Revista Salud y Bienestar

¿Existe el mobbing en la oncología?

Por Miguel @MiguelJaraBlog

A raíz de la publicación de un nuevo video por Discovery DSalud, mi amigo y colaborador habitual de este blog, el Dr. Javier Herráez González, oncólogo especializado en medicina biológica, hace algunas reflexiones sobre oncología, tratamientos convencionales y su experiencia con otros complementarios eficaces y no agresivos. Herráez se vió obligado a dejar su puesto de oncólogo en un hospital por utilizar con los enfermos que trataba diversos tratamientos complementarios que les beneficiaban:

La introducción del 17º video de Discovery DSalud Televisión, titulado La Oncología Integrativa o Abordaje Oncológico Integral dice exactamente:

“La posibilidad de que un oncólogo proponga en un hospital a un enfermo con cáncer un tratamiento que vaya más allá de la cirugía, la quimioterapia y la radioterapia es a día de hoy prácticamente nula. Le costaría el rechazo ideológico de la mayoría de sus colegas e incluso el moobing laboral. Y en caso de proponerlos como alternativa a los tratamientos convencionales hasta serios problemas legales”.

¿Existe el mobbing en la oncología?Esto es, en la actualidad, muy posible pero no quiere decir que tenga que ser inamovible, solo depende de nosotros, de las personas. Soy uno de los contados oncólogos que en España tenemos estudios y experiencia en medicina biológica. Comencé en acupuntura, la conocí cuando me trataron, con bastante éxito por cierto, de una ciática y una cefalea de Horton. Ambas cosas me incapacitaban pero no tenía más remedio en ese momento que seguir trabajando a pesar de mis dolencias. La reacción de mis compañeros era de desconcierto pues tomaba dosis máximas de analgésicos “alopáticos” y el tema no mejoraba.

Estaba drogado, por eso aguantaba y podía trabajar, pero el dolor era el mismo aunque me daba igual y hasta me reía por el “flipe” que me producía el opiáceo que ingería. Sin embargo, no evitaba mi sufrimiento. Un amigo me llevó a acupuntura y el proceso mejoró definitivamente hasta la resolución total y por eso decidí estudiarla. Paralelamente, las jaquecas fueron remitiendo también pero cuando se lo comenté al jefe de Neurología que me trataba, su respuesta fue “darse media vuelta e irse”, por supuesto no volví más a su consulta. Esta reacción de mi neurólogo no explica cómo funciona el sistema sino cómo funcionamos las personas que hacemos posible que el sistema continúe así: médicos y pacientes. Con posterioridad, he tenido algunos desaires más de mis compañeros por ser diferente, pero ahora soy consciente de que no eran cosas personales sino consecuencia de trabajar en un medio muy bien controlado, aunque sobre todo consecuencia de la falta de respeto y del “miedo” al diferente.

Es cierto que podemos pensar que a los gestores y dueños de este sistema no les interesa que la cosa cambie. Pero por otro lado existen los “usuarios” del sistema que también imposibilitan que esto se de: los que nos dan trabajo a los demás, los pacientes y los ejecutores últimos, los que vivimos de esos trabajos. Pienso que podríamos ser víctimas de un control para que tengamos miedo a cambiar, pero no sé si este control es intencionado o no. Porque las cosas son creadas por nuestras mentes también. Lo que creo es que los que sufrimos las consecuencias del sistema (médicos y pacientes) somos los únicos responsables de lo que nos ocurre.

Es cierto que en el sistema médico actual todo es muy dogmático pero, si no cambia, es porque nosotros no lo creemos necesario aún. Por un lado hay una “fe” absoluta que nada tiene que ver con una actitud científica, y también existe la desinformación, consentida por omisión de los profesionales, de que existen otras maneras de afrontar la salud. No estoy hablando de que lo que tenemos en oncología sea mal intencionado, yo mismo he ayudado a pacientes así, pero sí tengo el derecho a pensar que, desde mi experiencia previa y actual, es perjudicial a la larga. Tampoco estoy hablando de que no sirva nunca y haya que dejarlo todo. Solo estoy hablando de que quizá se podría hacer de otra manera. Creo que estamos llegando a unos niveles de “fanatismo” muy marcados, dogmatismo más bien, y en esto aunque los responsables principales ya no son los pacientes, y sí haya unos evidentes determinantes económicos, también en cierta manera la responsabilidad es de estos pacientes que deben firmar los consentimientos informados y se dejan hacer.

