¡Y vaya descubrimiento hemos hecho! Estas delicias árabes quedaron igual de ricas o (modestia aparte jaja) casi podría decir que más ricas que las que hemos comido en los restaurantes de comida árabe o turca. Además, son súper fáciles de preparar y lo mejor de todo es que ¡se pueden congelar! Nosotros ya tenemos preparada nuestra reserva para alguna cena de última hora ;).
Os voy a contar un poquito lo que he conocido a través del CWK sobre esta rica comida típica de Oriente Medio. Hay varias versiones sobre cual es su origen... Unos creen que pueden proceder de la India, donde se cocinaba algo parecido con pan especiado, y otros que proviene de los antiguos egipcios. Pero oficialmente su origen es desconocido aunque ya se hablaba de ellos en las épocas bíblicas.Como curiosidad, la palabra árabe filfil, de la que proviene el nombre de falafel, significa pimiento, pero el falafel que al final triunfó y se considera el tradicional se realiza con habas, garbanzos o una mezcla de ambos y nunca se cuecen, se prepara con la legumbre cruda después de haber estado en remojo. Este plato se sirve habitualmente en pan pita, acompañado de tahina (salsa de ajonjolí), hummus (crema de garbanzo) y una variedad de ensaladas. Por cierto, si queréis preparad esta receta pensadlo un día antes para que pongáis los garbanzos en remojo o acabareis como yo, un miércoles a las diez de la noche picando garbanzos y demás ingredientes por que se me pasó leer en todas las recetas que vi (y fueron unas cuantas) que los garbanzos cocidos no sirven... En fin, es el resultado de una semana estresante jeje.
Os recomiendo que los probéis, es un plato muy sencillo, rápido y está muy rico. Además, es una manera distinta de comer legumbres, que nunca va mal. Si los queréis hacer un poquito más light podéis prepararlos al horno. Whole Kitchen, en su Propuesta Salada para el mes de enero, nos invita a preparar un clásico de la cocina árabe: Falafel
Ingredientes (para 20 unidades aproximadamente)
- 300 gr. de garbanzos sin cocer
- 1/2 cebolla grande
- 2 dientes de ajo
- 10 gr. de perejil fresco (y cilantro si os gusta)
- 1 cucharada pequeña de comino molido
- 1/2 guindilla pequeña
- 1 cucharada pequeña de levadura en polvo
- 1 cucharada pequeña de sal
- Pimienta negra
- Aceite de girasol y aceite de oliva suave
- Agua
- 1 yogur natural sin azúcar
- 1/2 limón
- 1 ajo
- Unas hojas de hierbabuena fresca (o menta)
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra
- Sal y pimienta
Deja los garbanzos cubiertos de agua como mínimo 12h. Lo ideal son 48h (tuvimos la paciencia de hacerlo), así que si los vas a dejar más tiempo, acuérdate de cambiar el agua a las mitad de las horas, es decir, en nuestro caso el cambio de agua fue a las 24h. Una vez haya pasado este tiempo y los garbanzos estén bien hidratados, retira el agua, lávalos y escúrrelos bien. Ahora tenemos que triturar y picar todos los ingredientes. Yo lo hice con la ayuda de una picadora estilo 1, 2, 3, en varias tandas ya que no me cabían todos los ingredientes a la vez, e iba juntando los ingredientes en un bol aparte.
Comenzamos triturando los garbanzos crudos hasta conseguir una textura arenosa, pero no hay que pulverizarlos. Como veis, yo me decanté por una arena gorda jaja :). Seguimos triturando el perejil, la cebolla, los ajos y la guindilla...Y por último añadimos la levadura, la sal, el comino y la pimienta. Una vez que esté todo bien mezclado, coge medio vaso pequeño de agua y ves añadiéndola poco a poco hasta que veas que la pasta se compacta. Déjala reposar entre media y una hora.
Pasado este tiempo ya podemos darle forma a los falafel. Nosotros los hicimos de un tamaño parecido a la pelota de ping pong y los aplastamos como si fueran unas mini hamburguesas, pero podéis hacerlos del tamaño y la forma que más os gusten. Si ves que la masa te ha quedado húmeda y no se forman bien las bolas, puedes añadir un poco de pan rallado o harina para que se compacte más.Cuando tengas todos los falafel preparados, en un cazo o sartén vierte abundante aceite suave hasta que cubras por completo los falafel. Nosotros utilizamos una mezcla de aceite de oliva suave y aceite de girasol. Fríelos a fuego medio-alto hasta que tengan un tono dorado por ambos lados, sácalos de la sartén y déjalos reposar sobre una servilleta de papel para que absorba el aceite sobrante.
Por cierto, si te han salido muchos y no te los quieres comer de golpe no los frías todos ¡se pueden congelar crudos! Para freírlos otro día solo tienes que meterlos directamente en una sartén con el aceite bien caliente y sin descongelar (como si fueran una croquetas congeladas). ¡Nosotros ya tenemos unos cuantos congelados!
Preparación de la salsa de yogur
Para preparar la salsa de yogur solo tienes que picar muy bien el ajo, mezclarlo con el yogur y añadir el zumo de medio limón, el aceite de oliva, la sal y la pimienta al gusto. Por último puedes añadir unas hojas de hierbabuena o menta bien picadas para darle un toque más oriental :).