Revista Historia

Eurovisión 2019: la venda que no cae

Por Ireneu @ireneuc

He de reconocer que esta edición del festival de Eurovisión, que le ha tocado celebrar a Israel, me ha dejado bastante frío. La calidad de las canciones presentadas era muy bajo y habían pocas que salieran del marasmo general. De hecho, he tenido verdaderos problemas para escoger cuáles serían las posibles ganadoras, pero es que, cuando he visto la favorita del público y la de las casas de apuestas, poco menos que me he echado a temblar. La española, saliendo en el número 26 y último (la cosa ya prometía), por simple contraste me ha hecho pensar que quedaría entre el 10 y el 13. Finalmente ha quedado el 22 con 60 puntos; nada nuevo bajo el sol.

Dentro de una edición mediocre, en que había demasiada cosa insulsa y mala de solemnidad (Grecia, Eslovenia, Israel, Malta, Alemania...) pocas canciones destacaban de la tabla rasa general del festival. Los suecos más negros que Legrá, el guaperas amante del flamenco de Azerbaiyán, el musulmán italiano y el grupo de Noruega con un rapero lapón nieto de un onubense de Ayamonte, eran de lo poquito que se salvaban, aunque ninguna llegará a quedar en el olimpo de las eurovisivas inolvidables.

En el sector " friki" tan solo han aparecido el "tecno-punk anticapitalista" de los islandeses -que han provocado la ira del público durante las votaciones cuando han salido con sendas banderas palestinas-, el inclasificable representante francés con bailarina obesa incluida, las australianas colgadas de un palo y, como destacable, la representación española, que con el pegadizo ska " La venda" interpretada por Miki, encandiló al público pero, visto lo visto, no a los jurados ni votantes. Si la venda no cae y nos entestamos en llevar productos de consumo interno, pasan esas cosas. Por suerte, ya ni se dignan a comentar la jugada en el "postpartido". Como diría el juez Marchena, mucho mejor.

Esta mediocridad se ha hecho patente en el momento de las votaciones, en que los 6 primeros han ido muy a la zaga, siendo al final el televoto el que ha decantado el ganador, dando la victoria al favorito y, para mi gusto, soso representante de Países Bajos. Televoto que ha permitido sacar a España del último puesto en que estaba -los 41 jurados profesionales solo le han dado 7 puntos- y meter a Alemania con sus " hermanas Sister" -al no darle ni un punto el televoto- en el farolillo rojo. El ser del Big Five siempre es un handicap ( ver Eurovisión 2016: el handicap de ser del Big Five).

Curiosamente, la máxima expectación estaba fuera del escenario israelita, no solo por las amenazas yihadistas, sino por la presencia en directo de la sexagenaria e incombustible Madonna. Una Madonna que, sin despeinarse y con su nuevo look de parche en el ojo al estilo pirata, ha cantado (como una graja, todo sea el decirlo) el " Like a Prayer" y, ya un poco más en su línea, una nueva canción de su último trabajo Madame X. Los años no pasan en balde, aunque resulta curioso que cada vez más se parezca a Sara Montiel.

En definitiva, una edición que no pasará a la historia, pero que, seguro no olvidará este verano cuando, en todas las ferias de pueblo y bares musicales salte hasta la extenuación la canción española. Eso de ganar Eurovisión, si acaso, ya se lo dejamos a otros países.


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