Facundo Cabral creía en la vida,odiaba los noticieros, decía que el mal era minoría, que el bien era muchomayor solo que no se notaba: “Una bomba hace más ruido que una caricia”.
Me duele creer que los que matanhayan podido ganar, que los que matan sean mayoría.
Facundo Cabral decía que habíaque hacerse cargo de uno mismo, que si cada quien se hiciera cargo de sí mismo,el mundo sería un lugar mejor. Que nohabía que estafarse “ocho horas por día”, que había que vivir en lo que amado,“haz lo que amas” dijo un millón de veces.
Me duele creer que el mal hayaganado una vez más la partida, que los imbéciles, que siempre son los malos,ganaran de nuevo.
Facundo Cabral decía que estaraquí (en la vida) supone todas las posibilidades, que había que seguir a “cabezas más altas que las de uno”: Bertrand Russell,Borges, la Madre Teresa. Decía que el cambio se da a partir del individuo, queno hay revolución sin compromiso individual: ” “Seguís acostándote con la mujerque más te gusta o te estafas…”, “Podesvivir sin atragantarte con cerveza”, preguntó a los televidentes en unaentrevista con Jesús Quintero.
Facundo Cabral proponía lalibertad desde el amor, desde el vivir sin miedo: “Lo que no es amor es miedo”dijo. Reivindicaba a la naturaleza, el sol, las flores, los pajaritos. Porqueuno va por el mundo muchas veces sin ver, sin sentir, sin tocar, en automático:“Mirá con detenimiento una hormiga… es un milagro”
Hedonista, filósofo, pensador,pastor, cantor o simplemente “un hombre bueno que canta”, propulsaba la paz, laalegría, el amor, el compromiso con uno mismo, el dar sin esperar recibir, lasoledad como la parcela del autonocimiento. La libertad como bastión de lavida, la entrega desde el amor de verdad, el vínculo legitimo.
Amigo de Borges, la madre Teresa,desde lo duro de su niñez aprendió a ser feliz, por el simple hecho de estar enel mundo, sobre todo desde que descubrió con el Sermón de la montaña que era“un príncipe”.
Me duele creer que el mal haya ganado, una historia conocida, un clichéde este mundo. Por eso intentaré nohacerlo.
Elijo confiar y creerle aFacundo, como lo he venido haciendo desde que “lo conocí”. Creo que ya hellorado suficiente, ya hemos lloradosuficiente, no tengo más lágrimas: “el que murió simplemente se nos adelantoporque para allá vamos todos, además lo mejor de el… el amor…sigue en tucorazón” .
Cuesta, jode, la mala concienciano nos deja pensar que lo que hoy vemos injusto, quizás es parte de un ordenmayor, pero por Facundo, al menos haré el intento.