Conocimos a Antonio y Esperanza. Volvían a estar en la calle.
Habían llevado un tiempo viviendo en Can Planas (Residencia del Ayuntamiento temporal para personas en situación de calle), pero debió de pasar algo y les echaron:
“Nos portamos mal. Volvimos a beber”.
Se quedaron sin alojamiento, sin comida y les quitaron la PIRMI (Programa interdepartamental Renta Mínima de Inserción, unos 400€ al mes).
No sé lo que sus Trabajadores Sociales les dijeron realmente, pero a Antonio y a Esperanza lo que les quedó nos lo resumieron con estas palabras: “Hasta que no dejemos de beber no quieren volver a saber nada de nosotros”.
No son Antonio y Esperanza los únicos que viven en la calle sin ningún tipo de pensión. Algunos, varios, bastantes, más de lo que parece, son enfermos mentales y orgánicos diagnosticados y tomando medicinas.
¿Y, mientras, de qué viven?
Dormir, dormirán en cualquier rincón de la calle o en uno de los cajeros que, cada vez menos, están abiertos por las noches. Y se taparán con unas mantas o unos cartones que alguien les dará o que recogerán, de lo que nosotros tiramos, de cualquier contenedor de basura.
Para comer irán a algún comedor o a algún colegio que les den algo o también mirarán en los contenedores, porque allí nosotros también tiramos comida…
¿Y lavarse y hacer sus necesidades orgánicas?
Aquí, en Barcelona no hay lavabos públicos.
¿Los bares…? Entras tú y yo que hacemos consumición, pero a ellos, “indigentes”, los detectan pronto y de la mayoría los echan porque espantan al público (hay quienes los acoge, todo sea dicho en honor a la verdad). Así, poco a poco se acostumbran a hacerlo en cualquier sitio y al cabo del tiempo hasta pierden la vergüenza.
¿Duchas…? El Ayuntamiento de Barcelona dispone para toda la ciudad y para todos los transeúntes de dos lugares en donde diariamente se realizan un total de unas 60 duchas: Avda Meridiana (30) y Poble Sec (30).
“¿Por qué no vais a ducharos a Poble Sec?”
“Hay que ir por la tarde para que te den hora para ducharte al día siguiente”.
Facilidades que dan…
Ducharse en Meridiana significa también hacer cola. “A las mujeres siempre nos cogen a las 9”.
El número de mujeres que duermen en las calles es mucho más reducido que el de hombres.
De lo que se deduce que quien desee velar por su higiene, además de tener que aguantar largo tiempo de colas, debe de disponer, para cada vez que quiera ducharse, de 4 billetes de metro, en el caso de Poble Sec: 2 para pedir tanda y otros 2 para ducharse al día siguiente.
Facilitando la inclusión…
¿Y quién le da la tarjeta de transporte si no tiene dinero para comprarla?
Obvio, se cuelan.
Al principio les cuesta, pero luego se acostumbran a echarle “morro”.
Y si le coge el vigilante, pues le pone la multa y se quedan, ambos, tan frescos: el vigilante porque ha cumplido con su deber de no dejar pasar a un “gorrón”, y el que se ha colado, porque sabe que con sus “no ingresos” poco va a poder cobrarle la administración.
Claro que existe la posibilidad de ir andando de lado a lado de la ciudad 4 veces en dos días para una ducha de 10 minutos, además de ir al comedor y de buscarse un cajero o cualquier otro sitio para dormir…
Al fin y al cabo no tienen otra cosa que hacer… (aunque sólo sea buscar trabajo, buscar chatarra…)
Pero ¿y los que no pueden o les cuesta andar?
Facilitando la inclusión…
Y ha quedado pendiente de cómo defecar.
Nosotros mejor ni preguntamos, pero hemos visto… Todo queda supeditado al ingenio de cada persona o al grado de deterioro en que se encuentre su dignidad, que cuanto más tiempo pasa en la calle menos le preocupa “el qué dirán”.
¿Y en el Metro? Allí nuestros amigos se encuentran con lo que nosotros llamamos “el efecto insecticida”. Dada la “limpieza” acumulada de estar viviendo en la calle, sin ducharse, haciendo sus necesidades allí donde puede y bebiendo más de la cuenta, la gente se retira de él dejándolo solo en el vagón, inculpándole de su suciedad y de estar como está.
Claro que alguna culpa tendrá de verse en la situación en que se encuentra…
Pero en cualquier caso, ya digo, entre todos estamos “FACILITANDO LA INCLUSIÓN”