Como adultos sabemos muy bien que hay ciertas cosas que deben discutirse dentro de la pareja para solucionarlas, pero lo cierto es que si bien esto es positivo, dentro de los códigos del respeto, para la convivencia, es algo que hay que evitar si se está en presencia de los niños, ya que las discusiones pueden ser sumamente negativas para su desarrollo personal y emocional.
Los pequeños son sumamente sensibles y receptivos, sobre todo si se trata de sus padres ya que durante todo el primer tiempo de sus vidas sus padres, sobre todo su madre, se le representa como el mundo entero para el bebé, por lo que si ellos se sienten a disgusto, enojados o estresados, inmediatamente el pequeño se sentirá igualmente abrumado y triste, algo que se debe evitar para que crezca feliz.
Se ha comprobado que los niños que crecen en un ambiente en el que hay permanentes discusiones y discordia se condicionan a un futuro de inestabilidad emocional y de ensimismamiento, se vuelven tímidos e inseguros, ya que las peleas dentro del ámbito familiar les impiden conseguir los niveles de confianza básica que los niños necesitan para sentirse cómodos en relación a otras personas.
Desde el nacimiento y hasta el segundo año de vida es cuando el bebé debe aprender a confiar y a sentirse valorado, algo que solamente puede conseguir si es que sus padres le han procurado crecer en un ambiente tranquilo, seguro y acogedor. De otra manera, si el niño crece en un hogar donde las peleas son frecuentes, su personalidad natural se verá modificada, los niños se vuelven menos pacientes y más violentos en muchos casos, se ven limitadas sus herramientas de sociabilidad, algo clave para su desarrollo a lo largo de toda la vida.
Si bien las discusiones en ocasiones son importantes y constructivas, muchos adultos pelean por cuestiones sin sentido y a todo momento, por lo que son los mayores los que tienen que darse cuenta que están creando un hogar inestable para sus hijos, protestar por tonterías, recurrir al nerviosismo ante cualquier estímulo, gritar o enfadarse y hacer todo eso frente a los niños es algo sumamente negativo que además daña los lazos familiares.
Los niños de padres que pelean todo el tiempo se convertirán en exactamente eso: niños que pelean todo el tiempo, que no saben compartir ni relacionarse, para luego crecer y ser adultos que tengan serios problemas para formar pareja, entenderse y hacer crecer su propia familia o proyecto personal, por lo que los padres tienen mucha mayor responsabilidad de la que a veces creen que tienen en el momento de decidir si levantar o no la voz frente a sus hijos.
Vía | Crecer Feliz
Foto | Paperblog
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Evitar discusiones frente a los niños