Un experto brasileño, el doctor Mauro Fisberg, pediatra y nutriólogo de la U. Federal de Sao Paulo, ha revelado una posible solución para lidiar con los casos de las rabietas infantiles a la hora de la comida actuando a tiempo antes de que se convierta en un trastorno alimenticio y termine repercutiendo negativamente en la salud de los pequeños.
Son muchos los niños que no quieren comer y montan verdaderos escándalos a la hora de la comida, por lo tanto conseguir que tengan una buen anutrición que los ayuden a crecer y desarrollarse es un verdadero desafío para padres y pediatras, ya que nada menos el 70% de las visitas al médico tienen relación directa con este problema de la vida cotidiana.
El médico especialista es autor de un buen número de libros, y se ha empeñado en ofrecer a los padres y especialustas en pediatría todo tipo de herramientas para poder controlar los manejos infantiles a la hora de comer, con la posibilidad de resolverlo a tiempo para que esto no repercuta en su crecimiento, sobre todo en casos en los que se intenta incorporar nuevos alimentos a la dieta infantil:
“todos los animales prefieren los alimentos conocidos, porque son más seguros”…“No hay que forzarlo”…“Tiene que probarlo de nuevo, por lo menos 15 veces antes de declarar que ‘no le gusta’. Eso significa, por ejemplo, que si preparó porotos con riendas y no quiso comer, debo dejar pasar unos días y probar de nuevo, pero bajo una nueva preparación, por ejemplo, crema de porotos, porotos fríos, con otros acompañamientos, etc. Así, al menos 15 veces se debe insistir para decretar que un alimento es efectivamente rechazado”.
Este comportamiento al parecer es de lo más común entre niños de dos a cuatro años, se la llama etapa de alimentación complementaria, y es el momento en el que la dieta del pequeño se agranda en posibilidades, pero ante todo es necesario que la familia no se ponga ansiosa al respecto y pueda mantener una conducta formada en la paciencia sin entrar en actitudes negativas, como el reto, la obligación o el castigo, ya que el niño puede terminar relacionando el mal momento con esos alimentos.
El especialusta indica que una buena manera de incorporar alimentos nuevos es darles otro nombre que al niño le resulte familiar, por ejemplo preparar porotos y decirle que son frijoles, o algo parecido que el niño ya conozca y disfrute comer. Los adultos no deben caer en errores comunes, como negociar con los niños o ofrecerles premios azucarados para que por ejemplo coman las verduras, tampoco darles permisos tales como mirar más televisión o juegos de video si se comen lo que se les da, los niños deben aprender a comer sin nada a cambio.
Una buena estrategia es que los adultos coman un nuevo alimento sin ofrecerle al niño, el pequeño sentirá una real curiosidad al respecto y solicitará él mismo que le conviden, no hay que olvidar que los niños copian y esta es una excelente manera de aprovecharlo, sabiendo siempre que:
“Si a los papás no les gusta, el menor no tiene que darse cuenta”.
Vía | La Tercera
Foto | andreaarden de Flickr