“La vida es una obra de arte, bella pero sin significado“
De las casi sesenta películas que realizó el director sueco Ingmar Bergman -entre documentales y obras para la televisión-, hemos visto en este blog, alrededor de una docena, la mayoría celebradas como lo que son, obras maestras, aunque no todas, en especial las comedias, pero todas con un sello único de impecable belleza visual, punzantes diálogos, una acertada y pausada narrativa que se preguntaba sobre la vida, la relaciones de pareja, el amor, la vida y la muerte, con cierto tono desesperanzador, agobiante y nihilista en su etapa más oscura; etapas divididas en cinco formas que van desde una visión impresionista hasta una reconstrucción genealógica como señalan los especialistas Charles Moeller y Jordi Puigdomenech. (1) Pero ante todo, el cine de Bergman fue un estudio de sus mismos demonios internos, complejidades y relación con las mujeres; un cineasta, guionista, escritor y director de teatro, que influenciado por Henrik Ibsen, Victor Sjostrom, entre otros y por su atormentada niñez, supo manifestar estos conflictos internos en personajes que eran extensiones de sus propias vivencias. Bergman, que estudió Literatura e Historia del arte, y fue el director teatral de su antigua escuela, sólo tuvo oportunidad de ingresar al "universo" cinematográfico a partir de los años 40, cuando la Svenk Filminustri, lo llamó a hacer parte de sus filas de guionistas; adaptaron una de sus obras y finalmente en 1946 realiza su "opera prima" Crisis, la cual será punto de partida para una obra llena de existencialismo, metafísicas propuestas entorno a un mundo complejo y desolado.
El expresionismo y lo dramático, van a ir configurando la totalidad de una obra que tiene como base la película Prisión (Fangelse), su primera, como autor total, en la que su guión -original- y dirección se encaminan por ese rumbo que lo va a hacer fundamental en el cine nórdico y mundial.El guión escrito por Bergman no hace la siguiente pregunta, qué pasaría si el demonio reinará en el infierno, que es la misma tierra; un infierno sin mayores cambios, donde todo sigue igual. Así empieza este pesimista y truculento drama metacinematográfico, con tintes religiosos y con las primeras "pinceladas" del arte Bergmaniano.
La película nos ubica en el Estocolmo de los años 40, donde el director de cine Martin Grandé (Hasse Ekman) recibe la visita de su antiguo profesor de matemáticas, que recientemente ha salido de un manicomio; éste le propone que para su nueva película, la historia sea, la de la tierra como el infierno y el demonio quien dirige todo; a partir de esta anécdota, que será contada por el director a su amigo Thomas (Birger Malmsteen), un periodista en la quiebra y con una tormentosa relación con su mujer Sofi, conoceremos la historia de Birguita Carolina (Doris Svedlund), una prostituta adolescente, que ha quedado embarazada y está dominada por su novio/proxeneta y la brutal hermana de éste; las historias del periodista, del cineasta y de Birguita, se cruzarán para mostrar ese infierno en la tierra. El prólogo de la obra será manifestado por un narrador que a la vez será el mismo interlocutor de la realidad fílmica (diégesis) como de la misma representación, en cierta forma, hará el papel de titiritero de este mundo "infernal", y una de las temáticas que mejor se configuraron en el trabajo de Bergman.En hábiles giros de trama, ensoñaciones y desesperación, Bergman construye una sólida narrativa, que si bien puede pecar al abarcar mucho en tan corto tiempo, de todas formas tanto el relato, como la idea del cine dentro del cine y su huella particular no sólo funcionan sino que es coherente con lo que se propone en este cíclico cuento de desesperanza.
Aunque con música de Erland von Koch que enmarca mucho más el dramatismo, son los diálogos y otras veces el silencio, donde tiene más fuerza esta obra; eso sí, vale la pena destacar el montaje de Lennart Wallen, que alterna planos largos y secuencias más dinámicas, con sobreimpresiones, enfatizando los aires de tragedia que se van encadenando progresivamente y la escenografía de Lundgre, que logran complementarse perfectamente con esa dramática fotografía.
No sólo vale la pena destacar la actuación de Doris Svedlund, que finalmente es la protagonista, sino el papel de Birguer Malmsteen, personaje típico del mundo Bergman, atormentado, errático y confuso en sus mismas percepciones, en cierto modo alterego del propio director, que en este caso lo hace por partida doble. Pero aún así, quien se lleva todo el peso dramático es la joven Svedlund, de todas formas, es valioso el aporte de Eva Henning y el de Stig Olin, el novio/proxeneta.Una de las mejores películas que he visto de Bergman, junto a la Hora del lobo, Verguenza, Saraband y un par más, pero ante todo, un interesante ensayo metacinematográfico que junto a Persona, marcan esa capacidad del director sueco para establecer relaciones y posturas desde su mismo medio. Además, siempre es valioso ver las primeras obras de un autor, o en este caso la que empieza a consolidar su estilo, donde retrata de la mejor manera sus obsesiones, miedos y desencantos, sin olvidar esa genial secuencia del sueño/pesadilla al mejor estilo de Buñuel, y pone a flote toda una simbología y relaciones dramático-poéticas, que tantas veces funcionarán en su obra; una más que recomendable película, y un verdadero tour de force con este infierno que llaman vida, para algunos.Zoom in: Su primer éxito de taquilla El director sueco recortó presupuesto para trabajar sin injerencias. Lo cual redujo la duración de la misma.Lorens Marmsteedt, su productor de cabecera, el que le enseñó a hacer cine, también debía ganar dinero y por eso dijo: "Ésta película será artística y todo el mundo se sacrificará por el arte". Bergman quedó esperando el único botín: un 10% de los beneficios, que al final nunca llegaron. (1)
Montaje Paralelo: Persona (1966)
(1) http://www.filmaffinity.com/es/reviews/2/107277.html