Sólo han pasado cinco años desde la obtención de imágenes detalladas en alta resolución por la sonda Cassini en la remota luna de Saturno Iapetus. Desde entonces, mucho han meditado los científicos sobre la peculiar forma de nuez de este cuerpo celeste, que exhibe una cresta a lo largo del 75 por ciento de su ecuador, convirtiéndole en uno de los más asombrosos del sistema solar.
Ahora un equipo que incluye un especialista en el sistema solar exterior de la Washington University en St. Louis ha propuesto que un impacto gigante explica la existencia de la cresta, de hasta 20 kilómetros de altura y con un ancho de 100 kilómetros.
William B. McKinnon, profesor de la Universidad de Washington de Ciencias Terrestres y Planetarias en Artes y las Ciencias, y su antiguo estudiante de doctorado, Andrew Dombard, PhD, profesor adjunto de Ciencias Terrestres y del Medio Ambiente en la Universidad de Illinois en Chicago (UIC), proponen que Iapetus una vez tuvo un satélite creado por un impacto gigante con otro gran cuerpo.
En diciembre del 2004 la nave Cassini pasó a 123.000 km de Iapetus ofreciendo imágenes más detalladas que las enviadas por la Voyager. El 10 de septiembre de 2007 Cassini volvió a acercarse a Iapetus, y esta vez pasó a sólo 1.600 km del satélite, siendo el único sobrevuelo que la sonda realizará de esta luna.
La órbita de este subsatélite, dicen, se deterioró debido a las interacciones con Iapetus y se habría acercado gradualmente. En algún momento, dicen los investigadores, las fuerzas de marea fueron desintegrando ese subsatélite y sus escombros quedaron girando alrededor de Iapetus hasta que finalmente se estrellaron contra la Luna cerca de su ecuador.
"Imagínense todas estas partículas cayendo horizontalmente a través de la superficie ecuatorial a unos 400 metros por segundo, a la velocidad de una bala de fusil, una tras otra, como pelotas de béisbol congeladas", dijo McKinnon. "Las partículas alcanzarían una por una, una y otra vez en la línea ecuatorial. Al principio, los restos hicieron los agujeros para formar un surco que al final se llenó." "Tenemos un montón de cálculos por corroborar que demuestran que esta es una idea plausible", dice Dombard, "pero todavía no tenemos simulaciones rigurosas para mostrar el proceso en acción".
La cordillera ecuatorial de Iapetus fue bautizada como Toledo Montes y tiene unos 20 kilómetros de ancho y 13 de alto que se extiende a lo largo de 1300 kilómetros en el hemisferio oscuro.
Otros científicos planetarios creen que el canto fue creado por una fuerza endógena, como el vulcanismo o las fuerzas de formación de montañas. "Algunas personas han propuesto que la cresta pudo haber sido causada por una serie de erupciones volcánicas, o tal vez es un conjunto de fallas", señala McKinnon, aunque reconoce que no hay nada comparable en el sistema solar.
"Hay tres observaciones críticas que cualquier modelo sobre formación de la cresta tiene que satisfacer", dice Dombard: ¿Por qué este fenómeno se da en el ecuador?, ¿por qué sólo en esa zona? y ¿por qué sólo en Iapetus?, y cree que su hipótesis explica todos estos aspectos.
Fuente: Europa Press
En la imagen se puede observar ambos hemisferios. A la izquierda el hemisferio delantero (lado oscuro) y a la derecha el hemisferio posterior (lado brillante).
Quantum opina:
Otro de los misterios de Iapetus lo es la diferencia en tonalidad de sus hemisferios. Un hemisferio delantero ("leading hemisphere"), el cual es muy oscuro y un hemisferio trasero ("trailing hemisphere"), muy brillante. Existen dos posibles teorías para explicar este fenómeno. La primera se basa en el criovulcanismo (expulsión de materiales helados desde el interior) y sugiere que por lo distante en que se encuentra dicha luna de Saturno (y del Sol) pudo ésta retener hielos de metano o de amoníaco en su interior que luego hicieron erupción sobre su superficie. Una vez fuera, los hielos pudieron sufrir la acción de la radiación solar produciendo entonces su oscurecimiento. El criovulcanismo pudo ser desencadenado por impactos meteoríticos, lo cual explicaría la aparente concentración de material oscuro en el fondo de los cráteres.
La segunda teoría plantea que podría tratarse de material procedente de otras lunas cercanas, tales como Phoebe, Hyperión o Titán. Sin embargo, el material de la superficie de Iapetus es rojizo, mientras que el material de Phoebe es grisáceo, aunque es similar en su coloración al detectado en Hyperión, por lo que se ha planteado la posibilidad de un impacto sobre esta última luna que haya causado su destrucción parcial y posterior envío de material sobre la luna vecina. Esto explicaría el movimiento caótico que tiene la luna Hyperión.