La mayor parte de la contaminación del aire es resultado de las actividades humanas. Sin embargo, las fuentes naturales también emiten contaminantes a la atmósfera, lo que contribuye a la exposición de los ciudadanos europeos y de los ecosistemas a una mala calidad del aire, con el potencial, además, de socavar los esfuerzos de los Estados miembros de la UE para cumplir con las normas de calidad del aire establecidos en la legislación comunitaria.