Hace unos días leyendo el periódico en Internet me encontré de sopetón una foto en la que aperece uno de los lectores habituales del blog, mi amigo Pedro Pozas, director del Proyecto Gran Simio. Le escribí un correo: “Te veo en la portada de un periódico haciendo el mono“. Mi primer reportaje, el primero de todos, cuando estudiaba Periodismo y que publicó la revista de la Facultad, trató sobre la experimentación en animales por parte de la industria cosmética. Así que como uno sigue aún entrando en polémicas, al hilo de leer la información de Pedro y otra sobre el mismo asunto que volvió a publicar el mismo medio le pedí a este naturalista y viajero que me hiciera un artículo sobre sobre la experimentación en animales y si está justificada para la medicina. Les resumo lo que me ha enviado:
RESPETO Y DIGNIDAD PARA “ELLOS”
La Carta de la Tierra, un documento nacido en la indiferencia, fue firmada por numerosas naciones en junio del año 2000 en la Haya (incluida España), albergando 16 principios éticos fundamentales reunidos en cuatro capítulos. En el último de ellos denominado “Democracia. No violencia y Paz”, punto 15 nos dice:
“Tratar a todos los seres vivientes con respeto y consideración”.
Esta frase es profundamente importante. Tratar a los animales con dignidad y respeto. ¿Dónde está ese convenio? Parece que en estos tiempos, donde los compromisos, decisiones y firmas que realizan nuestros políticos son sólo mero marketing para la foto y el titular del periódico, es frecuente que los acuerdos adquiridos sean olvidados de la misma manera en que se olvida una promesa con los dedos cruzados.
La Secretaría General de Comercio Exterior del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, envía un borrador de Real Decreto a diversos grupos animalistas y Asociaciones, entre ellos al Proyecto Gran Simio. Se trata de regular el destino de los especímenes amenazados decomisados de fauna y flora silvestre mediante el control de su comercio. Con descaro y caradura, nos dicen que tenemos unos días para exponer nuestros puntos de vista. Realizamos las correcciones tras muchas horas de trabajo, remitiéndolo de nuevo con la esperanza que al menos algunos puntos bárbaros hayan sido cambiados. Sale el Real Decreto 1333/2006 de 21 de noviembre sin cambiar ni una coma del borrador. ¿Por qué entonces pidieron consulta? Este Decreto legislado no sé por quién y en base a qué, precisamente puede estar violando el Tratado Internacional del CITES y el mismo Código Penal, porque en varios de sus artículos permiten que animales amparados en la protección internacional pueda aplicarse la eutanasia o donados para fines de investigación. Así es como las Autoridades están dispuestas a solucionar los problemas, viendo en los animales, simples objetos que si no rentan económicamente, pueden ser tirados a la basura por muy protegidos que estén.
Ningún primate, ningún ser vivo es justificable hoy en día ser utilizados en la experimentación médica invasiva a costa de su dolor. La propia Directiva EU 86/609/EC, en su artículo 7.2 dice:
“La experimentación animal no debe llevarse a cabo si existe algún otro método científico razonable, satisfactorio y disponible de obtener al máximo resultado, sin que intervenga el uso animal”.
Y existen muchas alternativas como la realizada en tubos de ensayo (in vitro), estudios clínicos y epidemiológicos, tecnología computacional moderna, cultivos en células y tejidos (sanguíneas, tejidos humanos, células de la placenta, etc.), experimentos con microorganismos. Todos ellos más seguros, más rápidos, más económicos. Pero hay muchos intereses económicos por medio y muchos investigadores optan por la comodidad y muchas veces por la complicidad económica, sin reparar que utilizan seres que sienten como ellos. Estos “investigadores” muchas veces utilizan a los animales por no querer emplear las técnicas modernas, por estar sujetos a patrones anclados en el pasado y ser humanos sin sensibilidad.
