Al margen de los matices ligados a la situación interna del PSOE, el secretario general de los socialistas catalanes, Pere Navarro, no ha elegido un buen momento para descalificar los conciertos económicos vasco y navarro, pedir su abolición, y asegurar que el Cupo que paga Euskadi al Estado está desfasado. Aquel índice de imputación, el famoso 6,24% pactado en 1981 por las administraciones central y vasca, pocas veces como ahora ha estado tan cerca de la realidad. Incluso, según los datos oficiales, durante los últimos doce años el País Vasco ha pagado un Cupo superior al que le debería haber correspondido, de aplicar de forma estricta el porcentaje real de renta relativa.
La economía vasca representaba el pasado año el 6,21% del PIB total de España y, salvo cortos períodos de tiempo, siempre ha estado por debajo del 6,24. En los años de la crisis industrial, por el hundimiento de las grandes empresas vascas ligadas al acero y el sector naval, y en los últimos doce años porque este territorio no se vio tan favorecido como otras zonas de España -el Levante, o la costa de Andalucía y Cataluña, por ejemplo- por el "boom" del crecimiento generado desde el sector inmobiliario.
"Si el Cupo es insolidario -asegura un exalto cargo de la Administración vasca que prefiere mantenerse en el anonimato "porque esta es una polémica artificial"- deberían ser procesados por prevaricación Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, al menos. Euskadi paga en función de su renta, pero recibe de acuerdo con su población que no llega al 4,7% de la del Estado. Casi dos puntos de diferencia, lo que supone casi un 33% de sobreaportación".
¿Es un privilegio? Si nos atenemos a una de las acepciones de la RAE hay que concluir que sí, "pero está respaldado por la Constitución, refrendado por el Tribunal de Luxemburgo en lo que respecta a la capacidad normativa y tiene el riesgo -opina Alfonso Basagoiti, exconsejero de Hacienda del Gobierno Vasco y miembro de la comisión técnica que negoció el primer Concierto con la UCD- de asumir la financiación pública en solitario. Cuando las cosas vienen mal dadas, como sucedió en Euskadi en los 80 y principios de los 90, cuando la tasa de paro superaba el 25% y había que recaudar impuestos, aquí no llegaba la caballería del Estado a solucionarnos el presupuesto. Ahora tampoco llega".
La idea rupturista de Pere Navarro no representa precisamente un sentimiento mayoritario en Cataluña, como algunos han pretendido trasladar. Nuria Bosch, catedrática de Economía de la Universidad de Barcelona, experta en financiación regional y miembro del consejo Asesor para la Transición Nacional, formado por Artur Mas para diseñar la hoja de ruta de su proyecto soberanista, cree que "el modelo del Cupo vasco no es criticable. Otra cosa es que se pueda valorar en un determinado momento si está ajustado a la realidad o no, si representa de forma fiel el peso de la economía vasca, y si tiene dosis suficientes de solidaridad. Y para eso hay que descender al detalle técnico, hacerlo con rigor, y no sirve una declaración política genérica. En Cataluña, una mayoría apoyábamos el pacto fiscal, de ahí que no me parezca mal el modelo porque es muy razonable". Una tesis la de la catedrática que coincide con la que han sostenido también desde la dirección del PSOE en un intento desesperado de apagar el incendio que ha generado su líder catalán. Abolición no, revisión sí.
La complejidad de su proceso de cálculo, las diferentes variables que utiliza, los sistemas de compensación y la incapacidad real para entender todos sus aspectos, ha contribuido a extender la crítica fácil. Así, por ejemplo, puede pasar desapercibido que Euskadi ha financiado el 6,24% del aeropuerto de Castellón y el mismo porcentaje del de Ciudad Real, sin capacidad alguna de opinar sobre el asunto, y menos aún sobre su presupuesto. Dos grandes monumentos a las inversiones públicas erróneas de la última década. "El 6,24% del Tren de Alta Velocidad en el que Pere Navarro viaja de Barcelona a Madrid, también lo han pagado los vascos -recuerda Alfonso Basagoiti- y el trazado que debería unir el País Vasco con Madrid no está ni en proyecto. A este paso harán antes el Tren de Alta Velocidad de Madrid a Melilla que el de Bilbao a Madrid".
Se ha extendido la tesis de que el cálculo del Cupo se estableció de acuerdo a una negociación política, que hizo la vista gorda sobre los aspectos técnicos, para llegar a un compromiso aceptable por ambas partes. "En absoluto es cierto -recuerda Basagoiti-, porque allí se peinaron tomo a tomo los presupuestos generales del Estado y se descendió hasta el más pequeño detalle. Sirva de anécdota, por ejemplo, que se pactó pagar el 6,24% de los sueldos de todos los ministros y de todos los secretarios de Estado. Así, los vascos contribuyen a pagar el 6,24% del sueldo de Ana Mato, aunque la competencia de Sanidad está transferida. El análisis de los pequeños detalles fue total".
La conveniencia de revisar el cálculo del Cupo reclamada por la dirección del PSOE -más bien un intento de modular a la baja la "patada en la puerta" de Pere Navarro- es en realidad una obligación e incluso una tradición que renace cada cinco años. Se debe hacer por imperativo legal en cada quinquenio, para revisar no solo si ese 6,24% sigue ajustado a la realidad, sino también para volver a analizar la valoración de cada competencia. Eso sí, la metodología y los conceptos son fijos porque forman parte del articulado del Concierto Económico.
Los años en los que parecía que Euskadi podía convertirse en un paraíso fiscal gracias a la capacidad normativa que daba el Concierto en materia de impuestos, y al deseo de las autoridades vascas de atraer nuevas inversiones, han quedado atrás. Hoy, el País Vasco tiene en vigor el Impuesto de Patrimonio, mientras que es la Comunidad de Madrid el "oasis" que no lo aplica, al tiempo que esta región alberga el 95% de las Sicavs -las sociedades que más ventajas ofrecen para la inversión mobiliaria- que hay en España. El 5% restante de estos privilegiados vehículos fiscales, curiosamente, está domiciliado en Barcelona.
* Manu Álvarez (Barakaldo, 1960) cursó estudios de periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información del País Vasco. Ha sido colaborador en varios programas de información económica de Televisión Española y es coautor del libro 'José Ignacio López de Arriortua, Superlópez', publicado en España por Ediciones Deusto y en Alemania por la editorial Modern Industrie. Actualmente es corresponsal de Economía en El Correo.