Tradicionalmente se ha identificado el término fast food con aquella comida que si bien te quita el hambre su aportación es escasa desde el punto de vista nutritivo. Lo más interesante es que también existe el fast food emocional. Luis Huete nos cuenta en qué consiste: “Sociológicamente el éxito muchas veces es cuánto ganas, qué posición tienes, qué relaciones tienes, a quién conoces. De ahí no pasa. Cualquier persona ambiciona eso, pero el gran error de ese tipo de éxito es que se te acaba valorando en función de esas cuatro cosas. Y ése es el gran error, porque entonces parece que trabajas y vives mediatizado para maximizar esas realidades y muchas veces eso te excluye de la capacidad de que te valoren por ti mismo, que es mucho más sano y más estable. El ego es una comida rápida, es como el fast food. Te quita el hambre, pero es como una hamburguesa que, desde el punto de vista nutritivo, no te deja satisfecho”.
Todos conocemos gente que a pesar de aparentemente tenerlo todo no tiene nada; se encuentra muy vacía, insatisfecha, anda deambulando sin sentido y, lo más complicado, no tiene la valentía suficiente para dar marcha atrás porque eso también tiene consecuencias. Son personas que decidieron optar una vía que parecía que conducía a la felicidad pero más tarde se dieron cuenta que no era así, y ahora les resulta salir de esa rueda.
En el post Self-Management: 100 consejos decíamos: “Nunca es tarde para empezar a ser tú mismo. Que el pasado no hipoteque tu porvenir. A veces empezar desde cero es la mejor inversión”. Hace unos días una persona me contaba que su hijo, cerca de los 40 años, Ingeniero Aeronaútico (una carrera que exige esfuerzo y años), había dejado el mundo de los aviones para dedicarse a escribir cuentos para niños y que ya tenía dos páginas web. En ese momento le dije:
– Estoy seguro que ahora es más feliz.
Y me contestó:
– Sí, es lo que a él le ha gustado desde siempre.
Éxito y felicidad son sinónimos cuando ambas palabras se utilizan oportunamente. Para mí el éxito consiste en ser uno mismo y en eso reside la felicidad. Es imposible ser feliz siendo otro. En una ocasión me decía Gustavo Zerbino, uno de los superivivientes del accidente aéreo de la cordillera de Los Andes: “En esta vida lo primero es ser, luego hacer y finalmente tener”. Esa es la lógica armónica para que todo cuadre razonablemente. Si alteramos el orden las consecuencias pueden ser devastadoras; una vida llena de abalorios y lentejuelas pero muy frustrante.
Habitualmente cuando lo que uno siente (talento interno: soy) y lo que uno hace (talento externo: ocupación) van en la misma dirección, la autorrealización está garantizada. Evidentemente, la sociedad te empuja a hacer cosas en las que realmente no estás interesado, y ahí es donde entra en juego la libertad individual y la valentía para seguir tu destino natural.
Lo hemos dicho muchas veces: el dinero es maravilloso, pero cuando se eleva a categoría de fin y no de medio es peligroso. En cierta ocasión, le preguntaba a Santiago Álvarez de Mon, Profesor del IESE, cuál eran las claves de una carrera profesional exitosa. Y me decía: “En primer lugar, no ir contra natura, explotar el talento que nos ha sido dado; dos, trabajar en un proyecto-causa que esté en comunión con tus ideas, valores, principios, aquellos que son absolutamente innegociables, que no te sometan a ningún dilema ético; tercero, que haya un componente lúdico y de placer en lo que uno hace. No he visto músico, arquitecto, deportista o directivo a los que más he admirado, que no hayan encontrado alicientes que no vayan más allá de lo económico; el dinero es consecuencia de, no debe ser la búsqueda. Además, hay que tener la inteligencia, o mejor dicho, la sabiduría, para no dejar las preguntas para el final. Los sabios interpretan la vida mientras ésta transcurre; los más, cuando ya ha pasado”.
Me quedo con ese mensaje: hay que leer la vida mientras ocurre, el problema es que la mayoría lo hace demasiado tarde. Merece la pena releer La brújula interior, de Álex Rovira. Buen fin de semana y el domingo tendremos en el Homenaje a los blogueros a Begoña Gamonal (@gamonalb).