Penélope Cruz me dice que las “medidas del gobierno Rajoy son escalofriantes”, montada en unos zapatos de Giuseppe Zanottiy, el pecho, que ha aumentado desde Jamón, Jamón, cubierto con pedrería de Tiffanys.
Sigo caminado por estas calles, nuestras calles. Se para un Porsche Cayenne, y Bardem, sin bajarse, me grita desde la ventanilla “Igor, debes ser solidario con el pueblo saharaui”. Yo, asiento con la cabeza, obediente.
Me llama Iniesta, el bueno, al móvil: “Igor, cómprame unas pastillas rojas solidarias”. “Pero, hombre”, contesto. “Sí, sí”, me dice él, "me lo pateé todo en la boda”.
Ah. Y esto no es todo, amigos y amigas, muy estimados vamurtianos,
Cristiano está triste. ¿Qué tendrá Cristiano?
A todos ellos, los famositos de Famosa, mi aprecio, mi cariño y mi admiración.
Mientras, los tijeretados y pacíficos miembros del 25-S son apaleados mediante las extensiones del sistema, en este caso la Policía, que, a fin de cuentas, sí, son funcionarios con familia, es verdad, pero parte de su trabajo consiste en salvaguardar el buen fin de los miles de miles de desahucios hipotecarios que, al año, hay en España. Unas obligaciones hipotecarias que el mismo sistema subministró en dosis poco saludables.
Realmente, ¿cuál ha sido su pecado? Alzar la voz. Y que griten más fuerte. La última bala es la libertad de expresión.
Famoseo y solidaridad