Aunque en algún viaje anterior ya desplegué mis pequeñas alas sobre el pueblo de Guadalupe, Cáceres. Cada vez que paso por allí no puedo dejar de visitarlo y probar su morcilla mientras descubro nuevos rincones e historias. Esta vez me colé en uno de los jardines interiores del Real Monasterio y además asistí a la procesión del Viernes Santo por el interior de su claustro mudéjar.
Trujillo desde su Castillo
En el montañoso camino de naturaleza intimidatoria entre Cáceres y Guadalupe hay otro pueblo que merece la pena visitar en esta ruta extremeña. Es Trujillo, gobernado por un castillo, rodeado por una muralla, migas apetecible y plaza mayor imponente. Una parada necesaria para conocer el lugar de nacimiento y la estatua ecuestre de Francisco Pizarro, conquistador de Perú.La plaza mayor de Trujillo, en torno a la estatua de Pizarro