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¿Existieron las mujeres gladiadoras?

Publicado el 31 marzo 2019 por Ad Absurdum @AdAbsurdumBlog

¿Existieron las mujeres gladiadoras?

Joana Pastrana como Gladiatrix.

Siempre han existido deportes que el imaginario colectivo ha asociado a la virilidad, pero afortunadamente tenemos referentes como Joana Pastrana para romper estos prejuicios (en su caso a puñetazos). Con los deportes antiguos ocurre exactamente lo mismo, y pocos como los combates de gladiadores para ilustrar esto.En la antigua Roma el éxito de los juegos gladiatorios se encontraba, según los expertos, en que suponían una demostración de virilidad (virtusexcepcional que convertía a los combatientes en objetos de veneración por parte de su sociedad. Buena parte del público masculino heterosexual los convertía en ejemplos a seguir, mientras que las mujeres heterosexuales y hombres homosexuales los convertían en iconos sexuales y objeto de toda clase de fantasías, tal y como demuestran abundantes fuentes escritas, grafitos y demás.

 📝👉En el lenguaje aún tenemos rastros de esa vinculación entre el mundo del sexo y los combates de gladiadores. Así, por ejemplo, el término gladius, que se refería a la espada de filo ancho y recto, se empleaba también con una clara connotación sexual para referirse al miembro viril.Otro término sexual relacionado con esto es fornices que es el nombre que se daba a las prostitutas (y también prostitutos) que esperaban en las arcadas (fornix) del anfiteatro la salida de los espectadores que se habían excitado viendo los combates. A veces, señalan algunos autores, estas mujeres no eran prostitutas en realidad sino mujeres que también se habían excitado durante los juegos. Y de ahí palabras como fornicio o fornicar.


Pero, ¿hubo también mujeres gladiadoras? Pues la respuesta es sencilla: . Sin embargo, hay que hacer muchas matizaciones, así que vayamos por partes.¿Cómo sabemos que hubo mujeres gladiadoras? En primer lugar, si acudimos a pruebas materiales, en el Museo Británico podemos encontrar un relieve procedente de Halicarnaso (Turquía) en el que se nos muestra a dos mujeres gladiadoras combatiendo. A sus pies, en griego, aparecen sus nombres: Amazona y Aquilia (los nombres eran ficticios, algo así como nombres artísticos, así que podemos decir que fueron todo un acierto).

¿Existieron las mujeres gladiadoras?

Relieve conservado en el Museo Británico procedente de Halicarnaso.

En lo que se refiere a evidencias materiales, este es el único vestigio que encontramos, aunque en 2011, Alfonso Manas propuso en un artículo que una pequeña estatuilla conservada en el Museo de Hamburgo, y que hasta entonces se había interpretado como una atleta, se podía tratar en realidad de una gladiadora, pero esto no es más que una hipótesis.

 📝👉Las luchas de gladiadores comenzaron en el siglo IV a. C. con un carácter ritual. Los primeros juegos formaban parte de ritos fúnebres que se celebraban en honor al fallecido. Pero con el paso del tiempo se convirtieron en un instrumento político para ganarse el apoyo del pueblo, conseguir votos y demás. Los políticos romanos organizaban juegos como quien inaugura un aeropuerto o abraza a un niño.

Por otra parte, encontramos una inscripción en Ostia, antiguo puerto de la ciudad de Roma, en que se puede leer que un tal Hostiliano, concejal de la ciudad, organizó unos Juegos de la Juventud, y se jacta de haber sido el primero «desde la fundación de la ciudad» en incluir mujeres en las luchas de gladiadores (CIL 14.5381). Como vemos, eso de hombres colgándose medallas por avances en igualdad no es nada nuevo.
Además, el Museo Nazionale Romano conserva un mosaico, que se ha expuesto en lugares como el Coliseo o el Panteón, en el que aparecen dos mujeres armadas combatiendo con lo que parece ser un felino.

¿Existieron las mujeres gladiadoras?

El mosaico en cuestión.

