mismas, y ahora se preparan para reproducirse, hoy como hace millones de años, como en un eterno retorno que da sentido al tiempo. Empieza la primavera: Erophila verna ha florecido.