Revista Ciencia

Expediente Tierra

Publicado el 28 agosto 2013 por Cartas A 1985 @AntonCruces

¿Existe vida inteligente en nuestro planeta?

Yo diría que sí.

 

ALFREDO PÉREZ RUBALCABA-MARIANO RAJOY

Vale. Con matices.

Estaba ayer ejercitando los párpados a base de una buena y calurosa siesta en casa cuando un reportaje de televisión captó mi atención. El documental narraba las aventuras y desventuras del Kepler (un artefacto diseñado para descubrir  planetas similares al nuestro) que fue lanzado al espacio en 2009.

La maquinita ya ha descubierto más de mil potenciales planetas y suma y sigue. Se trata de astros que podrían albergar las condiciones adecuadas para la vida y a pesar de que el espacio que cubre Kepler es ínfimo, los resultados son alentadores.

Tiene que haber vida en otros planetas. Es una cuestión de estadística, no de fe ni de creencias. Hemos lanzado una canica al espacio y ha hecho ruido al chocar con otras.

Un montón de ruido.

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Kepler luce palmito, flotando por los confines de nuestra galaxia diciendo:

 ─ ¡Mirad que listos somos los humanos! ¡Hemos llegado hasta aquí, hasta el culo del espacio exterior!

¡Y todo eso sin ponernos de acuerdo entre nosotros!

Está claro que como raza somos capaces de lo mejor y de lo peor.

Ejemplo:

A la derecha de la carretera que lleva a casa de mi padre uno puede disfrutar de unas inmejorables vistas de la ría mientras que si giramos un poco el cuello en sentido contrario encontraremos la pasmosa planta de ENCE jodiendo todo el ecosistema. Dan ganas de seguir girando el cuello hacia atrás hasta desnucarse.

Nota mental: ¿Cómo se pude llamar planta algo tan asquerosamente antiecológico? Irónico.

Por un lado podemos lanzar un Kepler al espacio para intentar ingenuamente desgranar sus secretos mientras aquí abajo nos molemos a palos sin compasión e inventamos cosas tan absurdas como el Impreso 620, el finiquito diferido o las armas químicas.

Hagamos un poco de ciencia-ficción histórica.

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Existen tres tipos de seres inteligentes flotando en la galaxia:

a) Los Toretes: Menos desarrollados que nosotros. En la Tierra también existen y la mayoría trabajan como colaboradores en los programas de Telecinco tipo Sálvame.

b) Los Felipes: Viven a millones de años luz y básicamente están en un nivel tecnológico similar al nuestro.

c) Los Benafflecks: Seres superiores que nos pegan un repaso en todos los ámbitos. Para nosotros serían semidioses que se comunican telepáticamente y todo ese rollo de las películas. Impolutos, flotando y vestidos de blanco. No es Ibiza, pero casi.

 Los que me interesan para este post son los últimos, los Benafflecks. Supongamos que estos tíos nos plantaron en la Tierra a modo de experimento hace un montón de tiempo y se olvidaron de nosotros. Es en este punto de la historia cuando el pequeño Zeus Benaffleck descubre el Kepler por casualidad y se lo lleva, ilusionado, a sus mayores.

 El consejo benaffleckiano se sorprende, desempolva de entre sus archivos el Expediente Tierra y se da cuenta de que aquel experimento puede haber llegado a un punto interesante en su cocción. Una raza que hasta antes de ayer se colgaba de los árboles ha conseguido crear (apenas sin mimbres) un artefacto capaz de buscar nuevos mundos habitables. Este simple hecho provoca la admiración del Concilio de Ben y despierta el interés entre los oriundos de Ben por conocer en qué punto de nuestra evolución estamos los humanos.

Parece que hay ganas de curiosear el hormiguero a ver qué pasa.

Los habitantes de Affleck encienden R. para comprobar en el Rebobina qué se han perdido en los últimos siglos. ¡Quizás a pesar de todo los humanos tengas una oportunidad de perpetuarse en la complicada Liga de la Estrellas!

Nada más lejos de la realidad.

El Kepler tan solo es un engañoso rayo de esperanza, tan alejado de la realidad como Affleck de la Tierra.

─Falsa alarma. Aún no están preparados─ comenta la máxima autoridad affleckiana.

Uno a uno, los componentes del Concilio de Ben van abandonando la sala de proyecciones. Unos lo hacen negando con la cabeza y otros con resignación. Los más avispados transfieren la música, el cine, la literatura y los deportes a su placa neuronal.

Poco más hay que salvar.

No me extraña esta actitud:

Hoy empieza otra guerra. Para inventar conflictos somos una raza muy creativa.

Salud hermanos.


Expediente Tierra


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