Revista Opinión
Como recordarán el pasado miércoles tuvo lugar el segundo debate electoral en TVE a cinco bandas (PP, PSOE, CIU, PNV e IU-ERC-ICV). Para organizarlo, el sistema elegido por la Junta Electoral Central fue invitar a los partidos políticos con grupo parlamentario en el Congreso. El grupo IU-ERC-ICV está formado por tres partidos políticos; y entre IU y ERC se desató una lucha sin cuartel para sentar a su representante en el debate. Ambos acudieron a la Junta Electoral Central con los motivos por los que debería ser su representante el que se sentara en el plató. IU alegó su mayor número de votos; por su parte ERC, su mayor número de escaños. El elegido fue IU porque se argumentó que “el criterio del número de escaños obtenidos pudiera ser relevante a otros efectos, pero no puede prevalecer frente al criterio del número de votos obtenidos”. La segunda justificación fue la cobertura nacional del debate. Estos criterios están en disonancia con la fórmula inicial (tener grupo parlamentario). Porque si se necesitan 5 diputados para tener grupo propio, ERC estaría más cerca de ello – 3 frente a 2 (IU e ICV)-. Si al final, lo que cuenta es el número total de votos, ¿por qué se le priva a UPyD de asistir al debate teniendo los mismos votos que el PNV? Si el debate tiene una cobertura estatal, ¿por qué no están representados partidos de ámbito estatal como UPyD y Equo o se puso en peligro la participación de IU? Si existen este tipo de injerencias que limitan el pluralismo y la calidad de la democracia, también es necesario considerar la falta de capacidad crítica de sus ciudadanos miembros por consentirlas. Ayer en EEUU, el candidato republicano Rick Perry, gobernador de Texas, durante el enésimo debate televisado en las primarias del Partido Republicano, se quedó en blanco. Perry era considerado el máximo favorito para enfrentarse al presidente Obama por el Despacho Oval de la Casa Blanca. Un craso error que tanto para medios de comunicación como para la sociedad norteamericana, no ha pasado desapercibido. En España, hubo un caso parecido que ocurrió durante una entrevista televisada el 2 de febrero de 2011. El candidato popular Mariano Rajoy no supo responder a una pregunta sobre jóvenes emprendedores. Un hecho que no ha frenado su carrera presidencial. Rajoy llevaba pregonando en mítines, entrevistas y en el Congreso sus medidas y soluciones para solventar la crisis. Curiosamente, en ese momento no se las sabía.Si en la sociedad americana un balbuceo o un renuncio le cuesta la reputación y su carrera política a un candidato; en España pasa totalmente desapercibido. Si en EEUU se inician procesamientos para destituir al presidente cuando es acusado por mentir (como le pasó a Bill Clinton y el famoso impeachment). En España, eso no es más que una anécdota sin importancia.