Ya una vez, con su maravillosa La edad de la inocencia, Edith Wharton me demostró su enorme talento y capacidad para describir y retratar una de las pasiones humanas más difíciles, dulces, complejas y misteriosas que existen: el amor. Pero me refiero a esa clase de amor que, por imposible, convierte a los amantes en dos incautos rebeldes que se precipitarán, casi con certeza, a un trágico desenlace.
¿Quién es Ethan Frome? Es el nombre del protagonista masculino de esta historia; un joven humilde que vive en Starkfield, una región ficticia de Massachussetts, junto a su enfermiza esposa, y Mattie, la prima de esta. Como es de esperar, entre Ethan y la chica surge inevitablemente un romance que los hará felices y desdichados a un tiempo.
Ethan Frome (1911), es un libro breve y sencillo, pero redondo y conciso, que en pocas páginas desarrolla un tema profundo, complejo. No solo hablamos de un amor que en sí mismo resulta inapropiado para los protagonistas, sino que también es, a los ojos de una sociedad rural, una especie de aberración. Por lo tanto, es necesario mantener el secreto oculto, pero ya se sabe que cuando se trata de amor, lo realmente difícil es esconder los sentimientos.
Así, podríamos decir que el segundo tema más importante de esta historia está en relación con las convenciones sociales, con las frustraciones de los individuos por su escasa libertad, por no poder elegir libremente, algo que Wharton supo reflejar y criticar muy bien en sus novelas. Ethan se debate entre lo que está bien y lo que realmente desea, aunque poco a poco serán sus pasiones las que lo terminen dominando.
Como digo, esta novela es como una de esas tacitas de porcelana para el té: frágil y delicada, pero bien hecha, bien planteada y de no escasa importancia, a pesar de su "tamaño". Una buena oportunidad para recordarnos que lo bueno, si breve, dos veces bueno.