Revista España
Un volumen no bastaría para describir esta bella ciudad. Sus murallas, sus calles, sus palacios y sus templos están de tal manera vinculados a nombres y recuerdos que al deambular por aquellos laberintos, todo se puebla de fantasmas del pasado. Las leyendas revolotean por allí como fuegos fatuos en un cementerio. Por detrás de las recortadas almenas de las torres parece que todavía nos acechan las legiones de los moros, y por encima de los viejos puentes se figura vagamente al espíritu, lleno de romances toledanos, que continúan las cabalgadas como en los buenos tiempos de Sancho y de Padilla, en los días de fiesta o de batalla.Pero todo eso ha desaparecido. La fría realidad destruye el romanticismo. Ni en los ladrillos de los tortuosos callejones de Toledo, ni en las piedras de sus puentes monumentales, resuena ya el tropel de caballeros, galopando, como antaño, en ágiles caballos de la famosa raza Nedji. Bajo el hermoso cielo azul, tampoco relucen las armaduras y los pulidos arneses de los guerreros.Anselmo de Andrade. Viagem na Espanha (1923)