El comité del premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura, ha anunciado que el ganador de la edición de este año es el alemán Frei Otto, que falleció este lunes a los 89 años.
El jurado, que destaca la sensibilidad de la obra de Otto, considerado un visionario creador de estructuras ligeras, falló el premio a principios de año y lo ha dado a conocer con dos semanas de antelación ante la “desgracia” de su muerte. “El tiempo que me quede lo emplearé en hacer lo que he estado haciendo, que es ayudar a la humanidad. He aquí un hombre feliz”, dijo el arquitecto, que es el 40º galardonado con este premio y el segundo alemán, cuando recibió la visita del director ejecutivo del premio en su estudio en Warmbronn, cerca de la ciudad alemana de Stuttgart, poco después de que se decidiera premiarle.
“La noticia de su muerte es muy triste. No tiene precedentes en la historia del premio. Nos alegramos de que el jurado le premiara en vida”, indica Tom Pritzker, presidente de la Fundación Hyatt, con sede en Chicago (EE UU), que patrocina el premio. El arquitecto añadió al conocer la noticia que nunca hizo nada para ganarlo. “Mi ambición en arquitectura consistió en diseñar nuevos tipos de edificios para ayudar a la gente pobre, especialmente después de los desastres naturales y catástrofes, así que qué puede haber mejor para mí que ganar el Pritzker”, recoge la nota.
Otto ha sido premiado por sus “visionarias ideas, su mente curiosa, su fe en el intercambio de conocimientos, su espíritu de cooperación y su preocupación en el uso cuidadoso de los recursos”. Autor de una “obra ligera, abierta a la naturaleza, luminosa, low-cost, democrática y energéticamente eficiente”, entre sus trabajos más representativos están la carpa-techo del Estadio Olímpico de Múnich (1972), el pabellón alemán para la Exposición Universal en Montreal (1967), la Iglesia de San Lucas en Bremen (1963); y el pabellón japonés para la Expo 2000 en Hannover en colaboración con Shigeru Ban. El arquitecto, que estaba a punto de cumplir los 90 años, ha sido galardonado por sus ideas visionarias y su trabajo pionero en el campo de las estructuras ligeras adaptables con el uso de materiales ligeros como mallas, atraído por sus “valores económicos y ecológicos”. En su comunicado, la fundación destaca que fue “un arquitecto utópico, ecologista, protector de los recursos naturales y un generoso colaborador con arquitectos, ingenieros, biólogos, filósofos e historiadores”.
Distinguido profesor, estaba convencido de que “la arquitectura debe tener un impacto mínimo en el medio ambiente” y que “puede hacer un mundo mejor para todos”. La organización subraya que la carrera de Otto “es un modelo para generaciones de arquitectos y su influencia se continuará sintiendo en el futuro”.
Nacido el 31 de mayo de 1925, su madre decidió llamarle llamó Frei, que en alemán significa libre, después de asistir a una conferencia sobre la libertad. Estudió arquitectura en la Universidad Técnica de Berlín antes de enrolarse en la Luftwaffe (Wehrmacht) como piloto de guerra en los últimos años de la II Guerra Mundial. Pasó dos años en el campo de prisioneros de Chartres (Francia). La falta de materiales tras la guerra, la necesidad imperiosa de vivienda y su experiencia como ingeniero militar le marcaron de por vida. El MoMA le dedicó su primera gran retrospectiva en 1971.
En la ceremonia de entrega del premio, que se celebrará el 15 de mayo en Miami (EE UU) en el New World Center, se “celebrará su vida y su obra atemporal”. Otto se suma a una exclusiva nómina en la que están el estadounidense Frank Gehry (1989), el brasileño Oscar Niemeyer (1988), el español Rafael Moneo (1996), el británico Norman Foster (1999) y, más recientemente, el japonés Shigeru Ban (2014).
(NE)… R.I.P. maestro.
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