Revista Religión
Lea: Juan 13:31-35 | En el libro Kisses from Katie [Besos de Katie], Katie Davis relata el gozo de mudarse a Uganda y adoptar a varias niñas de aquel país. Un día, una de sus hijas le preguntó: «Mamá, si dejo que Jesús entre en mi corazón, ¿voy a explotar?». Al principio, Katie le dijo que no. Que Jesús entre en nuestro corazón es un acontecimiento espiritual.
Sin embargo, después de pensarlo un poco, Katie explicó que, cuando decidimos entregarle a Jesús nuestra vida y corazón, «explotaremos de amor, compasión, tristeza por los que sufren y alegría por los que se gozan». En esencia, conocer a Cristo genera un profundo interés por las personas que nos rodean.
La Biblia nos desafía: «Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran» (Romanos 12:15). La obra del Espíritu Santo en nuestro corazón hace que podamos mostrar permanentemente esta respuesta amorosa. Cuando recibimos a Cristo, el Espíritu Santo entra a morar en nosotros. El apóstol Pablo lo describe así: «… habiendo creído en [Cristo], fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa» (Efesios 1:13).
Ocuparse de los demás (con la ayuda sobrenatural de Dios) le muestra al mundo que somos seguidores de Él (Juan 13:35). También nos recuerda su amor hacia nosotros. Jesús afirmó: «… como yo os he amado, que también os améis unos a otros» (v. 34).
El amor que se da refleja el que uno ha recibido.
Nuestro Pan Diario