Pero esto no son más que dos o tres pruebas, ¿existen referencias por parte de historiadores romanos? Sí, aunque no son muy numerosas. Así, por ejemplo, tenemos el testimonio de Tácito, que en sus Anales cuenta cómo en tiempos de Nerón se organizaron unos juegos en los que se celebraron espectáculos como una lucha entre mujeres. Aunque no lo trata como algo novedoso, sí que lo cita como algo excepcional.También Estacio hace una referencia al hablar de mujeres en la arena, pero de nuevo vuelve a ser algo excepcional, pues él mismo señala que las mujeres «no habituadas al hierro emprenden indómitas la lucha viril».De forma quizá más tangencial aparece otra referencia en el Satyricon de Petronio, que menciona que en unos juegos organizados por el emperador Tito (79-81 d. C.) participó una mujer essedariam.Esto es, una mujer que combatió montada en un carro.
Encontramos más referencias en los testimonios acerca del gobierno del emperador Domiciano. Autores como Marcial, pero sobre todo Suetonio en su Vidas de los doce césares, aluden a que este emperador tenía por costumbre organizar juegos peculiares en los que tenían lugar combates entre mujeres gladiadoras. De nuevo Suetonio lo trata como algo excepcional, pues hace la puntualización: «así como pugilatos [equivalente al boxeo actual] no solo entre hombres, sino también entre mujeres».
Distintos estudios han conseguido, utilizando fuentes escritas y arqueológicas, reconstruir en buena medida la historia de estas mujeres gladiadoras. De hecho, hoy sabemos que al principio estas luchadoras eran prisioneras de guerra y esclavas forzadas a combatir, pero con el paso del tiempo su situación se fue equiparando a la de los gladiadores, profesionalizándose y empezando a participar voluntariamente. Es más, tenemos constancia incluso de mujeres de la élite romana que combatieron por placer. Hasta que en un momento determinado de la historia de Roma, concretamente tenemos un testimonio de tiempos del emperador Tito, lo que impactaba era que participasen mujeres de un estrato social bajo y no mujeres de la nobleza. Si bien es cierto que muchos autores se mostraron muy críticos y consideraron que estas mujeres deshonraban a sus familias al participar en los juegos, como ocurre en el caso de Juvenal.

 📝👉Tenemos constancia de otro tipo de relaciones entre las mujeres y los juegos gladiatorios: se sabe que existieron mujeres propietarias de gladiadores, organizadoras de juegos, y también mujeres a las que se honró con combates. La primera mujer en recibir este honor fue Julia, la hija de Julio César, a quien su padre le dedicó los combates celebrados en el año 54 a. C.Curiosamente, al principio las mujeres tenían prohibido asistir como público a los juegos, sin embargo, con el paso del tiempo, fueron admitidas. Lo que el autor Suetonio consideraba «la confusión y el descaro más completos».