En España, se sigue experimentando con primates pequeños como titis por parte incluso de Universidades, donde en sus animalarios es frecuente que realicen experimentos invasivos, con dolor y con experimentos de dudosa ética moral hacia los animales. Es muy difícil, incluso en una inspección policial, comprobar en estos centros universitarios que es lo que se está haciendo con los animales, con qué objetivo, qué especies y para qué tanta tortura innecesaria. También se experimentan con numerosas otras especies (conejos, ratones, perros..). En estos centros de tortura educacionales, nadie puede entrar en los laboratorios de la Universidad sin permiso del Rector. NADIE. Las actividades de los laboratorios particulares, también son secretas y llevadas a cabo en un silencio acusatorio, temiendo que sus experimentos lleguen al público o a los defensores de los seres vivos.
El 25 de junio de 2008, tras muchos años de lucha, el Proyecto Gran Simio consiguió en España que se aprobara por parte del Congreso de los Diputados, una Proposición No de Ley en el que instaba al Gobierno a legislar una Ley de grandes simios en la que protegiera sus derechos fundamentales (la vida, la libertad y no tortura física o psicológica), se prohibiera su uso en espectáculos públicos, se regulara su situación en los zoológicos y centros de primates y se prohibiera toda clase de experimentación con los grandes simios que llevara consigo dolor, maltrato o privación de su libertad. Pero el Gobierno, a pesar de haberlo aprobado el Congreso, lo ha tenido apartado, vetando una Ley que les hubiera protegido precisamente de la experimentación.
Pero no sólo según mi parecer, tiene la culpa el gobierno en el que en España se pueda experimentar con grandes simios. Personajes públicas como Jane Goodall que ha visitado España en numerosas ocasiones, estando informada de esta Proposición No de Ley por mí en persona, jamás la ha apoyado ni pedido a la Ministra de Medio Ambiente que en varias ocasiones se ha reunido con ella o al Gobierno, que se legislara esa ley de grandes simios que ya estaba aprobada por el Congreso. Es más, en una entrevista realizada al periódico El Mundo, estaba de acuerdo con la experimentación de chimpancés para la investigación de determinadas enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson. Tampoco ha existido una respuesta animalista o de supuestas asociaciones que utilizan a estos homínidos no humanos (centros de rescate, fundaciones, etc.) para que se legislara una ley de protección. Se han sumido en peleas personales, rencores, olvidando a nuestros compañeros evolutivos. Por todo ello, ellos, los grandes simios, su dignidad y respeto, han quedado en el olvido.
Sin embargo, cada vez hay más países que se plantean el fin de la experimentación con grandes simios. Reino Unido, Austria, Holanda, Nueva Zelanda, Australia ya han legislado al respecto. Los grandes simios, son nuestros aliados para romper la barrera de la especie y extender esos mismos derechos al resto de los animales. Con los grandes avances de los que se jacta la ciencia, existen como ya hemos visto, alternativas eficientes que deben de suprimir el uso de todo ser vivo para cualquier tipo de experimentación.
En Estados Unidos se está librando una gran batalla alentada desde un principio por diversos grupos conservacionistas, de protección de chimpancés y el Proyecto Gran Simio Internacional, para prohibir el uso de chimpancés para uso médico o farmacéutico. Ya se aprobó en su día una Ley en la que todo chimpancé utilizado en un centro de experimentación que saliera a un santuario una vez utilizado, no pudiera volver de nuevo, práctica que empleaban las empresas al objeto de ahorrar dinero en manutención. Sin embargo hay algo diferente que da esperanza. Las organizaciones están unidas para conseguir el objetivo del fin de la experimentación con grandes simios, no como ha ocurrido en España, y eso significa un frente común de lucha con el único objetivo de favorecer al chimpancé.
No es necesaria la experimentación animal. No es necesaria la explotación de los seres vivos. La dignidad y el respeto son fundamentales para alcanzar la paz mundial de todos los seres vivos.