Revista Opinión

Falta de modestia.

Publicado el 20 diciembre 2012 por Cspeinado @CSPeinado

Falta de modestia.

Foto de Internet. Gloria a los que no se dejaron vencer cómo nosotros.

Reflexionando éstos días en que la crisis sigue adelante, por muchos años me temo, pienso que, en cierto modo, la tenemos bien merecida. No lo digo por los millones de desgraciados sin empleo, casa, comida o calidad de vida. Lo digo porque, en mi opinión, creerse lo que uno no es, trae al final éste tipo de consecuencias. Y no lo digo yo, lo dicen economistas y analistas que certifican que España ha crecido mucho más de lo que debía, en menos tiempo del que precisaría para poder asumir ese crecimiento, lo que conlleva que, en un momento dado, se cree una burbuja que, si seguimos inflándola a base de más y más crecimiento, inflación, crédito y descontrol termina reventando y, al final hace lo que hace una cosa cuando revienta. Lo pringa todo de manera brutal a su alrededor. Y verdaderamente lo malo no es el reventón, sino su contenido, que en nuestro caso particular, el del España, ha sido, es, y será durante los próximos lustros una enorme pringue de color cagalera.
Falta de Modestia.
Y eso es lo que pasa cuando, en lugar de creernos lo que sómos, un país entre primera y segunda, con inclinaciones perrísticas de proporciones bíblicas en función de la subvención o el subsidio con el que podamos malvivir sin doblarla, intentamos ir un poco más allá. Entendámonos, no es malo que un país intente establecer industrias con las que crear una red productiva a través de la cual dotarse, en todo de una base económica que permita el crecimiento asumible y sostenido. Pero España finiquitó su industria a instancias de la Unión Europea cómo ya he certificado en algún que otro artículo con el único objetivo de convertirnos a nosotros, lo que los Estados Unidos querían hacer con ellos, un país subsidiado, inútil a nivel de productividad, eternamente tutorizado y sin voluntad soberana alguna para tomar sus propias decisiones. Con el mismo garbo que España finiquitaba industria y decía nones a la agricultura, se abría de brazos para acoger a la construcción y el turismo.
Y eso ha sido y será nuestra perdición. Máxime cuando se dan casos verdaderamente pintorescos en que peones de albañil que rozan con dificultad el grado de oficial, se autoproclaman constructores y ponen una empresa de Construcción comenzando a edificar unas mierdas horrorosas, con unas calidades patéticas al tiempo que invierten en su buen carraco poco antes de joderte la vida con una hipoteca eterna que sólo sirve para certificar lo imbéciles que somos por tenerlos encima cómo ejemplos de "motor económico". Y es que el motor económico lo da el esfuerzo, la preparación y la creencia en que se está haciendo algo no ya por el beneficio personal sino para toda la sociedad, cosa que nos supera pues, si en algo nos hemos carácterizado los españoles es por un lado en la soberbia con la que pretendemos dejar nuestra huella en la historia y en otro por el eterno y brutal cainismo con el que nos ponemos la zancadilla, consiguiendo al final restar en lugar de sumar cuando más hace falta remar en la misma dirección.
Un país de bazofia.
La crisis que padecemos no es coyuntural, no es algo de dos días ni algo que pasará de manera rápida. Nuestra crisis es meramente estructural. Es lo que nosotros mismos nos hemos labrado, lo que tenemos encima gracias a nosotros mismos, nuestros banqueros a los que hemos engordando pidiendo créditos en una espiral de suma irracionalidad para comprar objetos que no se correspondían con nuestra posición económica. Es culpa de nosotros mismos, por creernos las falacias de nuestros politicastros dejando que se carguen un sistema educativo más o menos decente procedente del franquismo par insertarnos en uno meramente adoctrinador ideológicamente de suerte que, cómo pasa en Andalucía, al final tenemos la masa borreguera que se puede morir de hambre tranquilamente, que no variará ni un ápice su voto pues la progrHez es buena mientra todo lo que no sea ir con el puño en alto y certificarse cómo un especimen de izquierdas, de los buenos, de los antiseñoritos, no vale nada.
Y es en ese caso el que debemos valorar la inutilidad de seguir manteniendo un Estado obsoleto, un sistema político basado en la confrontación cómo medio de sostener e impulsar los privilegios de la Casta y sobre todo un Estado que prefiere sostener a los banqueros en lugar de dejarlos caer con el dinero de nuestros impuestos. Dinero que sirve también para que la SGAE cobre de todos nosotros, criminalizándonos por ello, que sirve para mantener la bazofia cultural que es nuestro cine, la bazofia adoctrinadora que es nuestro sistema educativo o la rémora al servicio de los de siempre en que se ha convertido nuestro sistema judicial. Todo un compedio de errores manados de las aviesas mentes de aquellos que tras el franquismo se arrogaron el que fuera su momento, el de los politicastros, despues del momento del dictador sin dejarnos ni tan siquiera preguntar cuando, después de tantos siglos, llegaría a ser el momento de un Pueblo sin derecho a ser educado, sin derecho a sanidad ni derecho a decidir.
Caminito al Desastre.
Es hacía donde España camina, con pasito firme y decidido. Nunca volveremos a tener la oportunidad de poder pegarle la patada a la olla y reformar de cero éste país. Eso requiere por fin que seamos españoles, que certifiquemos que queremos y creemos en éste país y que deseamos dejar las ideologías, que deseamos superar el pasado y mirar adelante con modestia, con ganas de trabajar y de seguir adelante aunque las tensiones sociales, económicas y territoriales sean tan fuertes que parezca que verdaderamente se está llegando al fin del mundo. Claro, que para eso habría que apedrear a toda la casta politicástrica, cesar a un alto porcentaje de profesores, cambiar sin rubor ni complejos la educación basándola en que esto no es sino España, el país que conquistó América y que constituyó el Primer Imperio Global del mundo con el único y principal objetivo de evangelizar más que de mercadear, cómo hicieron los británicos y holandeses. Claro, que eso requiere una lucedez y modestia que dudo mucho que tengamos en éste país.

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