Entre los amigos y conocidos de Alejandro Pumarino, se encuentran numerosos progresistas, que tachan de amarillista a “El Mundo”, diario que suele hojear, cuando menos, quien suscribe. al margen de numerosos posts en este mismo espacio, con la comparación entre las portadas de ambos diarios, la publicación de la fotografía fasla de Chávez, nos da una nueva ocasión de separar la ideología que tenga la línea editoria de cada diario, de la avaricia.
El titular de primera página no puede ser más llamativo: “El secreto de la enfermedad de Chávez”. En primer lugar, la patología del presidente venezolano no es un secreto para nadie: Sufre una neoplasia maligan por la que fue tratado con cirugía y quimioterapia, habiendo experimentado recidiva del cuadro, lo que le lleva nuvamente a Cuba a recibir la atención adecuada. Sin embargo, es comercial la frase, que no pretende otra cosa que aumentar la venta de ejemplares del diario.
En segundo lugar, la fotografía fue ofrecida a El Mundo, quien la rechazó por falta de confianza en la fuente y por la ética cuetionable de publicar la imagen del líder bolivariano en ese estado. al final todo fue una estafa que sufrió el diario de PRISA, obligándole a retirar la edición impresa y modificar apresuradamente la digital, para quitar la imagen falsa.
En la triste fecha del 11 M, el diario progresista sacó una edición especial con referencia a la autoría del atentado, adelantándose a todo el mundo, pero la información también resultó ser falsa; no obstante, los ejemplares que se vendieron fueron numerosos.
No se duda en este espacio de la calidad que ofrece El País a sus lectores, como de la necesidad de otro periódico de tirada nacional como El Mundo, con una línea editorial diferente; ambos son necesarios, como otros medios menos mayoritarios, el deber y el derecho a la información que tiene la ciudadanía. La crítica fácil, esa que nace del pensamiento políticamente correcto, parece pretender el adoctrinamiento mediante la manipulación. Y eso tiene un nombre que ellos conocen perfectamente, por esa constumbre de añadirlo, como calificativo, de todo aquello con lo que disienten.