Excursión visita El Celler del Roure (Moixent, Valencia) 17 de junio de 2018

Lo hemos vuelto a hacer! Esta vez con riesgo de lipotimia y un calor tan asfixiante que prometí desde el mismo día que no repetiré más una excursión entre los meses de junio a septiembre, ambos inclusive. Realizamos no obstante una nueva visita, cata y excursión por los alrededores. En esta ocasión nos subimos al bus para ir a Mogente, al Celler del Roure! Ahí es nada.

Nada más llegar nos esperaba Marina, quien nos guiaría en el recorrido por la bodega y nos explicaría todo:

La finca está ubicada en El Valle de Les Alcusses y la bodega pertenece a “Terres dels Aforins“, una asociación vitivinícola que está formada entre los pueblos de Moixent, Fuente La Higuera (ambos de La Costera) y Fontanars (perteneciente a La Vall d’Albaida).

Marina nos dice que en Terres dels Aforins algún día se hará el mejor vino del mundo, porque en estas tierras se dan las condiciones ideales para el crecimiento del viñedo y para el proceso de la elaboración del vino. La prueba de ello es que hace 2400 años los íberos ya elaboraban este magnífico caldo, el cual metían en tinajas de barro como las que Celler del Roure utiliza a día de hoy.

De hecho, el poblado íbero de La Bastida se encuentra en la montaña que hay justo delante del Celler.

El Celler se encuentra a 600 metros sobre el nivel del mar, lo que hace que hayan saltos de temperatura muy grandes del día a la noche. En algunas temporadas durante el invierno se baja de los 0ºC y es cuando la planta entra en un estado de latencia, quedando “dormida” hasta la primavera, momento en el que rebrota con fuerza y sus hojas crecen creando un cobijo de sombra perfecto al racimo para que lentamente madure.
En el Celler del Roure se trabaja producción ecológica, así que sacan partido del viento que siempre hay en la zona: Por las mañanas, el aire seca el rocío nocturno e impide que lleguen a la planta hongos y demás enfermedades no deseadas. También el tema de la lluvia crea una buena condición para el viñedo, ya que como prácticamente no llueve, la cepa busca entre las capas del suelo algo de alimento, cargándose de minerales… por ello las más antiguas son las más apreciadas. Son plantas con una alta capacidad para soportar el estrés. Y si hay que regar se riega… pero solo cuando sea motivo para no acabar perdiéndolas.

En cuanto a las variedades de uva, Marina nos cuenta cómo poco a poco van apostando por la recuperación de las autóctonas, como la Mandó (originaria de Moixent), que es una uva que da mucho trabajo porque desgrana fácilmente… están empeñados en no volverla a perder y en mejorarla a base de mucho esfuerzo en el campo.

Los primeros vinos de esta bodega fueron “Alcusses” y “Maduresa”, que nacieron en los años 2000 y 2001 respectivamente.

Continuamos la ruta por la bodega y bajamos por unas escalerillas de piedra a la llamada “Bodega Fonda“, una de las pocas originales que quedan en la zona, excavada bajo el suelo. No se conoce su antigüedad exacta, pero sí se sabe que al menos en el 1614 ya existía esta bodega con sus tinajas (de unos 700 litros de capacidad). Posteriormente se hicieron ampliaciones con tinajas de hasta 3000 litros de capacidad y con iluminación, ya que originariamente la luz solo entraba por los conductos que se hacían tipo chimenea hacia arriba, para facilitar el escape del carbónico que producía la fermentación. La temperatura constante ahí abajo es de 14 grados y la del vino, 12ºC, por estar enterrado… así que hoy en día que hay que controlar la temperatura sí o sí, el proceso se realiza en depósitos de acero inoxidable donde las levaduras campen a sus anchas con temperaturas de a partir de 20 grados.

Otras fincas que también tuvieron bodegas en su día, las perdieron cuando sus propietarios decidieron cubrirlas de tierra y olvidarse de ellas… ¡Qué lástima!!

La manera como se llenaban las tinajas es de lo más curioso: se pisaba la uva en los lagares de la superficie (arriba de La Fonda). La almazara donde estaban ubicados los lagares estaba conectado con la Bodega Fonda, de manera que el mosto bajaba por unos conductos y llegaba hasta las tinajas. Cuando se llenaban, se cerraba una especie de compuerta para que el mosto continuara su “viaje” por el conducto hacia la siguiente tinaja… al más puro estilo regadío de huerta meditarránea, vaya!

Una vez las tinajas llenas, comenzaba la fermentación y había que tener cuidado con el ácido carbónico…

Tras la visita a la Bodega Fonda, Marina nos condujo por otras salas de la Finca, donde pudimos ver las grandes tinajas de barro que han recuperado de Villarrobledo, destinadas a ampliar la producción y otras salas adyacente donde encontramos las barricas de roble francés con las que se elaboran Alcusses (único vino ya que mezcla variedades francesas y autóctonas y hace crianza de 7 meses) y Maduresa (con crianza de 14 meses, y variedades Monastrell y Cariñena)… Nos enseñó la barrica de 5000 litros donde en un futuro inmediato empezará la crianza de Maduresa.

Después de la teoría, viene la práctica… la cata la dirigió Natalia. Probamos 4 vinos y compramos más de cuatro.

A partir de ahí, aumentó el calor en todos los sentidos, pero como somos así, no nos achicamos y salimos dispuestos a caminar una pequeña y preciosa ruta sin cables de teléfono, sin wifi, sin otro sonido que el soplo del suave viento y los cantos de las chicharras montesas… a quemar lo que nos íbamos a comer más tarde…

Por fin llegamos a la preciosa Finca Pitxó, donde -en medio de un idílico paisaje de viñedos (no en vano se le llama a esta tierra “la Toscana Valenciana”)- nos esperaban cervezas y refrescos fríos, sombra y una apetitosa comida, donde brindar, como siempre, desde siempre y para siempre, por la AMISTAD!

GRACIAS A TODOS POR VENIR! y ayudarme a crear otro recuerdo por el que vale la pena soñar.

Gracias también a los fotógrafos que me habéis enviado las fotos (Jose, Pas, Manuela, Mª José, Francesca, Jesús…) y por supuesto gracias mil a Marina y a Natalia, que ejercieron con gran profesionalidad y paciencia de perfectas anfitrionas, así como a Ana y Andrés, de Finca Pitxó, que nos atendieron de diez!.

Hasta la próxima!!