Marco Bellocchio lleva a la gran pantalla la novela autobiográfica de Massimo Gramellini, Fai bei sogni, donde el drama y la ausencia de él, el psicoanálisis y la búsqueda de la verdad, hacen que el espectador se mimetice con la historia del protagonista.
Felices Sueños nos traslada a la ciudad de Turín, en el año 1969. Nos muestra a un joven Massimo, rebelde y muy curioso. Pero todos sus ilusiones se ve truncadas cuando su madre, presa del miedo y de una dolorosa enfermedad, decide acabar con su propia vida.
Los familiares del pequeño, toman la decisión de ocultarle la verdadera razón de su muerte y le hacen creer que les ha dejado por un infarto. Tras este terrible suceso, la relación padre-hijo se deteriora y Massimo, tendrá que convivir durante más de tres décadas, con una mentira oculta que va haciendo mella en él.
Es, tal vez, esa sensación de incertidumbre la que lleva al protagonista a querer convertirse en un periodista, en un buscador de la verdad, lo que le llevará a cubrir la guerra de Sarajevo, pero él mantiene una guerra interna aún mayor, hecho que terminará por producirle ataques de pánico.
Años más tarde, Massimo se ve obligado a volver a la casa de su infancia y a enfrentarse a la realidad, desempolvando algún que otro amargo recuerdo pero todos ellos esenciales, para poder escapar de los fantasmas del pasado. De una forma brillante e ingeniosa, Bellochio hila cada escena del presente con reminiscencias del pasado, que permiten al espectador ahondar en la vida del protagonista. Aunque hay ciertos planos que pueden resultar largos, pero todos ellos con un sentido.
Valerio Mastandrea, en el papel de Massimo, comparte pantalla con una magnífica Bérénice Bejo ( The Artist) en el papel de una doctora, que hará las veces de salvadora. Felices Sueños es una de esas películas que es aconsejable ver más de una vez, para poder captar toda su esencia. Bellocchio, a través de un montaje poético, retrata a la perfección una lucha interna, que engancha con la misma intensidad, desde el principio hasta el final de la cinta y que mantiene vivo el interés por conocer el desenlace.
No debe ser fácil contar en imágenes la vida de una persona, transmitir una historia basada en hechos reales y hacer que las emociones traspasen la pantalla, pero Bellocchio, junto con un gran reparto, han conseguido todo eso y mucho más.