Uno de los temas que más se ha llevado y traído desde que fue anunciada fue el de la Regularización fiscal extraordinaria, más conocida por Amnistía fiscal, y, ciertamente, no faltan motivos para ello.
Como bien sabeis, se trata de un procedimiento que permite aflorar a un módico precio bienes y cuentas bancarias que estuvieran ocultas, algo que a unos no gustó por considerar que con ello se beneficiaba a los defraudadores, y a otros, no terminaba de convencer puesto que el beneficio fiscal que se concedía no alcanzaba a la totalidad de los Impuestos, aunque sí a los principales, lo que podría traer consigo importantes consecuencias.
Aunque los resultados definitivos recaudatorios por este concepto todavía no se han hecho públicos, el mismo Ejecutivo ha reconocido ya que sólo se ha conseguido recaudar gracias a la amnistía algo menos de la mitad de lo inicialmente previsto. Por ello, se alzan voces en todos los sentidos. Unos que afirman que la medida aprobada por el Gobierno ha sido un rotundo fracaso. Otros que un importante logro, si no a corto plazo, al menos a medio. En cualquier caso, una vez finalizado el plazo para acogerse a la misma podemos afirmar que aún quedan cosas por llegar.
De todo ello hablo en un artículo que he escrito recientemente en BlogCanalProfesional que, como viene siendo costrumbre, os enlazo desde este blog y os invito a leer pulsando sobre la siguiente imagen:
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