Revista Cultura y Ocio

Fail!

Publicado el 01 agosto 2011 por Pollo @0enliteratura
Fail!
Luego de reirme a montones con la web de perufail, se imponía un post de errores de escritores. No estoy hablando de las erratas de impresión, ni las imprecisiones de las carátulas que pueden existir en cualquier libro. Me refiero a los errores de los propios autores en la narración de la historia: continuidad, contradicciones, anacronismos, errores geográficos, matemáticos, etc. Aunque Joyce diga que "Los genios no cometen errores. Sus errores son siempre voluntarios y originan algún descubrimiento", jeje.
Desde el momento que todo es ficción, quizás es muy difícil hablar de "errores" al compararlo con la realidad. No sólo porque cada obra puede tener su propia coherencia interna, sino también porque no todo debe analizarse desde la fría lógica. Cortázar, en Rayuela nos deja un ejemplo impagable. En esta obra discuten dos personajes. El primero critica que en la obra de Morelli "(...) una enana de la página veinte tiene dos metros cinco en la página cien. (...) Hay escenas que empiezan a las seis de la tarde y acaban a las cinco y media. Un asco”. Y otro le responde: “¿Y a vos no te ocurre ser enano o gigante según andés de ánimo?”. Y eso que Rayuela también tiene sus
bloopers.
Pero incluso estos "errores" pueden ser interpretables. Por ejemplo, en "La muerte y la brújula" de Borges, se hace mención a una estatua de Hermes y párrafos más adelante se refieren, aparentemente, a esa misma figura como a una de Jano. Algunos estudiosos catalogaron esto como un error, pero también se puede postularse lo contrario, como hizo un
crítico peruano. Aunque donde Borges sí patinó feo fue en "La intrusa" donde el epígrafe cita un versículo de la Biblia que ni siquiera existe.
El Quijote, es un clásico y uno de las más grandes obras también en el tema de
errores. Epígrafes errados, personajes que cambian sus nombres, meses en orden inverso son sólo algunas perlas. Uno de sus errores más conocidos aparece en la edición príncipe: el burro de Sancho Panza desaparece sin que se explique como y más tarde es recuperado sin saber tampoco el motivo. Esta "burrada" se intentó arreglar en la segunda edición de la obra, modificando los capítulos 23 y 30, pero la embarra peor: el pollino es recuperado antes de que se pierda. Para la tercera edición, Cervantes hace decir a Sancho que esta contradicción se debe a un "descuido del impresor". Si, cuñau.
El Perú también tiene su cuota de fails. En la
primera de sus Prosas apátridas, Julio Ramón Ribeyro señala que fue Eróstrato en que incendió la Biblioteca de Alejandría. Fail! Y Luis Loayza se lo corrige en una de sus cartas. Jorge Coaguila también ha encontrado algunos errores de sumas y de cambios de nombres de personajes en Crónica de San Gabriel y en Cambio de guardia .
A Vargas Llosa también le han asignado algunas erratas. Marco Aurelio Denegri le cuestionó que, en Lituma en los Andes, escribe "y una vizcacha grande como un conejo saltó de pronto". Para MAD, las vizcachas son más grandes que los conejos (no tengo ni idea la verdad). Al último libro de MVLL, El viaje a la ficción, también le han encontrado fails. Y hasta a Valdelomar le han dicho que en su "El caballero Carmelo" hay tantos errores que parece que no sabe nada de
gallos.
Pero si quieren fails hilarantes, la lista de Roberto Bolaño en 2666 es de antología:

–«¡Pobre María! Cada vez que percibe el ruido de un caballo que se acerca, está segura de que soy yo.» El duque de Monbazon, Chateaubriand.
–«La tripulación del buque tragado por las olas estaba formada por veinticinco hombres, que dejaron centenares de viudas condenadas a la miseria.» Dramas marítimos, Gaston Leroux.
–«Con la ayuda de Dios, el sol lucirá de nuevo sobre Polonia.» El diluvio, Sienkiewicz.
–«¡Vámonos!, dijo Peter buscando su sombrero para enjugarse las lágrimas.» Lourdes, Zola.
–«El duque apareció seguido de su séquito, que iba delante.» Cartas desde mi molino, Alfonso Daudet.
–«Con las manos cruzadas sobre la espalda paseábase Enrique por el jardín, leyendo la novela de su amigo.» El día fatal, Rosny.
–«Con un ojo leía, con el otro escribía.» A orillas del Rhin, Auback.
–«El cadáver esperaba, silencioso, la autopsia.» El favorito de la suerte, Octavio Feuillet.
–«Guillermo no pensaba que el corazón pudiera servir para algo más que para la respiración.» La muerte, Argibachev.
–«Esta espada de honor es el día más hermoso de mi vida.»
El honor, Octavio Feuillet.
–«Empiezo a ver mal, dijo la pobre ciega.» Beatriz, Balzac.
–«Después de cortarle la cabeza, lo enterraron vivo.» La muerte de Mongomer, Henri Zvedan.
–«Tenía la mano fría como la de una serpiente.» Ponson du Terrail–. Y aquí no se especificaba a qué obra pertenecía el lapsus cálami.

El otro día, leyendo Dietario voluble de Vila Matas, me encuentro con que este autor menciona (p. 38) que le parecía asombrosa la "circulación humana que no se alteró cuando el joven de La Condena de Kafka se tiró por la ventana". Pero, si mal no recuerdo, en ese relato el protagonista se tira de un puente ¡Fail!

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