Diversas cuestiones pueden influir en el parto, en que sea de un tipo u otro, pero sobre todo el tamaño de la pelvis de la embarazada será uno de los factores más importantes, ya que es decisivo en el momento del alumbramiento.
De este modo, durante los meses del embarazo, el pequeño está colocado encima de la zona del pubis y para poder nacer se encajará en la pelvis para luego salir por el canal vaginal.
Es por ello que la estructura ósea de la madre tiene un papel importante a la hora de determinar qué tipo de parto tendrá la embarazada.
El desarrollo de la pelvis durante el embarazo
Durante el periodo de gestación la zona de la pelvis sufre algunos cambios, ya que se adaptará un poco al pequeño, así como la cabeza de éste también se irá adecuando, puesto que las fontanelas de su cráneo se unirán estrechando su diámetro.
Sin embargo, cabe destacar que la mujer no debe fiarse de lo que ella, a simple vista, piense sobre si es más estrecha o no. Y es que, hay casos en que una mujer ancha y grande de constitución puede que tenga una pelvis estrecha, al igual que, por el contrario, quizás una mujer delgada y bajita, puede resultar ancha de pelvis.
De este modo, habitualmente, será el ginecólogo el que compruebe dicha medida. Así, además de palpar a la mujer, lo más común es que le mida las caderas con un aparato denominado pelvímetro. En función de esta observación podrá indicar si lo más adecuado es que el parto sea vaginal o por cesárea, aunque también hay otros factores que deberá tener en cuenta, antes de decidir directamente qué opción es la más recomendada. Y es que cuestiones como el tamaño del pequeño, la posición que adopte cuando llegue el momento de nacer, e incluso la forma de la pelvis de la mujer y la posición que tenga la placenta pueden también influir en dicha decisión. Además, también habrá que prestar atención al hecho de que, los tejidos y ligamentos que se encargan de soportar la zona de la pelvis, se verán ablandados por la producción de la hormona gestacional, denominada relaxina, lo que hará que, a pesar de que la mujer sea estrecha, puede que la zona llegue a estar lo suficientemente dilatada como para que el pequeño pueda salir fácilmente por el canal vaginal.
Asimismo, desde esa primera revisión ginecológica, el especialista seguirá controlando estas cuestiones mediante las ecografías y los tactos vaginales que le hará a la mujer en los siguientes meses. En el caso de que en las últimas semanas aún no tenga claro qué opción elegir, podrá realizarle un escáner. Si el resultado de esta prueba indica claramente que su pelvis es excesivamente estrecha, se planeará optar por la cesárea, antes que forzar la situación eligiendo un parto a través de la vía vaginal.
Tipos de pelvis
Por último, también cabe destacar el hecho de que existen diferentes formas de pelvis y que, aunque el 95 por ciento de los bebés se colocan cabeza abajo para nacer y encajan su cabeza en la pelvis materna, dependerá en gran medida de la cavidad ósea materna, ya que no siempre es posible.
Así, hay pelvis redondas, que representan el 50 por ciento de las mujeres occidentales. En este caso, no suelen existir ningún tipo de problemas para un parto vaginal normal. En caso de que sea de forma acorazonada, que se da en un 23 por ciento también de las mujeres de Occidente, en este caso, el parto puede ser vaginal, necesitando a veces el uso de fórceps o incluso finalmente optando por cesárea. Cuando la pelvis es ovalada, el parto será vaginal, aunque también en este caso se hace necesario, a veces, recurrir a los fórceps. Este tipo de forma la poseen el 25 por ciento de las mujeres occidentales, mientras que sólo el 3 por ciento, tiene la zona pélvica aplanada, en cuyo caso, el parto podrá ser vaginal sin ningún problema.