Epístola dirigida a mis amistades como invitación a la inauguración de mi exposición:
Como ya os venía amenazando, a las 8 de la tarde del próximo 22 del mes corriente, día de San Basilisco de Comana, San Lupo de Limoges, de la beata Humildad de Faenza, de Santa Quiteria y de Santa Rita, patrona de los imposibles, se inaugurará, Dios mediante, la exposición de mis acuarelas y tintas, para conmemorar así la victoria de las tropas cristianas en la batalla de las Navas de Tolosa, el 16 de julio de 1212.
Culpables de tamaño atrevimiento son, dejando aparte mi ya acreditada osadía en otras artes, Hortensia y Antonio, de la Casa Vieja y la Casa del Pintor, que me han animado a colgar mis acuarelas en las paredes de la primera de esas casas, en Blasco Ibáñez, 9. Si se os ocurre pensar que el jueves 22 de mayo a las 8 de la tarde tenéis algo más importante que hacer, estáis equivocados, hermanos.
Auspiciado por la mentada beata Humildad de Faenza, allí se podrán ver algunos de mis dibujos y acuarelas, pues con humildad se muestran, si es que tal virtud es compatible con el arte. Quien algo hace, solo por considerarlo merecedor de ser escuchado, contemplado o leído por los demás, ya está más cerca de la soberbia que de la modestia, pues nadie mostraría aquello que le llegue a producir más vergüenza que satisfacción, incluso un cierto orgullo. Este es el caso, pues lo que llegas a crear o a interpretar debe medirse con lo que uno mismo era capaz de hacer anteriormente, no con lo que hacen los demás. De otra forma, escuchar a Mozart o admirar a Velázquez sería paralizante para un artista con criterio.
Después de mi retiro, que me brinda la ocasión y el tiempo para cambiar las tizas por los pinceles y las guitarras, mi trabajo con el dibujo y la pintura es más asiduo y reflexivo, lo que viene a significar que es mejor, pues todo es cuestión de estudio y trabajo. Los títulos de mis acuarelas son redundantes. Si "Árbol" se titula la obra, en ella se encontrará un árbol reconocible. Es figurativa mi pintura, y por tanto no es imprescindible explicarla, que sí justificarla. Otro caso sería si nada reconocible se pusiera ante los ojos del público, pues nada habría que justificar, sino endosarle al espectador la causa de la ininteligibilidad del mensaje, a su ignorancia y falta de sensibilidad. La duda y el temor de parecer obtuso acallaría algunas críticas. Cuesta admitir que uno no entiende nada, hasta que llegas con el tiempo a descubrir que, en ciertos casos, nada había que entender. La abstracción, en algunos acreditados ejemplos de esclerosis facial, puede tener esos peligros, como el realismo excesivo tiene los suyos. Figuración temperada, no excesivamente fiel a la realidad, tanto más lograda cuanto más sugiera y menos muestre. Esa es mi intención y mi meta, alcanzada en la medida en que hemos sido capaces de renunciar al detalle irrelevante en favor de sugerencia y la impresión.
La medida justa, el nivel de acercamiento a la realidad, la tensión entre síntesis y realismo, entre detalle y sugerencia, no creo poder expresarlo mejor que W.L. Judson, en su obra " The building of a picture", ( Sanderson Publishing Company. Los Angeles & San Francisco, 1902):
Traduzco: "Cuando una pintura es trabajada hasta sus últimos detalles, su historia está definitivamente contada hasta la última palabra. Su encanto pronto se agota, porque no tiene nada más que decir. Ofende el amor propio, como el narrador que insiste en explicar sus chistes".
Vistos los propósitos, expliquemos los motivos. Mi acercamiento a la escritura, el dibujo y la pintura, y no en escasa proporción, viene motivado por el amor a los materiales que se utilizan. Me cito a mí mismo, a unos párrafos de una entrada de mi blog dedicada a papeles, cuadernos y journals: ..."Verdad es que ya tengo más blocs, travel books, journals y atados de papeles varios que imaginación y tiempo para llenarlos. Hay quienes escriben o pintan, según nos explican, para dar salida a lo que dentro llevan ya que, de no hacerlo, sus nonatas invenciones pujando por ver la luz, harían reventar sus organismos con gran estropicio y menoscabo de la pulcritud de su entorno.
Mi caso es más prosaico y banal. No es más que la sensual búsqueda y querencia al contacto con exquisitos papeles, libros maravillosos, tintas diversas, bellas estilográficas o antiguas plumillas, para olfatear los aromas de sus tintas, o de las colas de sus encuadernaciones, de sentir el suave tacto de las fibras del papel, escuchar cómo la plumilla rasca en el Galgo verjurado color marfil o, por el contrario, sentir la suavidad de la Montblanc deslizarse silenciosa por un papel de Clairefontaine.
[...] ¿Cuántas obras han venido a este mundo por dar salida no a irrefrenables impulsos creativos, sino a dos resmas de papel Arches que, avariciosos, hemos llegado a almacenar? A mí lo que me gusta es comprarme los pinceles y los tubos de pintura, los papeles -¡Ay, qué bonito es ese bloc!-, el arcoíris de tintas, las cajas de acuarelas.... Luego, por vergüenza torera, uno se dice: -Voy a tener que ir pintando algo. O bien, llega a reflexiones del tipo -Sería nefasto que mis biógrafos encontraran en ese journal, que parece el Libro de Wells, textos como "Del Mercadona: pan, cervezas, tomates, latas de atún, café..." Horrible para mi prestigio en construcción. Hay que alumbrar algo acorde con la prestancia del soporte."
Fijados lugar, fecha y hora, explicados motivos e intenciones y advertidos acerca de lo que allí podréis contemplar, termino, hermanos, incrustando aquí el cartel con la invitación a la exposición.