«Un testimonio sobre la depresión escrito sin tabúes,
con humor y cercanía por una de las voces
más especiales de su generación.»
Sesenta y ocho entradas y un apéndice.
“Larga vida a la química y a la venlafaxina. Larga vida a los polvos blancos que nos alegran la existencia, al ibuprofeno que en ocasiones me salva de una ciática horrorosa. A la pasiflora en extracto seco, me da igual. ¡Mi gato se emborracha con valeriana y se revuelca por el suelo! Estoy más cerca que nunca en esas pastillas, me las tomo sin pensar y sin ningún miedo. Antes les tenía un respeto. Ahora me he dado cuenta de que no pasa nada, de que solo la mejoran a una. Cuatro, cinco, seis comprimidos al día. Parezco una mujer vieja cuando hablo de sustancias analgésicas o que tienen que ver con la serotonina. Lo sé. Sin embargo, mi aspecto es joven. En eso me parezco mucho a mi madre, para qué negarlo.” [Pág. 15]
Este es el relato de una explosión, del momento en que la tristeza dinamitó todas las certezas de la autora y decidió instalarse en su cuerpo. Pero Fármaco no es un libro triste, es un testimonio escrito sin tabúes, con humor y cercanía por una de las voces más especiales de su generación, capaz de aunar como pocas ingenio, extravagancia y ternura.
Aquí encontraréis un cerebro que quería desaparecer y una escritora que lo agarró y buscó cómos y porqués entre recuerdos, conductos y cavidades.
Aquí hay infancia y hay madre, una niñez en escuelas de Mallorca y en campos de Castilla; hay pastillas naranjas que te ponen en pausa y pastillas rojas que te arrojan al terremoto; hay sueños, pesadillas y deseos: «ojalá la depresión se quitara desnudándonos, tímidamente y despacio».
Y libros. Hay muchos libros; unos para escapar y otros para entender qué pasaba en su cabeza. Aquí la literatura es bálsamo, búsqueda y salvación.
“He estado intimando con el peor individuo de la tierra: el único enemigo real. O expresado en palabras de Virginia Woolf: «Es la muerte contra lo que cabalgo, lanza en ristre y cabello al viento». Y es que no hay más. No somos personas demasiado malas. Nos equivocamos, No controlamos nuestros peores defectos o distorsionamos situaciones concretas. Al final, moriremos todos vencidos por el único enemigo que es capaz de doblegarnos: la muerte que se disfraza, saluda y se volatiliza después.” [Apéndice, pág. 180]
Lee y disfruta de un fragmento de la novela.
La autora:
Almudena Sánchez (Andratx, Mallorca, 1985) es periodista y máster en Escritura Creativa. La acústica de los iglús (Caballo de Troya, 2016) fue su primer libro de relatos, que ya ha alcanzado la octava edición y se ha publicado también en Argentina (Odelia Editora, 2018). Además, su debut le valió para ser finalista del Premio Setenil y figurar entre los libros favoritos de la plataforma New Spanish Books. Algunos de sus cuentos han sido traducidos al inglés y publicados en la revista Two Lines. En 2013 fue incluida en Bajo 30, antología de nuevos narradores españoles (Salto de Página) y en 2019 fue seleccionada entre los diez mejores escritores treintañeros de España por la AECID, junto a autoras como Cristina Morales o Aroa Moreno.
El libro:
Fármaco ha sido publicado por la Editorial Literatura Randon House en su Colección LITERATURA RH. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 187 páginas.
Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.
Como complemento pongo un vídeo en el qué Almudena Sánchez habla sobre su libro “Fármaco” y sobre cómo afecta la enfermedad mental a las mujeres.
Para saber más:
https://www.facebook.com/almudenasanchez26
https://twitter.com/AlmudenaS85