Otra forma de llegar a conocer el grado de participación de las mujeres en los juegos gladiatorios es a través de las leyes: uno de los documentos conservados actualmente es la conocida como Tabula Larinas, un decreto del Senado romano fechado en el año 19 que, aunque está incompleto, sabemos que prohibía a las mujeres menores de veinte años participar en los combates. Y cuando el río suena...
Similar a este decreto, se han hallado algunos más, siempre estableciendo un límite por edad y, en muchos casos, dejando bien clara la prohibición de ganar dinero por participar a las personas de la nobleza romana, tratando así de no incentivar esta práctica.
Pero la gran ley que da muestra de lo que estaba sucediendo fue la prohibición a todas las mujeres de participar en combates de gladiadores promulgada por Septimio Severo en el año 200. Según el autor romano Dion Casio, esto se debió a la enorme repercusión que tuvo un célebre y extenso combate que protagonizaron varias mujeres que exaltó al público.
Señalan algunos historiadores que quizá el hecho de que cada vez fuera más habitual ver al público enfervorecido durante los combates de mujeres de la élite romana que luchaban por placer y en libertad, hizo temer a una sociedad tan patriarcal como la romana la inversión de roles, lo que llevó a su prohibición.
¿Existieron las mujeres gladiadoras?
Ahora bien, ¿quiere decir esto que era una costumbre en la antigua Roma? En ningún caso. El hecho de que haya tan pocas fuentes y, sobre todo, que estas mismas lo traten como algo excepcional, quiere decir que se trataba precisamente de eso, de una excepción. Que hubiera solo unas pocas mujeres gladiadoras no quiere decir que fuera algo habitual.Y ¿cómo podemos saber que no hubo muchas más? En primer lugar porque ya hemos dicho que las propias fuentes lo tratan como algo excepcional, incluso como una excentricidad de autoridades como Domiciano. Y en segundo lugar porque, salvo los nombres de Amazona y Aquilia procedentes del relieve de más arriba, no conocemos el nombre de ninguna gladiadora, mientras que de gladiadores hombres conocemos no solo los nombres de muchos, sino también sus biografías, bastante bien documentadas.
Además, Mª Engracia Muñoz-Santos, investigadora y divulgadora del mundo romano, señala también que no existía una denominación para estas gladiadoras (la denominación habría sido «gladiatrix», pero es una palabra de reciente acuñación), lo que haría «de estas luchadoras, probablemente, una excepción en los espectáculos».Y finalmente, porque no debemos olvidar un detalle: la mayor parte de los gladiadores que luchaban en la arena lo hacían de forma voluntaria, como una profesión, y muchos de ellos en busca de fama y grandes recompensas económicas. La idea del gladiador esclavo que lucha por su vida o su libertad, o que cumple condena de esta manera, aunque existió realmente, no era tan común, y responde más a una imagen asentada por el cine y la literatura.
¿Existieron las mujeres gladiadoras?

Pero ¿qué tiene esto que ver con que hubiera o no mujeres? Pues que precisamente sabemos tanto de los gladiadores porque ellos mismos se encargaron de dejar por escrito sus nombres, biografías y triunfos, y una buena fuente para su estudio son sus epitafios. Conservamos cientos de epitafios de gladiadores que ensalzan su condición y victorias y, sin embargo, por el momento, no se conoce ninguna inscripción funeraria de una mujer gladiadoraNo obstante, hay que señalar que se han hallado al menos dos tumbas que, por su ajuar funerario y por las características del cuerpo en su interior, los arqueólogos han identificado como pertenecientes a mujeres gladiadoras. Sin duda, el caso más notable es el de Great Dover Street (Londres). El segundo caso, el del cuerpo hallado en 2010 en Credenhill (Herefordshire, Inglaterra) ofrece más dudas a los expertos. Sin embargo, aunque en ambos casos se tratase de mujeres gladiadoras, serían los dos únicos conocidos, y en ninguno de ellos se encontró inscripción alguna.Con todo, podemos decir que sí que existieron mujeres gladiadoras, pero parece que se trató de casos muy excepcionales. Además, estos casos, según podemos deducir de las fuentes, así como de la interpretación que hacen los historiadores en la actualidad, tenían más que ver con el sexo que con la lucha. Señalan algunos autores que no era el combate en sí lo que tanto atraía al público, sino la inversión de roles sexuales. De hecho, son muchas las referencias a personalidades masculinas que gustaban de vestir a sus amantes femeninas con uniforme militar, y conservamos pruebas materiales como lucernas o relieves en que aparecen mujeres practicando sexo con hombres vestidas con uniformes e incluso provistas de escudos y armas.
Otros han interpretado que pudiera tratarse incluso de una visión compleja, por la cual la mujer salvaje, la amazona, era sometida por el hombre civilizado romano.
En cualquier caso la imagen de esa mujer fuerte, violenta e incluso viril hacía las delicias del hombre romano, y habría hecho también las delicias de Freud.
¿Existieron las mujeres gladiadoras?
  • Knapp, Robert C. (2011). Los olvidados de Roma. Ariel.
  • Manas, Alfonso (2011). "New evidence of female gladiators: the bronze statuette at the Museum für Kunst und Gewerbe of Hamburg", The International Journal of the History of Sport, vol. 28.
  • Muñoz-Santos, Mª Engracia (2017). "La mujer y los espectáculos romanos", en Veredas da História, vol. 10, nº1, p. 169-193.
  • Ortega Balanza, Marta (2012). "Mujeres en la arena. Participación femenina en los ludi circenses", en Historiae, nº 9.

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