Se acerca el Día del Padre, y obviando que como el de la madre o el de san valentín se trata de una fecha absorvida por el sistema consumista donde las grandes marcas aprovechan para hacer su agosto, he de decir que, a mí, es un día que me encanta.
Me trae muchos recuerdos y sobre todo me ayuda a recordar que tengo un padre, que para mí ha sido un pilar importantísimo en la estabilidad de nuestra familia. En mi casa siempre fuimos mayoría femenina, él era el único hombre y la energía que transmite se traduce en paz a raudales. No sé qué persona sería yo si él no hubiera existido, pero sí sé la mujer en la que me he convertido y siento que en gran parte ha sido gracias a esos momentos con él: las miradas cómplices, los silencios compartidos, los juegos de aventuras y escaladas, la bici, las horas de coche hacia el conservatorio, las películas, las canciones, el amor por la música, todas las respuestas y muchas más preguntas, las conversaciones a la hora de la cena todos juntos y cuando estábamos los dos solos también, los abrazos y los besos y las lágrimas que siempre han encontrado empatía, los sabios consejos cuando más los necesitaba, el espacio que siempre me respetó…
Eres un padre ejemplar, papá. O por lo menos lo eres para mí, que al final es lo que importa ¿no?
Ahora que veo la implicación de mi pareja como padre, me doy cuenta de que el vínculo se gana. Con el tiempo y las acciones, con la voluntad de estar ahí, de ser partícipe, de desearlo y ponerle ganas. Siento que en el caso de mi padre así ha sido y me enorgullezco de ello. Me imagino a mi padre acunándome en su regazo cuando apenas era un bebé y me reconozco sin esfuerzo, no importa no recordar ese momento porque simplemente sé que estuve allí, al abrigo de cualquier peligro.Gracias papá.
Y como no se me ocurre otra manera mejor para agradecertelo, te dedico la letra de Salm i paràbola de la memòria pòdiga, Poema de Maria Cabrera i Callís, y más abajo te dejo un vídeo donde la maravillosa voz de Silvia Pérez Cruz lo convierte en música. (el vídeo incluye otra canción más después). Realmente no tiene mucho que ver con nuestra historia, pero es taaaan bonito. Jejejeje. Espero que te guste.
Pare meu que ja no ets al poble,
pare meu que potser algun dia jo distretament estimava,
pare meu que te’n vas anar pel carrer sense ganes,
pare meu que potser algun dia molt discret m’estimaves,
per la sang que ens corria tan brava per les venes,
per les faccions de la teva cara que se m’esborren,
com el crit que ofega el meu pit,
pare meu!,
per la cicatriu que et partia sencera el ventre,
pare meu!,
pels tels secrets de la ceba als dits de la mare,
per les tardes tan pàl·lides a la cuina de casa,
pare meu!,
per les veus tan confuses del vespre,
pels crits i pels plors i les terrasses en ràtzia,
pare meu!,
per l’olor de gasoil de la teva roba en tornant de la feina, pare meu,
pels somnis que devien ser teus escolant-se per la pica, pare meu,
pels germans meus escolant-se per la pica,
oh pare meu!,
que retrobi la memòria, la memòria del pare i del fill,
la memòria, la gata vella,
la memòria, oh pare meu!,
el fil que em lliga als teus noms, a les teves mans, al teu crani rotund,
al teu riure que no m’agradava,
al teu ventre partit per la cicatriu del destí,
pare meu!,
que no hagi de cremar mai més la meva memòria, pare meu,
i que no me l’hagi de trobar d’improvís mai més,
disfressada de dona despentinada en gavardina i plors
en una cantonada ventosa de Manhattan
quan jo només volia anar a collir fonoll passat el pont dels vermells,
oh pare meu!
Pare meu, que trobi tota la memòria, pare meu!,
que trobi intactes les meves condemnes de nena de set anys,
que trobi intactes el fonoll i els gallarets vermells
—gall, gallina o poll, pare meu?—,
que trobi intactes la teva història i la meva, juntes, volent-se, pare meu,
com mai no van poder ser,
com mai no podran ser, ara,
oh pare meu,
pare meu que ja no ets al poble.