Felicidad y la indiscutible y evolutiva influencia del ego social

(Ni tú ni yo. No hablo ni de ti ni de mí. O sí. No te tomes esto como algo personal.)

Evolutiva porque la hemos heredado de nuestros ancestros. Más que comprobado y demostrado. Y si no, puedes leer, por ejemplo, el último libro de Pablo Herreros, Yo, mono, y su blog Somos Primates. Fue él quien me enseñó las que considero las tres lecciones fundamentales acerca de nuestra herencia evolutiva social.

E indiscutible porque sigue y seguirá influyéndonos todos los días de nuestra vida, por mucho que algunos sigan abogando por el “sé tú mismo”, “lo que digan o hagan los demás no importa” y otras tonterías.

Tú no eres tú mismo. Eres tú y todo lo que te rodea, especialmente tus semejantes humanoides, tu red social.

Y te guste o no, lo que digan los demás de ti, si te aprueban o no, si reconocen tu labor, te importa. Otra cosa es cuánto te importa y qué valor le das a la opinión de cada uno de los individuos que conforman ese “los demás” –como cuando le das la misma importancia a lo que opina tu mujer que a ese comentario en Twitter de un follower de Japón que no has visto en tu vida y no vas a conocer jamás.

Es cierto que principalmente convives con tu ego individual, tu identidad, etiquetas y creencias personales.

Pero también convives con tu ego social, tu identidad dentro del grupo y la propia identidad del grupo –que no depende exclusivamente de ti; es más, a menudo no concuerda para nada, de ahí que te sientas tan desubicado.

Si lees este blog es porque te interesa tu felicidad.

Y tu felicidad requiere de trabajo sobre todos tus egos, el individual y el social, que interactúan incesantemente.

Es importante recordarlo cuando tu ego(ísmo) no te deja verlo y te crees el rey del mambo o Superman, como si vivieras solo, como si contigo mismo tuvieras suficiente, como si fueras invulnerable.

Esto es sólo mi opinión, que cambia constantemente. No me creas. Crea la tuya.

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