Las certezas son escasas y viene principalmente del mundo matemático y lógico, son mundos donde la lógica impera y no existe ese campo tan abonado como el punto de vista de cada uno. Las sencillas bases de igualdad, diferencia, mayor, menor, si y no, son estructuras que permiten vivir en un mundo complejo, cambiante y que no siempre entendemos.
Cuando salimos del cobijo de este mundo, cuando nos adentramos en la vida nos damos cuenta que hay pocas certezas absolutas y que se invierten ingentes cantidades de dinero, tiempo y recursos personales en eliminar la incertidumbre, en darnos verdades seguras, sólidas y sobre las cuales podamos planear nuestra vida. Es una tarea noble, descubrir las verdades detrás de cada recodo de la realidad, pero si salimos de lo que se conoce como ciencia dura como física, química, etc… y damos un paso en el pantanoso mundo de las mal llamadas ciencias sociales las verdades pasan de ser una constante segura a una probabilidad dada en un momento concreto en un lugar concreto y con un contexto concreto. Con lo que aparecen más verdades que personas, lo cual convierte el intentar vivir acorde a una realidad coherente en un ejercicio bastante agotador.
Pero no por esto hemos de tirar la toalla, de hecho no podemos tirar la toalla porque vivimos en este contexto cambiante donde lo que hoy es cierto -desde un punto de vista no científico- pasa a ser una patraña al da siguiente. De forma maravillosa y que no conseguimos comprender del todo, vamos adaptando ciertas ideas, descartando antiguas y lo que es el núcleo duro de la sociedad parece ir funcionando, con sus momentos malos y momentos buenos.
Es en esta parte donde me quiero detener, como conseguimos navegar por estos cambios con los que nos cruzamos, como adaptamos estas ideas a nuestra vida para poder seguir siendo personas funcionales en la sociedad y sentir que somos parte de algo más grande que nosotros -algo fundamental para tener una salud mental mínimamente decente bajo mi punto de vista-
Lo más importante en este proceso es ser consciente de la corriente dominante, nos guste, nos convenza o nos sintamos totalmente identificados con ella. Saber que ideas son las que marcan la realidad del momento y una vez tengamos claro este concepto, es cuando hemos de poner en práctica una máxima que creo fundamental para poder afirmar que hemos vivido cuando nos nos venga a buscar el barquero. Más allá de este conocimiento social que adquirimos de forma formal e informal, hemos de ser fieles a lo que nuestra propia conciencia y percepción de la realidad. Ver donde ambas mundos pueden convivir y donde las fricciones llevan como resultado discusiones sin fin donde la verdad, nuestra verdad, prefiere esconderse para no ser pasto de críticas, cuchicheos y habladurías.
Entre los dos ambientes, hay un tercero que nos deja cierto camino, que hay suficientes sombras como para camuflarse e ir en búsqueda de lugares donde nuestros pensamientos puedan florecer, donde las verdades que han crecido en nosotros florezcan entre esos pequeños rayos de sol de la esperanza de un mundo nuevo y mejor. Ir, visitar, comentar con otras personas en estas zonas donde ninguna corriente es la dominante, donde hay espacio para que todos los puntos de vista interactúen, jueguen unos con otros, y nos descubran que quizás estábamos equivocados. O quizás, si tienes suerte o tienes cierto talento puede veer como crecen otras realidades cuando puedes verbalizar sin miedo lo que piensas y se mezclan con los que nos hagan crecer como persona, o que al encontrarse con otras almas buscando el origen de sus instintos, se mezclen con ellas y crezcan, se hagan más grande y con cada aportación individual, expandir los límites de tu sociedad creando lugares seguros para que los que vengan después, consigan llevar a las humanidades a un lugar donde las búsqueda de la verdad sea un objetivo de todos y no solo de los exploradores.
Este viaje no está exento de retos, has de estar preparado y conocerte y conocer, tener empatía para escuchar y entender, tener paciencia para ver como los frutos crecen, ser consciente de la herencia que recibimos y como nos afecta a cada uno de forma distinta, aceptar que hay verdades que la razón no comprende, y ser lo suficientemente sabio como para visualizar que la razón al final nos hará a todos hermanos. Que cada persona tiene un camino y que cada persona abre nuevas rutas para expandir la vida como una red neural, conectándonos en un maravilloso mosaico de experiencias y valores.
Imagínate que te atreves a dar ese paso, imagínate que mundo podría ser este si todos nos permitiéramos el valor, el coraje de salir a buscar nuestra verdad. Como cambiaría el mundo si poseyéramos la sabiduría de distinguir las belleza y la bondad y la templanza para aceptar que quizás la nuestra es incompleta y hemos de seguir buscando la forma de hacer acrecer para que tenga sentido para nosotros, y luego, que sirva de inspiración a esos que, aunque no seas consciente, vienen detrás tuyo siguiendo tus mismas ideas.
Es con este espíritu que queremos afrontar este año nuevo desde anorta, y esperamos que todos se sumen a esta aventura que es vivir.
Me ha recordado a El atlas de las nubesAl día en cinco minutos
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