Los pacientes no tienen derecho a quejarse del sistema si en este se les trata lo mejor que se puede. Tendrían ese derecho sólo aquellos que, por querer hacer las cosas de otra manera, pudieran ser perjudicados o “no ayudados” por el mismo sistema. Los médicos tampoco podemos quejarnos del sistema si no es lo útil que nosotros quisiéramos, pero sí lo tendrían aquellos que conociendo que existen otros procedimientos que podrían ser mejores o complementarios, sin embargo se negaran a investigarlos por miedo a la posibilidad de que tuvieran que salirse del mismo sistema.¿Existe el mobbing en la oncología?

En la vida, cuando hacemos algo que no nos gusta sólo somos responsables nosotros mismos y si seguimos siendo infelices por miedo a cambiar es nuestro problema. Al principio me quejé de no ser valorado por el sistema, pero el único responsable de lo que me pase soy yo. Sí es cierto que lo pasé mal hasta que me fui, pues mis jefes no me apoyaban y menos me comprendían, pero lo que estaba claro es que una persona sola no puede cambiar un sistema en el que creen, por el contrario, otras miles: médicos y pacientes. Ser minoría no significa tampoco tener que estar equivocado, como el sistema de creencias actual nos hace pensar precisamente para que estas creencias no se tambaleen nunca. Pero si seguía intentando el cambio desde dentro me arriesgaba a ser tachado de peligroso y podía haber tenido consecuencias legales del propio sistema para pararme, lo cual no quise experimentar.

No estoy dando por hecho que pudiera haber ocurrido, pero si tengo mis dudas al saber como funciona y al reconocer que estamos tratando de vidas de personas. Pero también creo que es correcto decir que el sistema expulsa a los que somos diferentes, aunque nos tengamos que ir nosotros mismos, porque en cierto modo es lo que me pasó pues he tenido que renegar de lo conseguido tras muchos años de estudio y se me ha negado, desde este mismo sistema, la posibilidad de ayudar a los demás con mis conocimientos.

Si lo que hay debe cambiar, el problema es de todos no de lo que juzgamos como externo a nosotros mismos. Aquí no hay buenos ni malos, todos somos igual de responsables. Por eso ahora mis compañeros de fuera del sistema también me tachan de falta de amor cuando no entro en el victimismo de algunos de mis pacientes o cuando no acepto que se me trate como a un segundón y se me digan cosas como -es que el médico “que manda” no está de acuerdo y, si no hago lo que él dice, no me va a ayudar más- porque la persona que da el mando a los demás es el responsable de que tengan poder sobre él o ella. Y también si el que tiene el poder cree que sólo debe hacer eso será el responsable de hacerlo. Dando la responsabilidad de nuestra curación al otro queremos seguir siendo sujetos pasivos, víctimas que creen que existen los salvadores a los que les cargan con la responsabilidad de sus vidas. No podemos culpar a nadie de que las cosas sean como son.

Cuando decidí dejar la oncología, tuve que darles a mis jefes dos meses más de tiempo del legal, mi responsabilidad personal no me permitía que los pacientes sufrieran las consecuencias de la mala gestión de mis jefes y decidí ayudarlos. Hacía más de un año que había encontrado una persona dispuesta a venir para ayudar en el servicio, como se había decidido previamente, pero no le contrataron, al menos hasta que yo me fui. Puedo pensar que lo hicieron para hacerme el moobing y conseguir que me fuera yo antes, pero prefiero pensar que fue por su incompetencia. También en esos meses ciertos pacientes me pidieron que me quedara pero ninguno de ellos movió un solo dedo para apoyarme. Por un lado tenían razón, pues estaban más preocupados por ellos mismos que por los demás, pero no me negarán que esto último es, precisamente, la causa de que todo lo que nos ocurre no mejore. El cambio precisa un cambio de actitud, un cambio de conciencia, y que cada uno adopte su propia responsabilidad en el proceso. Los médicos, pero los pacientes también.

Asumo al decir esto que muchos pensamos que hace falta este cambio, de lo contrario retiraría todo lo dicho. No sirve de mucho quejarse, aunque haya que informar de cómo están las cosas. Y sabemos que en el cambio siempre saldrán al principio algunos perjudicados, como lo fui yo, pero si nadie quiere admitir que pueda salir perjudicado, nunca habrá un verdadero cambio. No sólo los supuestamente malos deben actuar, también los supuestamente víctimas que nos creemos los buenos nos debemos implicar: médicos y pacientes. Yo ya he asumido mi parte en este perjuicio, ahora sólo pido que otros se monten también al carro si creen que merece la pena. Porque si este cambio se diera pienso que la habría merecido de verdad .


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